“MADRE, VOY A CONVERTIRME EN LUCIÉRNAGA”

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Una noche de invierno, martes o miércoles, da igual. Plaza de Cataluña (pleno centro de Barcelona). Tres de la madrugada. Espero el autobús que me llevará a Santa Coloma de Gramanet, esa ciudad a la que las Olimpiadas nunca llegaron (no hay playa, ni trabajo, ni cines y los sueños aún son en blanco y negro). Un buen amigo me acompaña y el tiempo pasa más rápido.

El fotógrafo español David Nebreda. © David Nebreda

Un chico se nos acerca. Tendría 35 años… quizás 45. Hay vidas que te cicatrizan hasta difuminar la edad. “Hola. ¿Me podéis comprar algo de comida? Ahí mismo hay una tienda donde todavía está abierto, si queréis ir. Es que la gente no se fía si le pido dinero para comer”.

Con las manos en los bolsillos, intentando agarrar las monedas que juegan deslizándose entre mis dedos (escondiéndose, bromeando con mi afán de sacarlas lo más rápido posible) siento,como tantas otras veces, que esos ojos acuosos que me miraban eran los míos. Desde muy joven pensé que la vida en la calle era una posibilidad nada remota. No se por qué. Cosas mías.

Finalmente le damos algo, no mucho. Se gira en dirección al establecimiento y, de repente, da la vuelta. “Perdonad –nos dice-. ¿os puedo pedir algo?. Esto lo necesito más. ¿Si volvéis a verme me podéis saludar, por favor? Antes de… Antes tenía amigos. Ahora ya nadie me saluda. No hace falta que me deis la mano ni nada de eso. Sólo ¡Hola Joan!. De verdad, antes tenía amigos.”

Llegó el bus. Me despedí con un abrazo de Pere. También de Joan, que esbozó una leve sonrisa, tímida, mientras levantaba un poco su mano, no mucho. Subí, marqué la tarjeta y busqué donde sentarme para pasar la hora larga que me quedaba de trayecto. Saqué el libro del bolsillo del abrigo. Y…leí:

«Abriéndose paso a través del temporal, Tyler recordó una frase de una nota de suicidio que había visto en la exposición –en el Museo de la Paz de los kamikazes de Chiran-,  escrita por un piloto para su madre: Madre, voy a convertirme en luciérnaga[1]

¡A la vida le gusta jugar a las sincronicidades! Repasando material, artículos, imágenes, para otro texto, encuentro hoy la obra de David Nebreda. ¿Cómo empezar siquiera a describir su trabajo? Los adjetivos se estrellan contra la contundencia de un mundo construido a base de dolor. Diagnosticado como esquizofrénico desde los 19 años y recluido en un pequeño piso empezó a elaborar un corpus de fotografías y dibujos que, al parecer, y después de tantos años, sigue atragantando al mundo del arte (especialmente en nuestro país).

Desde un aislamiento elegido (no ve la televisión, ni periódicos, ni música, ni prácticamente contacto con el exterior,…) este artista nacido en 1952 y licenciado por la Facultad de Bellas Artes de Madrid, nos golpea con el testimonio de una vida regida por una enfermedad, al decir de los médicos, irreversible. Su renuncia a casi todo se podría percibir como una forma de castigo. No toma drogas, de ningún tipo, y por tanto no se medica; practica la abstinencia sexual (desiste de esa perenne búsqueda de la compañía de otro ser humano); experimenta el ayuno, la flagelación, el embadurnamiento del cuerpo con sus excrementos, quemaduras, los cortes sangrantes, el silencio absoluto, y toda una batería de autodisciplina que a cualquiera de nosotros se nos antojaría la más estricta de las torturas.

Sin embargo, él ha negado una y otra vez cualquier relación con prácticas masoquistas. Tampoco debemos buscar exhibicionismo, o actividades performativas en el sentido artístico. Todo transcurre en la más absoluta intimidad. Y sí, es cierto, nos asomamos a las diversas publicaciones en que su obra aparece editada, más con asombro que con la curiosidad placentera del voyeur.

El aparente caos conformado por su degradado cuerpo, la sangre, los materiales fecales, es desmentido por el organizado y estricto ritual que rige su vida y la preparación de su obra. La espontaneidad, aquí, está totalmente erradicada.

