PACTOS DE GOBIERNO ENTRE POLÍTICOS TRILEROS

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A veces uno no tiene más remedio que enfrentarse a la dura existencia, no como últimamente suelo hacerlo, desde una perspectiva más existencial o filosófica, sino más pragmática, intentando analizar la cruda realidad, el porqué de tanta arrogancia política, de tanta confrontación desde el fango en que nuestros políticos y nosotros  mismos, con el monóculo del fanatismo, estamos convirtiendo el suelo donde se sustenta nuestra convivencia democrática, si es que se puede llamar democracia a un sistema tan prostituido por los intereses partidista, donde la división de poderes no es más que una ficticia puesta en escena, donde los derechos y libertades no se analizan desde la correspondencia de los consiguientes deberes y obligaciones que conllevan una responsable gestión de los intereses generales, haciendo de la política, como dijo Groucho Marx: “el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados“.

Este fenómeno de degradación política por el cual los órganos fundamentales del poder estatal se convierten en meros ejecutores de las decisiones adoptadas en la esfera de los partidos políticos nos está llevando, quizá de una forma irreversible, a una descomposición de las estructuras que hacen posible y sustentan la convivencia social, poniendo en peligro incluso la propia configuración de la identidad territorial e histórica que hace posible la conformación del Estado Nacional como un todo que agrupe los cuatro elementos que lo identifican como son la  población, el territorio, el gobierno y la soberanía nacional, que nos diferencia de otros Estados y que nos debería identificar y unir frente a ellos haciendo posible una globalización de integración mundial defendiendo nuestros intereses en los ámbitos económico, político, tecnológico, social y cultural, mediante la responsable gestión de lo común, sin olvidar la otras identidades territoriales que integran el Estado Nacional, desde un nexo de solidaridad, progreso y fuerza común.

Claro que, para que pueda cuajar esa cohabitación política y social habría que cambiar posturas políticas que desde posiciones ideológicas trasnochadas mantienen dividido al país, entre derecha e izquierda, progresistas y conservadores, católicos y  anticlericales, entre vencedores y vencidos, entre rojos y azules, entre estúpidos y más estúpidos que sólo se miran su ombligo, y que una vez más, aunque de una forma más acentuada  que nunca se ha puesto de manifiesto tras las últimas elecciones generales. De manera que los proyectos políticos dejan de serlo convirtiéndose en meras falacias que se intercambian como los cromos, en vez de, en la plaza del pueblo o en  la puerta del cole, en despachos oficiales y a escondidas, con tanta nocturnidad y alevosía que les lleva a la predisposición de no ser lo suficientemente transparentes o de manipular la realidad y la semántica de las pretensiones de las partes negociadoras.

El caso es que, desde el pasado 23 de julio llevamos sin gobierno sometidos a los más puros y viles chantajes, siendo el peor de todos el de los nacionalistas catalanes, con la petición de una amnistía que permita de nuevo prostituir, aún más, la Constitución de 1978, al dejar la puerta abierta a una futura independencia que va en contra de la indisoluble unidad de España; pero sin olvidarnos tampoco, del chantaje de una izquierda radical que, al igual que la extrema derecha, unos como herederos de un comunismo recalcitrante de la dictadura del proletariado  del Siglo pasado cuya principal aberración fue el estaliinismo y, los otros, de la dictadura de Franco, para formar gobiernos a cambio de sillones, sillones y más sillones, no de los que se ocupan sólo para levantar la mano a la hora de votar conforme a la disciplina del partido, sino de despachos ministeriales, secretarías y subsecretarías de Estado, direcciones generales y de otros altos cargos donde se puedan manejar bien los hilos del poder, permitiendo incluso acuerdos in extremis para formar gobiernos en determinadas Comunidades Autónomas, con la manipulación dialéctica de justificar su gobernabilidad, una gobernabilidad de intereses partidistas que se aleja de manera vergonzante de la intención de voto manifestada en las urnas.

Una ley de amnistía a favor de los independentistas, se mire como se mire, va en contra de la Constitución, no sólo desde una análisis jurídico de la configuración del Estado español como un todo, sino también desde la perspectiva de conseguir un convivencia en armonía entre los distintas nacionalidades y regiones. No digo yo que esta Norma de Normas no se pueda reformar, pero para eso sería necesario un consenso político entre la derecha y la izquierda, un acuerdo de Estado con un futuro a largo plazo, imposible cuando el diálogo es con independentistas, radicales de izquierdas y sucesores del franquismo y sólo para hacerse con el gobierno.

Siempre la confrontación de las dos Españas, de la que yo personalmente estoy más que harto. La involución de un país donde la partidocracia es una burla constante de la democracia, donde los lideres políticos son los máximos responsables y los cooperadores necesarios sus votantes que no  son capaces de ver más allá del color del partido al que votan, creyéndose más patriotas y democráticos que el resto, viviendo siempre en el pasado del reproche y la confrontación. Un país miope y alienado donde interesa más enarbolar banderas que solucionar problemas muy graves que nos axfisian como país.

 

 

 

 

 

 

2 COMENTARIOS

  1. Brillante artículo:

    Das en la diana de la solución al problema usando los dardos del consenso, la división de poderes, la defensa de los intereses comunes, la eliminación de la corrupción y el separatismo trasnochado de la minoría a quienes se les otorga el poder de la mayoría.

    Desde luego esto no es democracia.
    Muchas gracias.

  2. Posiblemente tu mejor artículo político. Bienvenido al sector facha, que integramos todos aquellos que tenemos una voz independiente y observamos con horror una carrera por el poder en la que todos los participantes se han dejado la ética en algún recodo del recorrido, y además les importa una mierda, a ellos, y a los fanáticos que los apoyan.

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