QUERIDA SARAH BERNHARDT

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El mundo se mueve hacia adelante gracias a las personas que exploran toda posibilidad de innovación.

Agradecidos a su frenética actividad, otros entretenemos la mirada en historias y personajes del pasado como fuente de placer e inspiración. Esta querencia mía por lo desfasado y a veces decadente me arrastró a una librería de viejo en el histórico barrio de Vegueta en Las Palmas de Gran Canaria, donde compré, entre otros libros, la biografía de Sarah Bernhardt escrita por Françoise Sagan, Querida Sarah Bernhardt.

Sarah Bernhardt fue la gran actriz trágica de finales del siglo XIX y principios del XX, la mas célebre e idolatrada, la que transformó el teatro. Su carrera artística nunca tuvo ocaso –Toda una vida de ¡bravos!, una excepción alocada, barroca, interesante-. Françoise Sagan nos ofrece, a través de un imaginativo intercambio epistolar, el retrato humanizado del mito: una mujer libre, segura, de una alegría inalterable, excéntrica y a veces fatal, que poseía genuinamente el arte de provocar admiración.

                                              Sarah Bernhardt portraits by Nadar

Nacida en París en 1844, hija de una cortesana de lujo de origen alemán y un padre ausente, Sarah Bernhardt -Henriette Rosine Bernard- fue criada por una nodriza en la campiña bretona, internada durante años en un convento de monjas y reeducada en la adolescencia en casa de su madre, mitad-hogar, mitad-burdel. Consecuencia de estas contradicciones, de la hipocresía del ambiente y de la escasa atención de su madre, Sarah, la niña delgada y pelirroja como la vida, desarrolló un carácter volcánico que fue moderando a lo largo de su vida en las tablas, bajo la influencia de su segunda madre -su pequeña dama- que la acompañó siempre. A los diecisiete años, un aristócrata que frecuentaba la casa materna, vio en ella habilidades teatrales y facilitó su entrada en el Conservatorio y en la Comédie Française. Poco antes de ser admitida, Sarah confiesa en sus memorias haberse sentido fascinada y abrumada por la certeza de su vocación al asistir por vez primera a una representación en la misma Comédie, animada también por su afán de independencia y los proyectos que la familia había concebido para ella.

La biografía de Sagan recorre la trayectoria vital y artística de Sara Bernhardt: la consolidación de su carrera como actriz en París, los innumerables éxitos y giras -desde las dos Américas hasta la Rusia de Alejandro II- y sus proyectos como empresaria teatral; la afición al lujo y el derroche constante que le acarrearon en varias ocasiones la ruina económica; sus extravagancias -dormía a menudo en un ataúd y se rodeaba de un verdadero zoológico-; la maternidad –fui madre tan naturalmente como fui pelirroja o actriz trágica-; su vida social y los momentos de soledad.

Se detiene en su relación con el teatro y los hombres, los dos aspectos que la hicieron célebre, sin profundizar en la que mantuvo con ella misma y con la vida -no olvidemos que las dos mujeres, artista y biógrafa, son francesas-. Françoise Sagan y Sarah Bernhardt hablan de Marcel Proust, Reynaldo Hahn, Victor Hugo o Charles Haas -el modelo real de Swan-, entre otros; de sus idilios con actores, empresarios, nobles, escritores y artistas; de su visión y sus modelos de masculinidad -tan machistas a veces como feministas otras- con una libertad completa.

                                              Afiches Art Nouveau. Alphonse Mucha

A pesar de todo, Mi querida Sarah Bernhardt muestra a una mujer menos trivial que su apariencia. Comprometida en la guerra franco-prusiana, hizo labores de enfermería e improvisó un hospital en su propia casa, defendió opiniones políticas que pasaron por revolucionarias, se manifestó contra los horrores de la Comuna de París o contra los los tintes xenófobos del caso Dreyfus y participó en la acogida a Victor Hugo a su regreso del exilio. Tuvo también su violín de Ingres, fue pintora y escultora de algunas obras no desdeñables. Y mantuvo el contacto estrecho con la naturaleza en su casa bretona de Belle Ille.

Murió en París, aún activa en los escenarios –cuando se es una verdadera actriz y se representa Fedra, se tienen a la vez dieciocho años y cien– pesar de que, poco antes, había perdido una pierna como consecuencia de un accidente -. Querida Sarah Berrnhardt cuenta una historia que deja la estela atalcada de un viejo perfume francés. Para quien guste, como yo, del mundo de Guermantes.

Sarah Bernhardt. Georges Clairin.

 

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