¿Y cómo besa un genio?, le preguntó la china, su voz rompió la oscuridad de una habitación que compartían por azar del destino, una habitación que los albergaba por solo unas horas de la cálida noche madrileña, una habitación que les enseñaría que en esta vida existen muchas vidas y ellos, por lo que resta de la madrugada, tendrían una entera para compartir.
En octubre de 2021, el genio conoció a la china, era la mujer de su amigo, los presentó en estos chiringuitos de dudosa reputación que abundan en su país. Él estaba preparando una maleta llena de dudas que lo ayudara a cruzar el charco (aunque les decía a todos que estaba preparando los documentos migratorios en el Ministerio de Relaciones Exteriores); ella, por su parte, recorría un camino más complejo, buscaba encontrar algo en alguien que no podía ofrecérselo mientras se encargaba de sus lucrativos negocios y la crianza de sus hijos, con la solvencia y valentía que solo es propia de las almas fuertes.
Ambos quedaron gratamente sorprendidos de haberse conocido, él siempre había admirado a las mujeres de espíritu indomable y, a ella, le lleno de curiosidad el brillo en los ojos de un muchacho que abrazaba una profunda nostalgia. Bondadosa ironía de la vida que, al recordar este encuentro, ya convertidos en personajes de su propia historia, la china y el genio recuerden este capítulo mientras el salmón interpreta con voz rocosa este estribillo que hoy es premonitorio:
“Cuando te conocí
salías con un amigo de los pocos que tenía
eras lo mejor de su vida
pero fuiste lo mejor de la mía…”
Se separaron en Lima, pero Madrid se encargó de volverlos a unir, los años habían pasado y la china dejo de frecuentar al amigo del genio, había decidido preparar un viaje para agasajar a sus padres que a su vez le permita escapar del crudo invierno peruano y disfrutar la entrada del verano en España, es en este contexto en que coincidieron; el genio quería salir de Salamanca y encontró en ella la excusa perfecta para darse una vuelta lejos de la ciudad dorada, buscando alguna excusa ingeniosa acordaron encontrarse los dos últimos días que ella estaría en el extranjero, él sería un ilustrado guía turístico mientras la china se dedicaría al noble arte del consumo en busca de ampliar (su ya generoso) armario.
El genio llego a Madrid a primera hora de la mañana y fue a recoger a la china, desayunaron en el hotel donde se hospedaba y mientras se ponían al día se dieron cuenta que tenían intereses en común que escapaban a la afinidad, así ambiciosos y presurosos pactaron una reunión con un socio del genio para esa misma noche en la que buscaban explorar oportunidades de negocio disruptivas (y lucrativas) para posicionar en el mercado peruano, la reunión fue un éxito y decidieron cenar a manera de celebración, en dicha cena él pudo conocer más a detalle los avatares que habían forjado el carácter de hierro y el espíritu noble que componían parte medular la personalidad de la china, mientras ella pudo entender y empatizar con los problemas y excesos del genio que lo habían arrojado en su viaje de regreso a Ítaca.
Habían acordado dormir juntos, pues el genio había tenido dificultades con encontrar asilo en Madrid, no tuvieron mayor inconveniente en compartir alcoba ya que no habían bebido lo suficiente como para culpar al alcohol de transgredir la alianza estratégica de negocios y mucho menos la amistad.
A su llegada al hotel, ella tomo una ducha y él se acostó con la ropa que llevaba puesta, mientras esperaban que llegue el sueño, echados cada uno en un extremo
de la cama, empezaron una tertulia que poco a poco los fue acercando, la china planteó una duda que surgió de la reunión que se acababa de celebrar, le preguntó si su socio siempre se refería de esa manera sobre él, sin entender a que se refería el genio volteo la mirada y por primera vez hicieron contacto visual, él le pidió contexto y ella le respondió “Así pues, como si hablará de un genio”, ambos rieron y él admitió que a veces su socio exageraba en las cualidades que le reconocía, la curiosidad se volvió cortejo y la china planteó la pregunta que da inicio a esta historia.
“¿Y cómo besa un genio?”, basto esa duda para decidieran dejar de lado su códigos y reservas, él la acerco hacia su pecho con autoridad y ella, con una sonrisa traviesa, se entregó a él, con un beso abandonaron sus prejuicios y desnudaron su alma, antes que sus cuerpo, ella le confeso que desde el primer momento en que se conocieron había gustado de él, de su mirada, de su tristeza, de su sapiencia y de toda la contradicción que había supuesto que le guste el amigo de su pareja mientras pensaba en su interior lo afortunada que era la novia del genio, luego de confesar todo ello concluyo con un contundente “tú siempre serás mi genio”
Él por su parte, confesó que siempre le pareció poderosamente atractiva, encantadoramente fuerte y peligrosamente magnética, se confesó ignorante, concluyo que de genio no tenía nada y que la genio del par era ella, mientras besaba cada uno de sus lunares y volvía a su boca pues había descubierto en sus labios (generosamente carnosos) un eterno retorno que lo obligaba a volver por más y más besos, como una dulce adicción, como un sueño en medio del insomnio, mientras le susurraba al oído el clásico estribillo de Cigarettes After Sex, “Your lips my lips, apocalypse”.
Esa noche no hicieron el amor, él los hizo a ellos, y como dos adolescentes dueños de un tiempo que nos les pertenece por una noche vivieron una vida, donde conversaron hasta el alba sobre la historia que tendrían, él le prometía que en sus brazos estaría alejada de todo mal y ella, por primera vez en mucho tiempo, se dejó
cuidar, durmieron abrazados ella sobre su pecho y él velando por su sueño, no quería dormir porque al otro lado del sueño estaba la realidad, se les acababan las horas y la vida que compartían pronto llegaría a su fin.
A la mañana siguiente, pasearon por Madrid como dos enamorados, tomados de la mano, besándose en cada esquina y riendo con en cada estación de metro mientras tarareaban el estribillo de esa canción que tan bien los describía:
“Que recordarás las tardes de invierno (primavera) por Madrid
Las noches enteras sin dormir
La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor…”
Aprovecharon para tomarse fotos que nunca publicarían pero que les harían recordar que alguna vez jugaron a quererse, y como todas las historias de amor que son imposibles están condenadas a ser perenes, mientras la tarde se hacía noche en el aeropuerto de Madrid ellos dejaron que sus labios se unan (quizá por última vez) y hagan promesas que no alcanzaban con palabras mientras recordaban que por una noche tuvieron una vida y fueron “de Madrid al cielo”.
Salamanca, 01 de junio del 2024