PONGAMOS QUE HABLO DE ELECCIONES. PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID

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Más allá del ruido mediático y de las grandilocuentes conclusiones sobre la derechización o la fascistización de Madrid convendría calmar los ánimos y hacer reflexión sobre los errores propios de las formaciones que han salido más perjudicadas por la hábil estrategia que pilló con el pie cambiado a sanchistas y arrimadistas cuando pensaban que la moción de censura sería un paseo.

No habrá que negarle habilidad y cintura a la Sra. Ayuso, aunque mirando atrás no me extraña que reaccionara rápidamente, no como Rajoy que podría haber evitado la moción de censura de Sánchez con tan solo dimitir mientras comía al lado del Congreso ─tanto esperar ver pasar el entierro del enemigo pasar, no se dio cuenta que era el suyo el que se oficiaba─.

No es mi intención en este artículo deslucir la victoria de la derecha en Madrid (¡ha ganado sin paliativos!), ni disculpar la derrota de la izquierda (¡ha recogido lo que sembró!). Hacer más listos o más tontos a los ciudadanos en función de lo que votan –mejor dicho, de si me votan o no– es propio de engreídos petulantes.

Fuera del ruido mediático, estas elecciones me sirven para analizar el sistema electoral que se aplica en Madrid, dadas las características tan particulares de esta Autonomía.

Lo más llamativo es que en Madrid se vota en circunscripción única. Y esa es una de las claves de mi propuesta de reforma electoral.

Repasemos los Criterios básicos para garantizar la igualdad de los ciudadanos, que contenía mi propuesta de reforma del sistema electoral:

  1. Circunscripción electoral única para todo el territorio.
  2. Eliminación de la exigencia de mínimos para obtener representación.
  3. Asignación de escaños proporcional a los votos obtenidos por cada candidatura utilizando el método/cociente Hare u otro similar (Droop, Imperiali)
  4. Garantizar la presencia igualitaria de todas las candidaturas en los medios de comunicación. En noticias, debates y publicidad.

Ciertamente, Madrid cumple con la primera condición. Sin embargo, no lo hace con las otras, y ello implica unas deformaciones de la voluntad popular que pretendo describir.

La más importante, la que más deforma la voluntad popular, es la exigencia de un mínimo –en este caso del 5%– para poder acceder al reparto de escaños.

Con el fin de ver gráficamente esa deformación, os incluyo a continuación la siguiente gráfica.

Vemos superpuestos los repartos de escaños realizados con los mismos resultados de la votación del martes, 4 de mayo.

En el primer corte, el más pequeño, vemos los asignados según el sistema vigente: Circunscripción Única, mínimo del 5% para acceder a representación y reparto por el sistema o ley D’Hondt.

En el segundo corte, intermedio, un reparto que mantiene la Circunscripción Única, elimina la exigencia de mínimo y utiliza igualmente la ley D’Hondt para asignar los escaños.

Finalmente, en el tercer corte, exterior, utilizamos el sistema de reparto proporcional y a resto mayor, llamado Hare, con las mismas condiciones que el anterior: Circunscripción Única, sin mínimos.

Es evidente que, al ser circunscripción única, el reparto mejora respecto al sistema utilizado en la elección del Congreso de los Diputados y en las autonomías donde hay varias provincias (circunscripciones) y donde además la asignación de escaños a las provincias deforma aun más el sistema al sobre-representar a las menos pobladas. (Aun en el caso de asignar proporcionalmente los escaños en función del censo se generarían deformaciones de la voluntad popular. Pero eso corresponde a otros análisis, ya realizados.)

Al imponer un mínimo del 5%, deja fuera a candidaturas que tienen votos suficientes para obtener más de un escaño. Veamos. Un escaño en Madrid en estas elecciones tiene un coste medio de 26.635.- votos: es el resultado de dividir los 3.622.363.- votos válidos por los 136 diputados de la Asamblea de Madrid.

