El virus se va convirtiendo en serie “B” a la par que se descubre una joya en el fondo más oscuro del armario de la filmoteca.
Catalogada como serie B, en el imaginario colectivo cine malo, en realidad es una película de culto, merecedora de un análisis que la eleve. Me refiero a dejar las discusiones sobre el gusto y el valor del cine, o de la estética, moral o de lo comercialmente con mala reputación.
No es un debate entre películas serie B y películas de culto, no. “Omicrom” debería salir del concepto mal cine en términos de estética, política y valor cultural. La mecánica estética e industrial de la producción de bajo presupuesto a través del terreno de las respuestas de la audiencia y el afecto cinematográfico, es pobre. Las implicaciones morales y éticas no son valoradas.
Como cualquier película de ciencia ficción terrestre que se precie, “Omicron” centra su atención en el concepto de invasión extraterrestre. Seres sensibles de otro planeta que quieren tomar el poder en la Tierra y para hacerlo tratan de amoldarse a los humanos, encontrando en su conformismo la mejor clave de acceso, o al menos la principal, para colarse.
Trabucco, que es propiedad de Omicron, como una vaina que recuerda a las de “Invasion of the Body Snatchers”, es al mismo tiempo propiedad del amo de la sociedad capitalista: un obrero, el último de una clase social, el hostigado por excelencia.
Ugo Gregoretti, el director, realiza una interpretación crítica de la sociedad capitalista, del ciclo productivo, del progresismo conformista tan propenso a los dictados del mercado, y parece pronosticar, a través de algunas sugerencias, la América de Reagan, aquello que Carpenter llama ¿tardía? conciencia de la invasión del germen capitalista, mientras Gregoretti se preocupa por narrar el nacimiento de la invasión en sí.
¿Cómo es posible que una joya tan rica, desde un punto de vista textual, imaginativo, político y cómico, fuera completamente olvidada hasta que los científicos inconscientemente tomaron el mismo nombre para la nueva variante del SARS-CoV-2?
Redescubrir “Omicron” tal vez pueda servir para entender “Omicron”…