PARECE MENTIRA, PERO ES VERDAD

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Tengo un vago recuerdo infantil de un programa de radio que se escuchaba en mi casa, creo que se titulaba ‘Parece mentira, pero es verdad’. Tampoco me extrañaría que lo hubiese soñado. En cualquier caso, bajo ese lema la mente se entrena a asumir lo inesperado y se capacita para asombrarse, lo que me parece imprescindible para avanzar. Esta reminiscencia me ha venido con la lectura de ‘El mundo no es como crees’ (Ariel), un libro que no tiene un único autor, sino que está firmado nada más ni nada menos que por ‘El Orden Mundial’ (el cual se autodefine como ‘un medio de análisis internacional divulgativo e independiente’). Al margen de pomposidades, las cosas no son, efectivamente, lo que parecen a simple vista. Pasan los años y, sin embargo, seguimos creyendo en hechos erróneos y rechazando realidades incontestables.

A modo de divertimento, me fijaré en los tres países del mundo que consumen más té al año por habitante: primero es Turquía (3 kilos), el segundo es Irlanda y el tercero es el Reino Unido. Si atendemos al mate, la infusión de yerba: Paraguay es el máximo consumidor del mundo, con 12 kilos por persona y año; el doble que la Argentina, que va detrás de Uruguay.

Oficialmente hay todavía 19 colonias en el mundo: de esos territorios, diez pertenecen al Reino Unido, algunos de ellos son paraísos fiscales (una vergüenza consentida); tres son estadounidenses; dos franceses; uno de Nueva Zelanda; el décimo señalado es el Sáhara Occidental, ocupado por Marruecos pero que los autores asignan a España.

Si pensamos en monarquías y repúblicas, éstas son mayoría. Hay 28 monarquías en el mundo y una de ellas, la británica, está extendida a dieciséis países (de la Commonwealth). Siete de ellas son democracias plenas, son las europeas: Dinamarca, España, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, Suecia; no he visto anotado el nombre de Bélgica, imagino que será una errata de omisión. Monarquías parlamentarias que se significan como garantía de estabilidad y equilibrio. La nuestra, por ejemplo y contra una leyenda muy manida, nos resulta más económica que la de Luxemburgo para los luxemburgueses o la presidencia de la República Francesa para los franceses. Por cierto que en la Cataluña oficial que ningunea a la mayoría de ciudadanos catalanes y que proclama que los catalanes no tienen rey, causaría pánico la realización, y publicación, de una auditoría de gastos públicos en los últimos años. Hace unos días se ha destacado que en estos años procesistas, el gasto social se ha recortado en Cataluña en un 8,8%, mientras que en el resto de España se ha incrementado en un 14,8%, esto es, una diferencia de 23 puntos. En efecto, no nos quieren.

En medio de una sensación de colapso generalizado, con estos meses fatídicos de coronavirus, el desempleo, el aumento de la pobreza y la desigualdad se están desbocando. Los nacionalistas, siempre tan orgullosos y satisfechos de haberse conocido, siguen con su binomio populista: ellos (corruptos, incapaces e incompetentes) y nosotros (superiores en inteligencia y virtud, en todo tipo de cualidades). Y de este ‘nosotros’ excluyen a los paisanos que no comulgamos con ellos o bien les replicamos; somos otra cosa. Así será hasta que con los votos se les retire del poder. Inés Arrimadas ganando por votos y escaños, tuvo una victoria pírrica. Pasqual Maragall ganando por votos, no por escaños, hizo crecer extraordinariamente a ERC, en todos los órdenes. Parece mentira, pero es verdad. Hay mucho por mejorar.

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