¡Una montaña de carne! Así definía un afamado artista conceptual la obra de Jenny Saville (Cambridge, 1970). La intransigencia y el rencor son moneda tan común en el mundo de la cultura…
En realidad trataba de criticar al mercado del arte (del que forma parte también pues vende a través de galerías, expone en museos e instituciones culturales -de los que cobra-, participa en ferias y bienales…) quejándose del alto precio alcanzado por Propped hace un par de años en Sotheby’s (10,8 millones de euros), el más alto jamás pagado en una subasta por una artista viva.
Jenny Saville no gusta a todo el mundo, evidentemente. De hecho me atrevería decir que se encuentra entre ese grupo de artistas a los que los profesionales del sector acostumbran a vapulear cada vez que pueden. Su pecado es efectuar una pintura figurativa insaciable, incontenible, instintiva, complicada, desagradable… En realidad ha puesto a prueba este medio desde muy joven. Los temas que propone han sido capaces de articular una poderosa conciencia contemporánea de lo que significa estar en este mundo siendo una mujer.
El género (esa identidad tan elusiva construida muchas veces –casi siempre- a partir del cuerpo) fue en sus inicios el motor de su trabajo. Y ella misma el motivo (la modelo) a partir del cual edificaría unas imágenes enormes y rotundas. Como la de esta mujer desnuda, vestida apenas con unos zapatos plateados. Efectivamente, esta montaña de carne, se instala en precario equilibrio sobre un taburete de máquina de coser Singer. ¿Si es algo más,…? Allá vosotros.
La visión de sus enormes rodillas guiará nuestra mirada hasta unas manos cuyos dedos se clavan en los muslos. Pero nuestros ojos no se detendrán ahí, seguirán el viaje que nos lleve hasta lo alto del cuadro. Desde abajo nos sentiremos poca cosa ante esos dos cortes de oscuridad que nos desafían. Desarmados por ese vistazo entre despectivo y rabioso nos refugiamos en las incisiones efectuadas sobre las grandes capas de pintura –pobre consuelo-. Si hubiésemos asistido a la inauguración de la exposición en Glasgow, donde esta obra fue mostrada frente a un espejo, leeríamos las desalentadoras palabras de Luce Irigaray –acuchilladas- sobre el lienzo y nosotros dentro de ese espacio simbólico del cuadro… desolados… y advertidos.[1]
Desde luego el cuerpo se nos antoja extrañamente familiar… pero nadie lo va a celebrar como heroico en estos días… son de otro tipo los que se llevan. Sí, Saville admira a Rubens (que poco le gustan las mujeres entradas en carnes a mi querido artista conceptual) pero aún no van por ahí los tiros. Aquí hay más Miguel Angel, más piedra -más esculturas de esclavos inacabadas- que dulces féminas al servicio de la mirada y de los deseos del hombre. Esta mujer es incontenible, literalmente. Hoy, esta pintura es considerada una declaración política y feminista. En Realidad es mucho más,… es una pintura excepcional. Le pese a quien le pese.
Plan es un enorme proyecto de mujer. Vista desde abajo (no se puede contemplar de otra forma) combina un impactante volumen físico con una perspectiva extrema. Son cuerpos solitarios, como sus sueños y anhelos, como sus planes. Otra montaña sí, con marcas que parecen ser cotas de nivel, delineadas, cartografiadas,… esperando el bisturí liberador del cirujano estético… apiladas ante la puerta del quirófano (como reses en el matadero –carne al final cabo-). Nuevos territorios.
Pero, ¿de quién es realmente este plan?. Saville recuerda muy bien como en Glasgow, a principios de los 90, tenía que explicar una y otra vez el significado de estas líneas, de estas marcas:
«¿Liposucción? ¿Qué es? Esa es una palabra extraña. Y ahora no creo que haya nadie en el mundo occidental que no sepa qué es eso. »
En este brutal autorretrato nos encontramos con un intransigente estudio del desnudo femenino. Es un tema recurrente en el análisis artístico de Saville que prefiere trabajar a partir de fotografías que con modelos al natural. De esta forma también subvierte otro de los grandes tópicos de la pintura occidental: el pintor y la modelo. Ella es ambas cosas. Desborda todo tipo de clichés así como sus figuras rebasan los límites del marco.
