Me preguntas que es un amigo, y aparte de decirte que es una persona con la que sientes una unión especial, donde prevalece el respeto mutuo y el deseo de prosperar y crecer juntos, es alguien al que amas, al que perdonas y del que esperas cierta reciprocidad, porque el amor que no responde, que no es mutuo se termina desgastando como un vaso que se vacia del que el sediento bebe sin parar hasta saciar su sed, sin reparar en la necesidad de quien se la ha ofrecido.
No pretendo convertir la amistad en una relación egoísta, en un intercambio de contraprestaciones, no. Pero todos necesitamos ser amados, comprendidos, sentir el calor del abrazo amigo, porque el amor que no se demuestra se acaba, y el amor que sólo hiere termina matándonos, porque el amor necesita ser renovado cada día, tratando al amigo como deseas que él te trate a ti.
El vacio que deja el amigo que se va es tan grande y dolente que da lo mismo el motivo, porque el desamor es una de las más crueles heridas que desgarran el alma, sobre todo cuando hay abandono o tracción. Pero también es cierto que la capacidad de perdonar enriquece la amistad, contribuyendo a crear lazos, si cabe, más sólidos, además del propio crecimiento personal, porque la magnanimidad no es más que la manifestación de la humildad por nuestra propia imperfección reflejada en los demás, porque el mejor espejo es un viejo amigo, además de un acto de generosidad que complace más a quien lo da que a quien lo recibe.
No soy partidario del rencor y del resentimiento y, menos aún del odio ante la traición o el abandono de un amigo, no, porque llevan de forma inevitable a la autodestrucción emocional convirtiendo en irreparable la amistad perdida y, porque, al final, más pierde el que egoístamente por su elevado ego no aprecia el verdadero sentido de la amistad, ante el cual sólo cabe la compasión por su sufrimiento quizá mayor que el que ha sido abandonado o traicionado, porque se ahoga en su propio rencor.
Me sigues, preguntando, aún a pesar de lo dicho, ¿qué es un amigo?, y sólo te puedo responder que el amigo es un hermano que cada uno elige, capaz de ver y sentir dolor cuando sufres y gozo cuando eres feliz; es alguien que te quiere y respeta porque es capaz de ver la imperfección de nuestros actos en si mismo, con la valentía y la generosidad de quien escanera su alma antes de apuntar a su amigo con su dedo acusador.
Por ello, te pido amigo mío que me perdones por mis errores, pero, por favor, no me hieras más con tu actitud de condescendencia, porque eso no es perdonar, es tratarme como a un inferior por mis miserias qué, no sé si son iguales o peores que las tuyas, pero que más dá, de nada sirve la comparación. Sólo me queda reconocer mi imperfección, teniendo la certeza que las oportunidades hacen grande a quien las da y más todavía a quien las ofrece sin ser pedidas.
Amigo mío, si quieres vivir lejos de mi, no puedo más que decirte, que aquí
estoy por si algún día quieras volver, pero, por favor, no tardes mucho porque el vaso que debe llenarse con la amistad hace que la sed me desespere. Y, por favor, no vuelvas, si es para reprocharme por mis errores y volverme a herir, porque no quiero volver a sentir el vacío inhóspito del abandono o la traición.
A veces el amigo anda despistado y a lo suyo; suele ser porque no repara en el daño al otro.
No obstante, lo mejor es siempre lo que propone este magnífico artículo, perdonar sin rencor y dejar ir, si no hay más remedio, sanando al tiempo el dolor propio.
Amigos que duelen…