PREMIOS NOBEL PARA MUESTRA UN BOTÓN DE QUE NO PODEMOS EXPORTAR POLÍTICOS

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Desde hace décadas venimos reivindicando la política, que cuando transitaba a la democracia tenía glamour y todo eso, pero al final nos hemos quedado con que nuestros políticos son lo menos exportable de nuestra cultura histórica. A salvo de Fernando el Católico, que dicen que ha sido la cabeza política más clara de la historia de España, no tenemos mucha reserva que digamos. Para muestra el botón de los premios Nobel. Ni uno de ellos es político y por algo será. España es un país pasional, quizás por eso les gustaba tanto a escritores como Gerald Brenan, Washington Irwin o Hemingway, quizás sobre todo a este último, que tenía un baile y una pulsión con la muerte, pasión extrema y por tanto taurina e ibérica.

Aquí se vive de verdad. Y eso significa que no hay Disneyland que valga. Hasta los héroes mitológicos son verdaderos, pues hay que decir que el Cid, Viriato, Agustina de Aragón y ese largo etcétera de luchadores lo fueron de verdad y no una ficción como el Roland francés o el rey Arturo o el mismo Robín de los bosques de los ingleses. En Europa, las grandes naciones han tejido sus leyendas fundacionales con mitos inventados más pertenecientes al territorio de la literatura que a la realidad. Nosotros, por el contrario, nos hemos forjado la leyenda a base de huevos puestos por el pueblo, pero no por los políticos, que siempre son de lo peor a salvo de contadísimas excepciones.

Todo Occidente sabe que Andalucía es la cultura trimilenaria más antigua de nuestra civilización, con origen en el mítico Tartesos de Gargoris y Habidis y la cultura dolménica posterior, y los nacionalistas catalanes y vascos y un poco los gallegos, deberían saber por otra parte que donde anida la sabiduría es en nuestro Mediodía. El pueblo es sabio allí sin necesidad de intelectualidad ni de conocimientos, pues el magma alimenta una cultura sabia y milenaria de donde han surgido figuras grandiosas en todas las grandes épocas de la historia de la humanidad. Tanto en la Antigüedad Clásica, como en la Edad Media, como en la Modernidad, Andalucía está conectada con el duende, que por dar no sólo ha dado aristas sino tres de los mejores y más cultos emperadores romanos como fueron Marco Aurelio, Adriano y Trajano, los tres hispanos hasta la médula y hasta respirar basta.

Soy nacionalista andaluz porque serlo es la mayor afirmación de lo español. Asturias y Andalucía son los puntos cardinales de nuestra raigambre  patriótica, y luego Madrid. Pero yo decía antes, en el título del artículo, que los premios Nobel son muestra de botón de que podemos exportar artistas, filósofos y científicos por el mundo y no políticos, que son la forma más conseguida de nuestra peor sombra.

Juan Ramón Jiménez, Jacinto Benavente, Echegaray, Cela, Aleixandre, literatos, y Ramon y Cajal y Severo Ochoa, científicos. Y esos insignes premiados no son nada más que una muestra de la calidad española más allá de la política. Seneca, Maimónides, Ramon Llul, Falla, Lorca, Velazquez, Murillo, Albeniz, Miguel Servet, Isaac Peral, Picasso y Goya y Dalí y Miró , Jovellanos, Antonio Machado, Cervantes, Quevedo, Lope, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Galdós… ¿sigo?, Unamuno, Baroja, Ortega, María Zambrano… Jorge Manrique, AlfonsoX el Sabio, Rosalía De Castro… pero por Dios ¿dónde acaba la lista para que nos demos cuenta que no podemos exportar políticos y que nos comemos los sesos por elegir a los mejores cuando sólo elegimos entre lo peor de cada casa?

Amo a mi país aunque a veces no pueda admirarlo. Ser español te da pasaporte para un destino duro que, por descontado, te obliga a llevar al descubierto todas tus heridas para que te las sangren, que te pide honestidad a cambio de nada, que nunca sino hasta el entierro canta el mérito de sus mejores hijos, ser español es eso y, además, asistir impotente a que te gobiernen y administren tus dineros los peores, a soportar fracciones y deslealtades entre regiones, a no sentirse español en todos los rincones del país, a vivir en la improvisación constante, a estar en un pálpito de pulsiones rencorosas, a sufrir envidias ajenas y, a pesar de todo, ser consciente de que España no ha pasado sin gloria por la historia humana sino que, por lo demás, ha escrito paginas memorables dignas de eso que mejor sabemos dar. País de extremos, también somos valientes y honrados, solidarios y algunas veces enormes, rebeldes como pocos, orgullosos en demasía, pero ignorantes de algo tan elemental como que unidos nos va siempre mol be.

 

 

 

1 COMENTARIO

  1. Te olvidas de que la cultura, antes que mediterránea fue atlántica, y atlántico es el primer estado moderno, el reino suevo, y atlántica sigue siendo la magia y lo popular visto desde la individualidad, no desde la globalidad. La Acracia siempre ha estado en el atlántico, oculta por brumas y encantamientos que la preserven del afán comercial y globalizador del Mediterráneo, y el futuro, libertario, económicamente irrelevante, marcado por el ocio creativo, nacerá en el Atlántico. Aún nadie ha dejado más poso cultural, que haya pervivido más tiempo, que los pueblos celtas. Claro, es posible, la pasión, le identidad, me pueden.

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