Con enorme oficio (por si alguien dudaba de ello) despliega una pincelada que es, a la vez, delicada y agresiva. Nada escapara a esos empastes gruesos capaces de capturar cada hoyuelo, cada vena, cada mechón de cabello… no se teme a sí misma, no desconfía de su cuerpo,… se enfrenta al “culto al ejercicio” y a la “necesidad terapéutica de la cirugía estética”. Si hay algo que cortar será… la pintura. ¿Sois ya conscientes de lo que nos muestra Saville?:[2]
«No estoy pintando mujeres asquerosas y grandes. Estoy pintando mujeres a las que se les ha hecho pensar que son grandes y asquerosas»
Recurrir a la historia del desnudo femenino, hasta ahora efectuada casi exclusivamente por hombres, le va a permitir muchas más cosas que las que sospechaba en sus inicios… le va a permitir combinar la aprensión con la empatía, la vulnerabilidad con el asombro. Lejos, muy lejos, de los ideales del cuerpo femenino sintetizados por Luce Irigaray como delicado, irracional, pequeño, decorativo, solidario.
Saville no sólo trastorna y turba las nociones tradicionales de belleza femenina, sino que entra directamente a tratar las categorizaciones de género. Los límites, no solo los del cuerpo femenino, se empezarán a ver completamente desarbolados, las identidades reconsideradas.
En Matrix el tema es otro artista, Del LaGrace Volcano, que nació intersexual, se crió como una mujer y luego se convirtió en un hombre. Matrix le permitirá socavar los fundamentos conceptuales del retrato tradicional. Los sujetos ya no sea atan a las habituales opciones sexuales y existenciales… éstas se multiplican de una manera cada vez más prolífica. Es la era de la individualización,… y también de la transformación. Hoy, gracias a la cirugía, existen cuerpos sólo anteriormente soñados. No hay nada más contemporáneo. No necesitamos esperar milenios para mutar evolucionando hacia lo que sentimos. Reconceptualizamos y normalizamos a una velocidad de vértigo.[3]
En Passage se muestra a una mujer desnuda, segura de sí misma. Casi recostada y con las piernas extendidas,… tanto que se extienden mucho más allá del marco de la imagen.
El lienzo parece inacabado –aparentemente-, un gran esbozo de lo que ha de ser. Nuevamente desafiando las representaciones tradicionales del desnudo tumbado o reclinado. Aquí la carne (sí, otra vez la carne) surge a partir de un tipo de pincelada muy enérgica, plena de poder y agresividad… y a la vez suntuosa… muy a la manera de Willem de Kooning, al que Saville cita a menudo:[4]
«La carne fue la razón por la que se inventó la pintura al óleo.»
La figura, una mujer transgénero, dotada con un pene natural y senos realzados quirúrgicamente se reclina de la manera más provocativa posible,… enarbolando una mirada orgullosa y provocativa. El espectador es seducido (por lo que se muestra) y retado (a aceptarlo sin prejuicios)… tal y como haríamos ante una escultura griega o romana.
La posición adoptada y el manejo de la pincelada dirige nuestra mirada desde las piernas hacia el torso, y desde los senos hacia la cabeza, creando una particular orografía de género. La pieza proviene de la etapa en la que Saville vivía y trabajaba en Palermo. En esta época comenzó a fotografiar a travestis y personas transgénero en Roma, fascinada por la contemporánea capacidad de hibridación de los cuerpos (natural o artificialmente).[5]
Una de las series más conocidas de Saville es Stare. En 2009, la banda Manic Street Preachers decidió utilizar para la carátula de Journal for Plague Lovers esta imagen. La polémica suscitada generó una inmediata discusión sobre lo inapropiado de mostrar en público algo que les parecía violento e impúdico. Incluso se llegaron a negar a venderlo en tiendas minoristas.
En realidad el tema es bastante curioso porque no sabían realmente que estaban viendo. La idea para Stare surgió desde la concepción de la licuefacción de la carne. Una idea que rondaba a Saville desde hace tiempo. Los accidentes tiene mucho que ver con las aportaciones creativas en nuestra sociedad. Una mancha de vino de Oporto en el rostro que aparecía en una pequeña fotografía publicada en un libro de texto sobre dermatología tuvo la culpa. A partir de aquí, las aparienciasde violencia en un rostro que no sabemos si pertenece a un hombre una mujer han provocado todo tipo de comentarios. De lo que no cabe duda es de la fuerza de su mirada.
