Pokémon Go es un fenómeno social de magnitudes épicas. Miles y miles de personas en todo el mundo se han descargado en sus móviles Pokémon Go y se han lanzado a la aventura de buscar y capturar distintas especies de Pokémon, en realidad aumentada, escondidas en el mundo real.
Criaturas irreales, problemas reales.
El problema no es sólo que hordas de personas recorran obsesivamente las calles, edificios, parques y monumentos en busca de criaturas virtuales, chocando con viandantes, farolas, tropezando en escalones, provocando accidentes de tráfico y provocando alguna que otra muerte.
Quienes se instalan el videojuego y se aficionan, parece que literalmente no pueden parar de jugar, lo que incluye hacerlo en el trabajo, durante un tiempo precioso en el que deberían estar trabajando para su empresa. ¿Consecuencia? Caída en picado de la productividad de esos trabajadores.
¿Cuántos de los empleados que prestan servicios cara al público, hacen más caso a su móvil que a los clientes? Algún empleado que tiene cerca el móvil, está más pendiente de que éste le avise con una vibración y una luz de la presencia de pokémons que de trabajar.
La gente es capaz de ir jugando a Pokémon Go mientras conduce, y también mientras está subida a una grúa o manejando maquinaria peligrosa. Las empresas tienen que ser tajantes en ese punto e impedir que ocurran accidentes laborales ocasionados por estar más preocupados de capturar monstruitos que de cumplir las normas de prevención de riesgos.
Las empresas que proporcionan teléfonos a sus empleados, se pueden preparar para pagar consumo extra de datos. Para capturar pokémons, el usuario debe instalarse la aplicación, que a su vez se conecta al GPS, que es lo que permite al jugador ir recorriendo los espacios en busca de criaturas virtuales e interactuar con ellas. Pero este proceso consume gran cantidad de datos móviles, con lo que la factura de su compañía por los móviles de empresa puede notarlo al final de cada mes. El consumo de batería también es desorbitado, así que no se extrañe si sus empleados se encuentran ilocalizables por falta de batería en el momento menos pensado.
“La gente es capaz de ir jugando a Pokémon Go mientras conduce, y también mientras está subida a una grúa o manejando maquinaria peligrosa.”
Pero hay un riesgo mucho más alto para las empresas y es la privacidad y brechas de seguridad. Para instalarse el juego, el usuario debe dar permiso al fabricante para usar su cámara de teléfono y su ubicación, además de darle acceso a sus cuentas de Google lo que incluye el correo electrónico, documentos almacenados, etc.
Si, además se conecta a redes Wifi gratuitas, se puede exponer a hackers informáticos que usan estas redes para acceder a sus datos personales de forma fraudulenta. ¿De verdad puede permitirse una empresa abrir de par en par las puertas de su información corporativa por culpa de un juego?
Las empresas deberán decidir si va a introducir cambios en la política de uso de móviles corporativos, prohibiendo la instalación de aplicaciones de este tipo o, si ya existe esa prohibición genérica, hacer llegar a la plantilla un recordatorio de las normas de uso. También deberá comprobar qué política de uso de móviles particulares existe en su empresa y si se está cumpliendo para recordar a los trabajadores, por ejemplo, la prohibición de jugar en horas de trabajo. También puede aprovechar para enviar un recordatorio en materia de seguridad y prevención de riesgos laborales.
Pero no todo es negativo para las empresas. Algunos responsables de Recursos Humanos han visto en Pokémon no sólo amenazas, riesgos y problemas, sino también oportunidades. Consideran que puede aprovecharse este fenómeno lúdico y social para cohesionar equipos (team building), haciendo que interactúen a través del juego trabajadores que normalmente no lo hacen y logrando momentos de diversión y buen ambiente fuera del tiempo de trabajo. Los más optimistas incluso ven beneficios para la creatividad y hasta para fomentar el ejercicio físico entre los trabajadores que deben salir a la calle y caminar en busca de las criaturas. Incluso algunas empresas están instaurando Happy hours y ratos de desconexión del trabajo para jugar a Pokémon.
Este artículo me parece absolutamente de chiste. Si tienes en tu empresa a un trabajador que juega a pokemon durante su horario laboral, despídelo. Si realmente está tan enganchado, no creo que aporte nada a la empresa. Quien juega conduciendo, que asuma riesgos. En general, nada de lo que dices en el artículo está fuera de lo que yo llamaría ‘sentido común’, aunque cierto es que es el menos común de los sentidos.
Si la gente no sabe diferenciar entre trabajo y ocio y es tan necia de mezclar un juego con el trabajo, mal van a educar a sus hijos, por ejemplo.
De todas formas, si no quieres que los conductores vayan a más de 120km/h, no hagas coches que puedan superar esa velocidad. Si no quieres guerras, muertes o destrucción, no fabriques armas. Si no quieres a una masa de borregos, edúcalos. Si esos borregos no son capaces de controlar las ganas de jugar a pokemon go… En fin.
Y por cierto, echar la culpa al juego no tiene sentido. Yo me decantaría más por preocuparme por lo que la gente hace con su libertad y tiempo.
También se me olvidaba comentar que los datos que has dado sobre el juego: que gasta muchos datos que pueden acarrear gastos mayores en las facturas telefónicas. En cuanto a eso, no sé si has jugado, pero no gasta prácticamente nada, sólo decir que más o menos gasta lo que gasta hablar por whatsapp durante un mes (enviando archivos como fotos y demás). Así que esa información me hace estar en desacuerdo.
El fanatismo es malo en cualquier aspecto, y ya te digo que yo creo que habría que preocuparse primero de la educación y después de ver que hemos hecho mal, arreglarlo, o al menos, intentarlo. Sólo criticarlo no lleva a ningún lado.