NACIDOS PARA SER COMODINES

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Existe gran diferencia entre ser un comodín y ser un joker. El Joker es nuestra sombra. Refleja la cobardía, el egoísmo y los instintos primarios que quieren gobernarnos. En cierta manera, dada la oportunidad, nos “comeríamos unos a otros”.  Admiramos al Joker porque somos el Joker o lo hemos sido. Es un recordatorio de nuestra naturaleza corrupta.

 

“La locura, como sabes, es como la gravedad. Todo lo que se necesita es un pequeño empujón”.

Nos fascinan tanto que creamos un mito acerca de cada una de estas cartas, aunque el Joker se ha llevado la palma.

En inglés simple, “comodín” se acerca al significado de: “no ser lo suficientemente bueno como para calificar por méritos propios”.

En nuestro idioma es algo así como servir tanto para un roto como para un descosido.

Las preguntas que me vienen a la cabeza son: ¿jugamos a lo seguro o nos arriesgamos? ¿Te gusta jugar? ¿JUEGAS conmigo?

El joker apareció por primera vez impreso en la década de 1860. El concepto de la carta proviene del juego de Euchre, a su vez derivado del juego francés Écarté, que popularizaron en los Estados Unidos los holandeses de Cornualles y Pensilvania; pero también se relaciona con el Loo, un juego con mala reputación del siglo XVII.

Los jugadores estadounidenses inventaron algunas reglas que requerían una carta de triunfo adicional, la más alta entre todas, a la que se referían como el Mejor Bower. Los fabricantes británicos la incorporaron en la década de 1880.
No pasó mucho tiempo antes de que la carta Best Bower pasara a denominarse Joker o Jolly Joker, recibiendo un diseño único que contenía las imágenes de marca de una empresa. El bufón que conocemos actualmente se hizo popular una vez que el título de “Joker” fue universalmente adaptado.

La carta del comodín es una descendiente directa del juego de Brag: sus jugadores comenzaron a incorporar la tarjeta en blanco adicional de las barajas como prebenda tanto en Poker como en Euchre; la llamaban “la mejor glorieta”.

Después de un tiempo, los fabricantes de barajas se decidieron por una palabra con atractivo universal. La palabra “Joker” cumplió con sus requisitos y proporcionó una multitud de propósitos futuros.

El creador de cartas de baraja que trajo al Joker al mundo:

https://www.atlasobscura.com/articles/the-card-maker-who-brought-the-joker-into-the-world

Existe un concepto de comodín cercano a la idea de “cisne negro”(incógnita desconocida): una alusión metafórica a sucesos que reúnen tres atributos: constituyen una rareza, pueden generar consecuencias extremas y son imprevisibles. La forma de explicarlos siempre es retrospectiva y dan forma al futuro; dentro de los mismos se distinguen entre los “causados ​​por humanos” (en los que está involucrada la “buena” y la “mala voluntad”), y donde la sorpresa es más o menos subjetiva; o cuando los causa la naturaleza (tsunamis, erupciones volcánicas,…), donde el destino juega un papel más importante, y las personas al usar su conocimiento pueden influir en su impacto.

También se distingue entre comodines imaginarios y los que realmente ocurren, usados para influir en la toma de decisiones y en la opinión pública, ya sea con informaciones sobre amenazas reales u oportunidades que pueden suceder en el futuro, o falsificándolas. Las señales de alerta temprana para los comodines causados ​​por humanos deben buscarse en la comunicación y la psicología humanas, así como en la ciencia histórica.

Cartas Valencianas  de 1778. El caballo de copas tiene escrita la frase castiza “Ai va”, (“ahí va eso”, “ahí queda eso”, derivado de la épica expresión “¡va!”: ese héroe, etc.)

Pero hablemos del momento en el que una persona descubre que recibe el trato del comodín. Descubrir la inequidad no racionalmente sino emocionalmente. El comodín puede estar en cualquier puesto; el comodín tiene buen carácter; el comodín se adpta y no necesita más, no tiene ambiciones…

Descubrir la inequidad, por ejemplo, el momento en el que alguien descubre que se le paga menos que a tus compañeros en el trabajo, ¿lo percibe como una señal para pedir un aumento?, o por el contrario, ¿no se convierte casi siempre en la evidencia de estar subestimado?, (los investigadores se refieren a esta diferencia como el modelo de “ingreso relativo”).

Otro ejemplo en primera persona es el del psicólogo Keith Payne, que recuerda el momento exacto en que se enteró de que era pobre. Fue en cuarto grado, haciendo cola en la cafetería de su escuela primaria, en el oeste de Kentucky. Payne no pagaba las comidas (los ingresos de su familia eran lo suficientemente bajos que recibía la ayuda de comedor), y el cajero lo dejaba pasar. Pero un día, pusieron en la caja registradora a un empleado nuevo , y le pidió un dólar veinticinco, que él no tenía. De repente, se dio cuenta de que era diferente a los otros niños, que caminaban con dinero en efectivo en las manos.
“Ese momento cambió todo para mí”, escribe Payne, en “The Broken Ladder”: Cómo la desigualdad afecta la forma en que pensamos, vivimos y morimos“.

Aunque en términos estrictamente económicos no había pasado nada, esa tarde en la cafetería se dio cuenta de qué peldaño ocupaba en la escalera.

La mayoría de nosotros parece que hemos nacido para estar en el peldaño de los comodines. ¿Qué pasaría si rompiéramos la barrera del “no”?

 JUEGA CONMIGO Y SERÁS OTRO AGENTE DEL CAOS…

 

El léxico del naipe:

https://www.ehumanista.ucsb.edu/sites/secure.lsit.ucsb.edu.span.d7_eh/files/sitefiles/ehumanista/volume7/2%20Cortijo.pdf

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