Dicen que el universo está sembrado de majanos; alguien con el epílogo colgado del cuello, acumuló toda la materia sobrante en una cantidad innumerable de pequeños montículos llenos de huecos y espacios redondos y húmedos; el Paraíso nombrado por todos en la seca garganta de la credulidad. El abandono cubrió aquellos lugares de una fina capa de vanagloria; el primer germen de una vida giroscópica. Ignoro lo que sucedió a continuación, pues parto de una cantidad ingente de incongruencias que sólo me conducen a la obviedad de mi propio reflejo.