Dios vive en los milagros y en la mosca que se posa en la mierda.
Ajeno a sus iglesias, deambula por las calles drogado por esa omnipresencia loca de la que fue diagnosticado.
Hoy, sentado en un banco del parque, aguarda impaciente a que se le pase la curda que lleva desde que se le ocurrió crear el mundo.
Una paloma se le ha acercado con ese puto movimiento mecánico que odia.
– Hey, viejo. Aquí se sólo puedes estar, si vienes con un par de barras de pan elaboradas con masa madre, de lo contrario, es mejor que te vayas a ver a las putas de la fuente, que eso es gratis.
Pero Dios no responde, se limita a contener con la presa de su boca cerrada, un tremendo vómito que a buen seguro, crearía una realidad igual de mierdera que esta.
Ha regresado a casa, una habitación alquilada de cuatro metros cuadrados sin ventana, con cama, mesilla, armario empotrado, espejo y silla. Es un mundo perfecto, ordenado en esa pequeña inmensidad que rodea a los ingenuos.
Y tumbado sobre el catre, ha deseado que los niños no tengan boca.
Eres genial relatando el fango; cómo serás hablando del loto?
Sí, Dios en nosotros es fango y loto.
¡¡Impresionante!!