MUNA HOSSAIN, EL CABARÉ EN LA SANGRE

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Muna Hossain es una productora de petits espectáculos, anónimamente transgresora, verdadero eslabón con el mundo escénico sumergido en los abismos de Madrid.

Muna Hosain, experta en music hall y en divas

Willkommen, Bienvenue, ¡Bienvenida! Así recibían en el Volta Café de Madrid, a finales del primer decenio de los dos mil. Era un oasis para público adulto de actitud contemporánea. Sus luces rojas, cortinas de terciopelo, sillones semiocultos en la oscuridad, evocaban la clandestinidad e inhibían de escrúpulos ante el exhibicionismo.

Un Kit Kat Klub, donde se dejaban los problemas afuera, con cantantes salvajes y soñadoras, vodevil, burlesque y encantamientos varios, que dio la bienvenida a esta reservada aprendiz de representante de artistas.

Desde aquel recuerdo lanzo un pensamiento a dos mundos paralelos distantes en el tiempo: la Alemania de la era de Weimar, cuando el Partido Nazi se volvió cada vez más poderoso; frente al “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor”, el “Madrid is fun” o la “romantic dinner in Madrid de los Austrias” del discurso de Botella acompañando de peras y manzanas para oponerse a la homosexualidad, sin olvidar a la alcaldesa cuando decidió examinar a todos los artistas callejeros para determinar cuáles podrían seguir actuando en la calle y cuáles no tenían las aptitudes necesarias para divertir a los viandantes madrileños.

En aquella época conocí a Muna Hossain. Regentaba el Ne me quite pas, insigne cosmos para cenar y/o tomar copas, donde ofrecía a los clientes espectáculos sexys, pero no necesariamente sexuales. Allí vi por primera vez a Norberto Psicosis Gonzales, la madre de todas las “drags”.

Poeta, periodista y cabaretera Esther Marín ‘Mammy Blue’ posa en el Volta Café de Madrid

Querida Muna, tal vez el cabaré no haga pensar a todas las personas en las normas, en las personas “distintas”, ni en cómo nos encasillan. Tampoco en cómo algunas formas de expresión son aceptables y otras no. Para mí, el arte, este arte del cabaré, no se trata de una forma de expresión sexual. Se trata de la libertad de expresarse en una variedad de formas.

La semana pasada acudí a una cata cabaretera que organizaste en el Manuela: ¡agua bendita! tu idea, los caldos y Mammy Blue.

Creo que es un momento crucial para comenzar a confrontar nuestra propia ambivalencia hacia otra nueva nazificación gradual de esta ciudad, de nuestro país. Acabo de vincular claramente dos períodos de tiempo y entender así completamente la complacencia actual.

“Aquí la vida es bella” decía el maestro de ceremonias en la famosa película, mientras los asistentes parecían ignorar la guerra en busca de glamour y alegría.

A diferencia de otros productores, que buscan las multitudes para estallar en canciones o con personajes de grandes monólogos, Muna sabe reservar la música para el escenario, sin estar separada del artista porque, de hecho, es un reflejo de su realidad y de la nuestra.

Salgo al mundo real, veo las noticias y me pregunto: ¿estamos seguros de no quedarnos en otro tipo de espectáculos atrevidos, riendo y repitiendo los mismos chistes sobre ideologías peligrosas, pero al final no hacemos nada para evitarlas?

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