Descalza de la vida,
Yaciente,
Borrando el aire hasta su aliento.
Una espuma de encajes rotos
Se lleva al paso, detenida en su candor,
A una niña coronada de espinas.
Un día…
Se tendió en esa playa,
Con el pelo y el tiempo encanecido,
Irreversible,
Reconociendo a sus naúfragos
Depositados,
Poco a poco,
Como mercancias
Llevando a bordo su leyenda,
En el lago desecado
De una tierra firme.
Desde un buque fantasma,
Frente al abismo de las cosas:
La arena atraganta las ausencias,
El mar no respira ni agita ilusiones.
Y la luz yace en su sombra,
Sobre un manto de impiedad incandescente.
El cielo marchitado encapota el horizonte
Martilleando como un tríptico de mármol.
Tu carne a la intemperie,
Devorada por gaviotas negras
Desdibujan en tu piel
Las antiguas líneas de un campo de exterminio.
¡Date prisa!,
El paisaje se derrumba,
No se deja mirar de frente.
Y La luz en su altura, se nos hace invisible.
Ningún territorio se revelará
Cuando la noche apacigue moribunda
El rostro de moho
Que cubra los ojos de una patria adormecida,
Que de siempre, nunca moriste.
Madre mía, Marian, qué profundidad y qué plástica literaria tienes!!! Como me gustaría saber escribir así.
La poesía siempre se me ha resistido; y alguien que no escribe poesía no puede llamarse escritor ( bajo mi punto de vista).
Me encanta lo bien que dibujas con palabras.
Un abrazo.