Ciudadanos ha obtenido el 3,57% de los votos, es decir, 129.216.- votos válidos. El coste medio de un diputado es el 0,74% de los votos válidos.

En esta ocasión ha sido C’s; en las pasadas catalanas de febrero, fue el PDeCAT el que no llegó al 3% en la circunscripción de Barcelona y también quedó fuera. En otras fue UPyD, y en otras IU.

Dejar sin representación a unos ciudadanos que han decidido votar, en aras de una supuesta gobernabilidad, es indecente. Y lo más grave: el sistema español (el madrileño también) se autodefinen como proporcionales.

El total de votos válidos con valor igual a cero es de 166.444.- (el 4,59%). Se puede discutir si es justo o no dar un diputado al PACMA con tan solo 15.507.- votos, pero es evidente que no asignar ningún diputado a C’s parece todo menos democrático.

Es evidente que los argumentos en pro de facilitar la gobernabilidad no parecen responder a esa necesidad de dejar una parte importante de la ciudadanía sin representación. Los sistemas electorales que pretenden generar mayorías utilizan sistemas mayoritarios, es el caso de Francia o Gran Bretaña; sin embargo, en España esta deformación responde más a la voluntad de generar un sistema partitocrático cerrado que impida la aparición de nuevos actores políticos, ya que las mayorías generadas son raramente absolutas y necesitan habitualmente pactar con pequeños partidos.

En el caso de Madrid, la restricción principal es la exigencia de un mínimo de votos del 5% para acceder a representación. Como se puede observar en el primer gráfico, al eliminar esa restricción –y aun manteniendo el sistema de reparto mediante el método D’Hondt– la proporcionalidad mejora incluyendo a todos los votantes de C’s. Se puede observar en el siguiente gráfico que los costes medios por escaño de los 4 primeros partidos suben, al tener que ceder el PP 2 escaños y los otros uno cada uno al partido que recibe justamente los 5 escaños que el actual sistema le sisa. Es una mejora de la representatividad que, aún así, beneficia al primer partido –en este caso el PP–, ya que mantiene los costes medios por escaño más bajos.

Si, además de eliminar el 5% de mínimo, realizamos el reparto con el sistema Hare, los costes medios de todos los partidos quedan más igualados y más cercanos al coste medio general: 26.635.-; el PP perdería otros dos diputados y Vox recuperaría uno, y el otro permitiría la entrada de PACMA en la Asamblea de Madrid. Ciertamente, el coste del escaño de PACMA estaría en el 58,27% del coste medio. Desde un punto de vista representativo es preferible permitir ese mal menor, aunque puede ser comprensible exigir que, para optar a representación, se exija al menos superar el coste medio de votos válidos.

Si se optase por exigir el coste medio de votos válidos se podría repartir con el sistema D’Hondt tal como lo he realizado antes, o bien con el Hare recalculando la media de los votos a candidaturas con derecho a representación, esto es:

Todo un análisis para concluir que caminar hacia un sistema electoral más justo dependerá de la capacidad de movilización de los ciudadanos y no tanto de la voluntad de las cúpulas de los partidos. En tiempos de Aguirre, en Madrid se especulaba con introducir circunscripciones uninominales con el camelo de votar a personas. Eso sería caminar hacia un sistema mayoritario que dejaría aún a más ciudadanos sin representación.

Está bien un sistema de circunscripción única siempre que no se introduzcan elementos distorsionantes como el mínimo de un 5% o un 3%. Máximo es razonable hablar de un mínimo de la media total de votos válidos.

Hablar de gobernabilidad con un resultado tan obvio no parece ser de interés en este artículo, ya que con cualquiera de los sistemas propuestos el PP podría formar gobierno con el apoyo de Vox. Sin embargo, es importante no descuidar ese tema en una reforma general de sistema.

Del abandono de la política de Pablo Iglesias o de los comentarios sobre lo ultraderechista que se ha vuelto Madrid según algunos izquierdistas o secesionistas hablaremos en breve.

 

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