Y de que al tratarse de una serie, le permitió experimentar en un camino en el que la figuración y la abstracción no solo conviviesen… sino que se reforzasen mutuamente hasta producir lo que Linda Nochlin ha definido como “La imagen de nuestros propios tiempos ominosos e irracionales”.[6]
The Mothers nos lleva a un territorio totalmente diferente. Desde un punto de vista caóticamente renacentista, Saville se autorretrata en la etapa final del embarazo, sujetando arduamente a dos bebés que se arquean y retuercen, sobre un vientre –el suyo- hinchado.
Podemos ver como ha dibujado y borrado, perfilado y desechado, varias veces distintas figuras (o las mismas). Superposición y sobreposición buscan afanosamente crear una sensación de movimiento, casi de ubicuidad. El dibujo lineal, rápido, es combinado con una pintura gruesa… carnosa podríamos decir.
Esta pintura que se mueve es diferente, realmente distinta, de la vista hasta ahora. La razón aparece muy clara en el motivo de la pintura: la maternidad. Según Saville, han sido sus propios hijos los que la han de convertirse en una especie de pintor de género en la tradición de Freud, Bacon o Auerbach. Probablemente estaba exagerando, pero algo de cierto hay en esta afirmación, y de satisfacción con el camino emprendido también.
The Mothers nos recuerda rápidamente a Leonardo, pero también a artistas contemporáneas como Mary Kelly… Todo se complica al combinar las influencias de la historia del arte clásico con motivos muy actuales (el rol de madre, hoy), la pintora y la modelo (la misma persona)… una mujer que sabe que significa sentir la maternidad pinta a una madre ¿virgen? –como hacían los viejos maestros-. ¡El realismo llevado a su máxima expresión!
Olympia,… dos cuerpos entrelazados -¿dos?-, uno negro y otro blanco. Rápidamente acude a nuestra memoria la Olimpia de Manet de 1863. Pero aquí nos encontramos trazos de pintura mucho más gruesa, brochazos descontextualizados, líneas sueltas, garabateadas,… y de fondo un paisaje urbano ¿dibujado, un póster?.
Pintura y dibujo, figuración y abstracción, ¿pintura dentro de la pintura?. Los cuerpos, como siempre en la obra de Saville, parecen querer escapar,… multiplicando sus miembros hasta no saber la cantidad de individuos ante los que nos hayamos. Es una masa humana. Todo se acumula. Estratos, capas tras capas de imágenes, realidades superpuestas. Un zapping de información que dificulta la aprehensión de lo que estamos viendo.
Al igual que en la obra de Manet, una -¿varias?- mujer blanca y desnuda… Otra negra ¿es acaso la sirvienta o un hombre forcejeando en una clara relación sexual?
Y esta ¿es consentida o forzada? Todo se muestra y nada esta claro. Saville utiliza las imágenes, el título, la técnica pictórica, para desafiar y cuestionar la manera en que estas escenas han sido presentadas (con obvia ausencia de crítica) a lo largo de la historia de la pintura. No nos engaña cuando afirma:[7]
«Me gusta el lado triste y sucio de las cosas»
En Compass, el cuerpo sigue siendo el foco de atención –visual y temático-, pero irrumpen los colores pastel y el carboncillo dotándo a sus obras una mayor transparencia (hasta ahora eran muros impenetrables). Las cosas son más fluidas pero no más claras.
Sigue la multiplicidad de realidades posibles moviéndose entra la figuración y la abstracción. Todo es posible de imaginar… y de encontrar. Nuestra sociedad multiplica hasta lo inabarcable las imágenes y, por tanto, la inspiración, la intuición, puede llegar desde las procedencias más divergentes: la historia del arte (Picasso se ha vuelto imprescindible en su obra,… Matisse,… sigue Rubens -pero menos rotundo-,… está Velázquez, Leonardo, Tiziano, Tintoretto… y las relaciones con las muestras de fertilidad del mundo antiguo –ahí estamos ante algo que tiene que ver con fuerzas más allá de la estética-); la inmensa cantidad de libros de texto sobre cualquier tema a nuestra disposición, las escenas –tremendas- de las prisiones de Abu Ghraib,.. Siria…
Todo accesible, a un golpe de click, con una velocidad que elimina la posibilidad de establecer criterios, categorías, tamaños, importancias…
Los actos, los dramas, se crean y se destruyen en nuestra retina al igual que lo hacen en las obras de Saville. Creación y destrucción, lo presente y lo borrado en la superficie de las obras que nos presenta… Una ambigüedad insondable, en las formas, en los sexos:[8]
«Estamos hechos de masculinidad y feminidad, así que esas son las cosas que se vuelven interesantes al combinarlas.»
