Como saben los que mejor me conocen, Pablo Iglesias Turrión, el de Podemos, no es santo de mi devoción, e Irene Montero, otro tanto. Y lo vamos a dejar ahí, porque quien tenga interés nada más tiene que buscar en artículos pasados en los que expongo mi parecer sobre tan peculiar político y sobre la formación política de la que ostenta su Secretaría General.
Realmente, no hay ningún político que, en cualquiera de los ámbitos territoriales, incluido el estatal, satisfaga en este momento mis ansias de ejercer uno de los derechos -por no decir el principal-, que caracteriza un régimen democrático, como es el derecho al sufragio universal, en este caso activo. Aunque, no es algo que realmente me preocupe tanto como la decadencia de un sistema que cada vez satisface a menos, lo que implica una perdida de valores y una radicalización de posturas ideológicas, no tanto de los que ejercen el poder, que también, sino más bien de los propios ciudadanos, hasta un punto realmente irracional y hasta ridículo en su exposición de motivos.
He aquí, un razonamiento muy frecuente: “los rojos son comunistas y los azules son fascistas”, y, oiga usted, se quedan tan anchos.
Analizando los colores, el término “rojo” en política se utiliza para simbolizar los movimientos e ideologías revolucionarias o izquierdistas. Y, el azul, pues me imagino que por elegir un color neutro o tal vez, quien sabe, simbolizará la unión de la derecha y la iglesia en este país, salvo excepciones, que las hay en algunos curas con conciencia social, y que mejor que el cielo azul de unión espiritual. Perdón por haberme ido por las nubes.
Quiero decir que, el color rojo, es muy amplio y con muchas gamas, que termina donde empieza las gamas del naranja, en nuestro caso rompiendo este último las escalas de evolución de los colores hacia el blanco, al situarse muy próximo al azul. ¿Iguales?.
Esa amplitud del color rojo hace que abarque un gran espectro ideológico que puede ir desde radicales de una dictadura de izquierdas hasta los afiliados y algunos simpatizantes del PSOE, arrastrándolo un poco hacia este lado, y que, en nuestro país, que es el que analizo, se situaría al lado de una social democracia. Por consiguiente, volviendo a retomar la frase de antes, decir que los rojos, en general, son comunistas, es una gran falacia cuanto menos, por no decir una solemne tontería, que hasta se la he oído decir a algunos estudiantes de historia, periodistas de carrera y profesión y charlatanes de debates televisivos de política.
Lo mismo podemos decir de la afirmación en la que se identifica sólo a las derechas con los regímenes fascistas, a quienes remito a la lectura de la vida de Vladimir Ilich Ulianov, conocido como Lenin. Así qué, sobra cualquier otro comentario.
Me he permitido hacer el análisis anterior para responder a otras falacias más, sobre todo de determinados miembros del PP, entre ellos uno de los más representativos Rafael Hernando, simpatizantes, votantes y demás familia, entre la que, por cierto, se encontraban muchos de los pensionistas que ahora han declarado la guerra al gobierno. Y, reiterando, mi escasa afinidad con Pablo Iglesias y la Sra. Montero, me sorprende el razonamiento de aquellos mismos que hacen las afirmaciones anteriores, sobre la vergüenza que esta pareja haya adquirido un chalet de 660.000 euros, en la Sierra de Madrid, como comunistas que son.
Decir “comunistas” nos obligaría a analizar los diferentes tipos de comunismo, cuestión que creo no procede. Sólo decir que, el Sr. Iglesias no se considera comunista, sino según ha manifestado en alguna ocasión, marxista, en cuanto a las políticas abogadas por Carlos Marx, que si bien evolucionan hacia el comunismo, con etapa intermedia o de transición llamada socialismo. Dicho en el contexto actual, no es más que una política social a favor del ciudadanos y clases sociales más desfavorecidas dentro del sistema, con el deseo de alcanzar todo el mundo un mínimo de supervivencia digna, donde los que más ganen contribuyan más al sistema, y punto. Quizá esto ofenda o sea muy transgresor parar la gente de la derecha de este país. Lo demás, son teorías filosóficas que lo difícil es encajarlas en el mundo actual y, de las que podemos discutir en otro contexto y con más tiempo, por no decir espacio en este tipo de medios.
Sólo un mal nacido, y perdonen por la expresión, puede impedir o desear que cualquier individuo crezca como persona en todos los ámbitos de la vida, desde el más íntimo que gestionamos cada uno hasta los más externos en cuanto a seres sociales que somos; y lo digo tan claro, porque, quienes piensan que por sentirnos más afines a los derechos de los más desfavorecidos luchando por una sociedad donde impere la justicia social; tenemos que renunciar a nuestra vida, quizá menos regalada y burguesa como para algunos que hacen tal juicio; quizá porque ha trabajado mucho, tenga dinero ganado honradamente, o por la razón que sea; que a nadie tiene que justificar, salvo al fisco. Pero, parece que a la gente molesta y, a veces hasta le pica, que los que están a nuestro ladro prosperen, descargando en ellos nuestra propia frustración, porque sino fuera así, un buen nacido se alegraría, simplemente por un sentimiento noble y de reconocimiento personal y social. Claro está, siempre que el reconocimiento del que ha sido objeto haya sido merecedor por sus actitudes y aptitudes, y no por acciones reprobables desde el punto de vista moral o legal.
Así, porque me considero un buen nacido, no fans de la super-pareja de Podemos, les deseo disfruten del seguro merecido chalet, porque aunque determinadas acciones suyas no me gustan, políticamente hablando, sin embargo no dejo de reconocer su aportación social en este momento como político, pero también en ámbito académico y, seguro que en el personal, simplemente después de haber coincidido con su padre en Zamora, donde he vivido y trabajado algunos años, por aquello de que, “de tal palo tal astilla”.
” Así, porque me considero un buen nacido, no fans de la super-pareja de Podemos, les deseo disfruten del seguro merecido chalet…”
Y, a los que le pique que los obreros o hijos de obreros o no obreros prosperen, que se rasquen…, no les queda otra, pero; por favor, utilicen adecuadamente los términos políticos y juzguen dentro del contexto en el que nos movemos si queremos continuar con una sociedad pacífica donde los posicionamientos ideológicos dialoguen y voten. A ver si van a ser ellos, los que echan azufre sobre la izquierda, los defensores de una revolución para coronar con laureles a un salvador de la patria que, por favor, no sea Rajoy… O quizá sí, sólo si me demuestra que es capaz de estar a la altura de un hombre de estado, donde él, de el primer paso sincero, con la intención de solventar al grave problema de Cataluña y no de imponer artículos de la Constitución.
No estaría mal empezar a andar en este sentido, quizá así quedaría en evidencia de quien quiere imponer y quien negociar.