La ignorancia lleva a muchos a creer que el fascismo es una ideología de derechas, cuando no es así. Realmente el fascismo es una ideología y un movimiento político de carácter totalitario y antidemocrático, aunque algunos veces se disfrace de partido político, lo que está haciendo que este movimiento se extienda por toda Europa como una reacción a una política globalizada que hace que los Estados pierdan parte de su soberanía a cambio de la unión a otros que facilite, sobre todo, la fuerza económica y el control democrático externo de todos los Estados que se unen y que, aunque en el caso de la Unión Europea el fascismo galopante englobe una ideología de derechas, sin embargo éste también puede ser de izquierdas.
Dicho de otra manera, este radicalismo totalitario que enferma a la democracia y que, como se ha dicho aparece disfrazado de una apariencia democrática, siendo admitidos en los diferentes Estados en los que ha hecho presencia con el carácter de partidos políticos, pone de manifiesto una tolerancia democrática que no debería existir por el peligro que supone para su supervivencia. Irrumpen en la vida democrática de mano de unos Estatutos blanqueados que no se corresponde posteriormente con sus acciones.
Tal es el caso de los sucedido en nuestro país con Vox que, aún a pesar de su rechazo a la organización territorial del Estado en Comunidades Autónomas, ha obtenido unos excelentes resultados en las recientes elecciones Andaluzas con doce escaños en su parlamento; amen de otras políticas totalitarias en contra de la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, como el rechazo basado en la expulsión de inmigrantes de nuestro país, a la libertad sexual de las personas como parte integral de la personalidad de todo ser humano, a la libertad religiosa con el establecimiento de un estado confesional católico, incluso a la libertad ideológica y de pensamiento, por su rechazo a quienes no piensan como ellos, basado en un patriotismo demagógico de épocas pasadas; a la libertad de las mujeres atacando su derecho al aborto y, a su igualdad frente a los hombres porque, al parecer, han venido a quitarles su trabajo y dignidad; a la defensa de un capitalismo radical y, una larga lista de proposiciones que suponen un ataque a nuestra propia Constitución, esa misma que les ha permitido acceder a las instituciones democráticas.
“Tal es el caso en nuestro país con Vox que, aún a pesar de su rechazo a la organización territorial del Estado en Comunidades Autónomas, ha obtenido unos excelentes resultados en las recientes elecciones Andaluzas con doce escaños en su parlamento, amen de otras políticas totalitarias en contra de la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos”
Ahora bien, el fascismo de derechas suele venir acompañado también a un fascismo de izquierdas en cuanto a un rechazo a los actuales Estados democráticos en los que impera una política socio-económica neoliberal basada en la libertad de mercado, donde el capitalismo cada vez va restando espacio a los derechos de los ciudadanos más débiles frente a sistemas donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Fascismo este último que propugna una ruptura con los sistema democráticos actuales demonizando todo lo que huele a capital, en vez de buscar el equilibrio económico o de fuerzas que, en vez de ser antagónicas deberían complementarse; pues tan necesario resulta el capital en la creación de nuevas empresas, como la mano de obra para que la producción y los mercados existan, siendo el principal problema la no consideración de los trabajadores como un activo empresarial o, lo que es lo mismo, una inversión que contribuya a aumentar la producción y, por lo tanto los beneficios empresariales, traduciéndose en una inversión en estos activos mejorando las condiciones laborales y económicas de los trabajadores, todo lo contrario a lo que está ocurriendo en casi todos los países democráticos donde los beneficios empresariales se multiplican exponencialmente, mientras que los salarios y condiciones laborales de los trabajadores son cada vez peores.
“… fascismo este último que propugna una ruptura con los sistema democráticos actuales demonizando todo lo que huele a capital, en vez de buscar el equilibrio entre fuerzas económicas antagónicas, pues tan necesario resulta el capital como la mano de obra para que la producción y los mercados existan.”
Volviendo a lo acaecido en Andalucía, tan cuestionable es el acceso de la extrema derecha a su asamblea legislativa y quizá ejecutiva, dependiendo de los futuros pactos de gobernabilidad, como el haber espoleado a la ciudadanía por cierta izquierda para salir a la calle con el fin de manifestar su rechazo a dicho radicalismo neo-fascista, cuando los culpables de la presencia de Vox en la vida democrática de esta Comunidad Autónoma y posiblemente en el Estado, según se prevé en cuanto a la intención de voto en las próximas elecciones generales, son el resto de partidos políticos; habida cuenta que sabiendo, como el resto de los ciudadanos que nos consideramos democráticos de sus intenciones antidemocráticas se les ha permitido dotarles del estatus jurídico de partido político, primero mediante una legislación que sirva de barrera a este tipo de ideologías fascistas que en nuestro país cada vez han venido ganando más terreno al habérseles permitido o haberse legalizado asociaciones post-franquistas; además de no promover en el momento actual acciones legales para su legalización.
Los radicalismos no son buenos, vengan de un lado o del otro, la convivencia y equilibrio de fuerzas es necesario, tal es la experiencia histórica que, nos demuestra como la dictaduras de izquierdas como las de derechas, han llevado a confrontaciones motivadas por el imperio de ideas totalitarias, donde la masacre de derechos y libertades, además de personas, ha sido evidente.
Fascismo es tanto extender el brazo derecho con la mano abierta como extender el brazo izquierdo con el puño cerrado. Fascismo es querer imponer las ideas propias sean de izquierdas o derechas, rechazando o pretendiendo someter al ostracismo político a quien no piensa igual que ellos. Fascismo es cualquier tipo de totalitarismo venga de donde venga. Fascismo es la alabanza de dictaduras pasadas independientemente del signo político. Fascismo es la lucha de clases, por no permitir el equilibrio entre factores económicos como el capital y la mano de obra. Fascismo es ir en contra de los Derechos Humanos. Fascismo es el rechazo a nuestros semejantes por sus pensamientos ideas u opiniones, por su religión o su credo, por su condición sexual, por su sexo y por su lugar de nacimiento. Fascismo es todo aquello que vaya en contra de la justicia social. Fascismo es cuando se instiga a la violencia callejera en contra de la Constitución. Fascismo es todo lo que suponga represión y vaya en contra de la libertad. Fascismo es, en definitiva, la intolerancia frente a los demás y a su libertad de pensamiento.