¿Qué es la libertad? ¿Cómo ser verdaderamente libres? ¿Quiénes son los libres? ¿Existe realmente la libertad?…
¡Qué preguntas, por Dios! Sí, son preguntas “demasiado” hechas a lo largo del pensamiento humano y diversamente respondidas. Parece, por tanto, una tontería seguir insistiendo en el tema; pero yo soy muy osada, quizás por mi ignorancia…o quizás por mis ansias de saber (qué sabemos allá, diría mi abuela), así que aquí estoy haciéndome esas incomodas preguntas para el ego que nos gobierna y divinas preguntas para el alma que nos configura en lo más profundo.
Necesito responderme, no puedo seguir con la incertidumbre; y para eso, debo bucear sin escafandra en lo más hondo que existe en mí.
¡Vaya por Dios, cuánto atrevimiento por mi parte! Creía que algo iba a mostrárseme, pensé que mi alma se apiadaría y, sucumbiendo a mi impulsiva curiosidad, me mostraría sin reservas las respuestas, clara e ingeniosamente…Descubrí entonces, que no sólo había sido osada sino además muy irrespetuosa, creyéndome en el derecho de SABER sin siquiera SER…
Pero la osadía en mí, lo confieso, es enormemente rebelde, imparable…casi rayando la “egolatría”, cuando se trata de encontrar respuestas a las preguntas que martillean mi ignorancia, y decidí usar de la cabeza, de la “razón”; leer a los unos y a los otros, concretamente a los filósofos… Me encontré con muchas respuestas, de las que destaco algunas:
- Para Platón, Una persona es libre si sus deseos racionales dominan sobre sus deseos irracionales…
- Para Kant, la libertad humana es la facultad de autolegislación, como la capacidad que tiene la razón de ser práctica.
- Para Hegel, la libertad es un derecho porque el derecho es ya la libertad; únicamente la libertad nos hace libres.
- Para Nietzsche, la libertad es un corte que el individuo debe realizar con las opiniones imperantes de la sociedad y de su pasado mismo, a fin de que ninguna opinión lo defina y ninguna ley lo limite.
- Para Foucault, es una práctica reflexiva, en sí misma ética, una libertad en virtud de la cual el sujeto se conduce éticamente en las relaciones consigo mismo y con los demás.
Creí que con el anterior pentagrama de filósofos ilustres, y algunos otros, había indagado bastante; para qué seguir…qué podría yo añadir a lo dicho por ellos, a lo reflexionado por mentes tan brillantes. Pero ya he advertido de que mi osadía casi no tiene límites…seguí y seguí preguntando a mi mente, a mi alma, al Espíritu Creador…nada, ni una sola respuesta que mereciera la pena.
Fue entonces cuando muy cansada, además de rendida, cogí un libro al azar de mi aparentemente ordenada biblioteca, aunque cada libro anda por su sitio; porque así lo decidí para encontrarme con ellos cuando ellos quisieran encontrarse conmigo. Allí estaba: “La chica y la Liturgia”, un libro que me regalo de adolescente una profesora de religión, dña. María Rita, después de hacer unos ejercicio espirituales en un convento. Teniendo el libro en la mano, me dije: “Pero, Cati, ¡por Dios!, ¿en este libro vas a encontrar la libertad?…aun así lo abrí, como es mi costumbre cuando busco respuestas desesperadamente, por una página al azar, situé el dedo índice de mi mano izquierda, con los ojos cerrados, sobre un renglón y, EUREKA, allí decía: “…comulgar con el Espíritu nos hace libres…”. Jolines, si no me hubiera pasado esto muchas veces en la vida, me habría desmayado…
Sí, comulgar con el Espíritu nos hace libres, ya lo creo. Sólo hay que insistir, ser osados; como lo es un hijo con su padre cuando quiere que le compre una moto (como hizo mi hermano, dejando papelitos por toda la casa en los que se leía: “Quiero una moto”. Al final se la compraron).
Yo fui pesada y conseguí que el Espíritu contestara, aunque sólo fuera, a una de mis preguntas, ¿qué es la libertad? Me contestó diciendo: LA LIBERTAD ES LO CONTRARIO DE LA ESCLAVITUD.
Entonces me pregunté por mis grilletes y enseguida supe cuales eran. Después me puse a prueba y traté de quitármelos, pero no pude, fue imposible; estaban hechos de puro acero y se ajustaban a mis tobillos y muñecas perfectamente, como guante a la mano que le es propia ¿Qué hacer entonces?…muy sencillo: preguntarse si la vida merece la pena con esos grilletes. La respuesta estuvo servida.
La Vida merece la pena, para mí, con mis grilletes y ¿por qué? Pues porque mis grilletes son cuatro y yo los valoro más que a mi propia vida. Cuando se tienen grilletes elegidos no significan esclavitud; SON LIBERTAD; porque la libertad puede tener barrotes de hierro y grilletes de acero y, por el contrario, la esclavitud puede tener el mundo entero a sus pies…la diferencia reside en haber vendido el alma al diablo (a aquello que en esencia no eres ni te configura) o habérsela regalado con gusto al Creador, al Espíritu, a Dios (a aquello que nos mece en el dulce sueño de la conciencia tranquila).
Libertad: hermosa bandera blanca, símbolo de la pureza, de la paz y de la bendita rendición a lo que verdaderamente somos y sentimos en lo más profundo. No me rindo a nada, sólo a ti.
Sin duda, Kant es el filósofo de la libertad, pero Foucault es el que mejor la define. De todas formas. al final, la libertad es una aspiración inalcanzable, que se elimina en la práctica diaria al aplicar la ética. Libertad, sería, todo aquello que yo determino sin que mi determinación esté coartada por factores externos a mi. pero esa libertad solo existe en soledad, y ni siquiera, así que pongamos apellido a la libertad, llamémosle libertad social, y en ese caso libertad es todo aquello que me permite colaborar en la libertad de los demás. Lo dicho, una entelequia. Y si hay algo que me recuerda la falta de libertad en la que vivo, es cuando me encuentro alguna reflexión gubernamenteal sobre como coartan mi libertad por “mi bien”. Cuando me multan por mi seguridad, velan por mi salud, subiendo los impuestos, o se preocupan por que sea solidario. Y no me extiendo que el artículo es tuyo. Por cierto, estupendo.