NAVIDAD. SUERTE Y JUSTICIA

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La Navidad (del latín nativitas, «nacimiento») es una fiesta anual que conmemora el nacimiento de Jesucristo y que se celebra principalmente el 25 de diciembre como fiesta religiosa y cultural entre miles de millones de personas de todo el mundo.

Sin embargo esa definición no es del todo cierto, al menos en España, donde la navidad llega tres días antes con el sorteo conmemorativo de estas fecha en el Teatro Real de Madrid, donde los niños y niñas de San Ildefonso son los encargados de cantar tres grandes premios durante aproximadamente cuatro horas y media, que empieza a las 9,00 horas de la mañana y termina a las 13,30 horas; el primer premio, conocido como «El Gordo», con 4.000.000 euros por serie, lo que equivale a 400.000 euros por décimo; el segundo premio con 1.250.000 euros por serie (125.000 euros por décimo), y el tercer premio con 500.000 euros por serie (50.000 euros por décimo), de entre dos mil bolas extraídss de un bombo de 100.000, hasta completar 10 tablas.

De esta manera, podemos afirmar que el espíritu navideño empieza con con cada uno de los tres premios indicados, más los residuales cuartos y quintos de consolación, descorchando botellas de cava en las puertas de las administraciones de lotería donde se han vendido. Lágrimas, cantos, agradecimientos a los loteros, villancicos, y mucha algarabía… y en el recuerdo siempre los que no están, con miradas y besos lanzados al cielo, y como no, también el recuerdo de las desgracias acaecidas durante el año que parecen compensarse, incluso con un pequeño pico de esos premios a pequeñas participaciones compradas en algunas de las tiendas o bares del barrio o como contribución a obras sociales, que ahora los inspectores de hacienda se encargan de mirar muy de cerca para sacar la tajada contributiva correspondiente de la buena fe de las personas

Y, dentro de ese recuerdo, la muy reciente dana de Valencia, que ha llevado a muchos a desplazarse a la zona cero a comprar el décimo de navidad bajo la convicción de que allí va a caer el gordo por intervención divina, porque la suerte nace de la desgracia, evidenciado una vez más que la superstición suele jugar con el drama para lograr la suerte. Porque  «Dios aprieta pero no ahoga», y porque: ¿quien más va a merecer un premio que aquel o aquella que  la mala suerte le ha agarrado de lleno?.

Ojalá así sea, ese es mi deseo y el de muchas personas de buen corazón.

Pero, el juego de la compensación de la desgracia no deja de ser una ficción, porque el azar no distingue entre quienes merecen o no  un premio o quiénes lo pueden necesitar más que otros.

Al igual que el azar no mide desgracias, la suerte no siempre las compensa. Por eso mi deseo va más allá de un premio de navidad y es que el espíritu de la navidad dure todo el año y seamos capaces de sentir en nuestras carnes la necesidad que, otros merecen sea compensada más que la nuestra. Y, sobre todo, para que no olvidemos que la mala suerte no es algo que caiga del cielo, como tampoco la buena, máxime en el caso Valencia que, aunque el agua si calló del cielo en enormes cantidades la negligencia de los dirigentes fue la causante de tantas desgracias que, sólo pueden ser compensadas con la justicia y con esas ayudas oficiales tan cacareadas que, deberíamos exigir todos los españoles lleguen con inmediatez, no como en el caso de la Palma y de Lorca, que todavía se esperan, porque hoy, ayer y antes de ayer fueron ellos, pero mañana podemos ser nosotros.

Así que, no sólo que Dios reparta suerte, sino que los tribunales impartan justicia para que los damnificados sientan un poco más de alivio. Asi sea.

 

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1 COMENTARIO

  1. Magnífico artículo, con un excelente broche final.

    Sin duda, en nuestro país, el espíritu de la Navidad comienza con la dulce cantinela de los niños de San Ildefonso.

    Ahora acaban de cantar el «Gordo»:
    72480 vendido en Logroño.
    Mucha suerte a todos y feliz Navidad.

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