Hasta llegar de nuevo a Miguel Angel, la piedra con la que había construido sus pinturas (también la que hoy cuesta más de 10 millones y que tanto duele a algunos), y que le sirve para conformar una nueva Pieta (azul, como la del joven Picasso en uno de sus momentos más tristes) llena de dolor, tristeza, pobreza… melancolía por un mundo que rebaja la edad del Cristo yacente hasta la infancia.
En este caso los brazos que sostienen el cuerpo sin vida serán los del padre… es como si Jenny Saville le hubiese concedido un permiso a sus montañas de carne. Desde luego ha sido colosal lo que han expresado “de la mano”,… desde la intuición de lo aquella joven artista de 22 años proyectaba… pero solo están recuperándose de tanta rabia, dolor, frustración, vértigo.. de ser mujer. Probablemente están a la espera de nuevas revelaciones como la que tuvo al ver trabajar a un cirujano y volverán, claro, aunque no sabemos con que forma. Sin duda, la que ellas quieran porque… timidas no son:[9]
«Me gustó esta idea de que la carne era algo que podías manipular y mover, de la misma manera que lo haces con la pintura.»
Quería hablar de arte. Quizás lo he hecho. No mucho. Hoy tocaba hablar de imprescindible montañas de carne.
* Mientras escribía sonaba una y otra vez, desesperada y obsesivamente, Shy, Ani DiFranco, 1995. (Podéis hacer lo mismo… o no)
[1] «Si continuamos hablando lo mismo, si nos hablamos como se hablan los hombres desde hace siglos, como nos han enseñado a hablar, nos fallaremos mutuamente. Otra vez… las palabras pasarán a través de nuestros cuerpos, por encima de nuestras cabezas, para perderse, perdernos».Luce Irigaray, “When Our Lips Speak Together,” trans. Carolyn Burke, in Signs 6, no. 1, issue titled “Women: Sex and Sexuality, Part 2” (Autumn 1980), p. 69
[2] “Muchas mujeres por ahí se ven y se sienten así, hechas para temer su propio exceso, absorbidas por el culto al ejercicio, la gran búsqueda de ser delgada. La retórica utilizada contra la obesidad hace que suene mucho peor que el alcohol o fumar, sin embargo, pueden causarle mucho más daño. No estoy pintando mujeres asquerosas y grandes. Estoy pintando mujeres a las que se les ha hecho pensar que son grandes y asquerosas, que imaginan que sus muslos seguirán así para siempre para siempre”. Independent, Hunter Davies interview Jenny Saville, Tuesday 1 March 1994
https://www.independent.co.uk/life-style/interview-this-is-jenny-and-this-is-her-plan-men-paint-female-beauty-in-stereotypes-jenny-saville-1426296.html
[3] Facebook ofrece cincuenta y seis opciones de identidad de género, y Tinder treinta y siete.
[4] Donald Kuspit, Signos de Psique en el arte moderno y posmoderno, Ed. Akal, 2003, pág 41
[5] Judith Butler ha teorizado sobre el género contemporáneo como una zona de identidades sexuales cambiantes y el rechazo de la diferencia esencial entre hombres y mujeres. Butler, Judith. Bodies That Matter: On the Discursive Limits of “Sex”. New York: Routledge, 1993
[6] Linda Nochlin, Migrants, exh. cat. (New York: Gagosian Gallery, 2003)
[7] Jenny Saville: “I like the down and dirty side of things” – Telegraphhttps://www.telegraph.co.uk/culture/art/art-features/10920986/Jenny-Saville-I-like-the-down-and-dirty-side-of-things.htm
[8] Saville, en Elena Cué, “Interview with Jenny Saville”, The Blog, Huffpost, June 8, 2016 www.huffingtonpost.com/elena-cue/interview-with-jenny-savi_b_10324460.html
[9] Jenny Saville Now, Gagosian quarterly,Summer 2018 Issuehttps://gagosian.com/quarterly/2018/11/05/essay-jenny-saville-now/