Lo cotidiano está salpicado de pequeños gestos, comentarios en apariencia inocuos, actitudes poco edificantes que suelen pasar desapercibidas; la realidad de esas gotas malayas percutiendo sobre el subconsciente provocan daños estructurales en los cimientos de la sociedad y hacen que esta se vuelva permisiva ante situaciones que por repetitivas no dejan de ser soeces y que atentan contra la dignidad, coartando la libertad de cada uno de nosotros.
Esas actitudes invisible o, más bien, invisibilizada, ante lo no permitido, el querer o desear y no poder, esa frustración ante lo no consentido que embrutece, aun mas, los actos contra la mujer y que cuando el desenlace se inclina hacia la parte que violenta la libertad los resultados derivan en asesinatos, torturas físicas o psicológicas y un maltrato continuado. Los micromachismos, ese continuo de agresiones solapadas que poco a poco enturbian la clarividencia, creando una tendencia en la que se pone en el mismo platillo de la balanza al maltratador y a la víctima provocando que se normalice el acoso.
Un deportista de elite, el jugador del Real Madrid, Carvajal, en rueda de prensa exponía en el caso del beso no consentido de Rubiales a Hermoso: “Hay personas que tienen que decidir y si hay algún culpable o alguna víctima, pues ya se hará saber. No podemos posicionarnos o condenar a una parte u otra previamente, sin conocer realmente qué ha pasado o qué se ha estipulado” “No creo que Hermoso esté pasando un buen momento como tampoco creo que lo esté pasando el presidente Rubiales. No estoy aquí para juzgar a nadie”.
En otro ámbito diferente, el de la lucha contra el resurgimiento de la extrema derecha y con un posicionamiento en las antípodas del de Carvajal podemos situar la actitud del tenista alemán Zeverev. Recientemente en un partido de tenis Zverev denunció que un espectador del Abierto de EE.UU gritó la frase más famosa de Hitler: “Deutschland über alles (Alemania por encima de todo) “No, no, no, explotó Zeverev parando el partido, acaba de decir la frase de Hitler más famosa que hay en el mundo. Es inaceptable, es increíble”, dijo el tenista al juez de silla. El espectador fue expulsado del recinto. Con toda certeza esta actitud de Zverev no es fruto de un momento puntual, la lectura es que esta actitud es fruto de años de educación cívica, de un compromiso social ejemplarizante, de la enseñanza en colegios y hogares de una historia que no puede volver a repetirse.
Por eso la derecha y la extrema derecha de este país está en contra de la ley de Memoria Histórica. Por eso Cuelgamuros tendría que seguir siendo el valle de los Caídos. También se oponen a la Ley de Memoria Democrática, así como a las políticas de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Niegan la violencia contra la mujer y el cambio climático. Por eso es necesario que la educación y la cultura avancen en este sentido, que el compromiso social sea el santo y seña de una juventud que algún día regirá los destinos de este país. Solo así tendremos un ejército de Zeverev consolidando la democracia. Lamentablemente en nuestro país los perfiles como el del espectador en cuestión, o el de Carvajal están aún arraigados y están digamos que en periodo de formación los de Zeverev.
Enhorabuena por el artículo, que nos señala a todos con el dedo. Ningún hombre de una cierta edad puede (o podemos) tirar la primera piedra, porque hemos sido educados en el machismo más o menos inconsciente. En efecto, el gesto de Zverev le honra, y hace alarde de la educación cívica que comentas. Qué pena que en nuestro país tan pocos deportistas hayan estado al mismo nivel.
Ese es uno de los puntos negros de la transición española.