© David Nebreda

Nebreda rechaza los espejos. Como esquizofrénico ¿a quien estarían reflejando? “¿A quién estoy mirando?”, se preguntaría en la soledad de las dos habitaciones en las que vive. Quizás la fotografía (técnica de la que es autodidacta) sea una respuesta mucho más fiable, certera… acaso en ella sí pueda confiar.

Es posible atisbar entre los objetos de los que se rodea, y en sus estudiadas disposiciones, referencias a la cultura, a la religión, a la filosofía, incluso en algún caso a la iconografía masónica. Pero,probablemente, desde el abismo de su mente, el averno de su experiencia cotidiana tenga más que ver con una acusación a una sociedad descarnada (mucho más que su propio cuerpo) que con una posibilidad redentora.… El arte, nada más parece quedar como certeza.[2]

Su obra ha sido mostrada con fortuna dispar. Inicialmente en Madrid, con unas reacciones de incomprensión; en París, Mois de la Photo (1998), donde Léo Scheer conoció su obra y decidió impulsar su difusiónpor medio de la publicación Autorretratos (2000); en 2004 editóCapítulo sobre pequeñas amputaciones, y en 2006 Sobre la revelación.También expuso en Salamanca (Capital Cultural Europea en el 2002), convencido por Javier Panera. En el año 2005 la cineasta francesa Judith Cahen realizó un film dedicado a Nebreda: “ADN”.

Jean Baudrillard escribió, marcado por su obra: “Nebreda consigue negarse absolutamente y plasmar esta auto-negación como obra de arte”. Sospecho que en su particularno-ser tenemos todos mucho que ver (en la doble acepción: la visual y la de responsabilidad)… y que su negación también es la nuestra. Recurro a sus propias palabras para auto-inculparnos: «Mi contacto con el mundo exterior ha destruido mi sentido del orden y me ha suscitado palabras, hasta ahora desconocidas para mí, como vergüenza, dolor o disgusto provocado. Quiero hacer hincapié en ello: sólo ahora descubrí el significado de palabras como asco, vergüenza u odio».[3]

Para Nel A. González Zapico (presidente de la Confederación Salud Mental España), “el suicidio es una realidad históricamente silenciada y sigue siendo un tabú para la mayor parte de la sociedad, por lo que es imprescindible acabar con los mitos e ideas erróneas que tanto estigmatizan y culpabilizan a personas que están viviendo un sufrimiento extremo y que no ven otra salida”.[4]

No he vuelto a ver a Joan. Tampoco tengo apenas noticias de David Nebreda. Nunca sabré si el distópico Kamikazede Chiran consiguió convertirse en un ser con luz propia… Suena el teléfonoy pienso, ¿otra vida que se apaga?…

Quería hablar de arte. Quizás lo he hecho. No mucho. Hoy me importan más las luciérnagas.

Madre, voy a convertirme en luciérnaga… De verdad, antes tenía amigos… Ahora descubrí el significado de palabras como asco, vergüenza u odioDe verdad, antes tenía amigos¡Ahora, voy a convertirme en luciérnaga!

© David Nebreda

* Mientras escribía sonaba una y otra vez, desesperadamente,Grace, de Jeff Buckley. (Podéis hacer lo mismo… o no)

“Well it’s my time coming,

I’m not afraid to die

Wait in the fire, wait in the fire”.

[1]Cixin Liu. El bosque oscuro. (Trilogía de los tres cuerpos 2). Ed. Nova, 2017.

[2]Un excelente análisis sobre la obra de David Nebreda lo encontramos en: Juan Antonio Ramírez. Corpus Solus. David Nebreda: sacrificio y resurrección. Ediciones Siruela, Madrid, 2003.

[3] “David Nebreda. Résurrection photographique. Par Delphine Dussaut”.https://www.boumbang.com/david-nebreda/

[4] “El Instituto Nacional de Estadística indicaba que el suicidio es la primera causa de muerte externa en España en 2018, con 3.679 fallecimientos. El 74% de las personas que se quitaron la vida fueron hombres. En el mundo cada año se suicidan casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad “global” de 16 por 100.000. Se trata, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), del mayor problema de salud pública de Europa.

La magnitud del problema es aún mayor de lo que parece ya que, por cada una de estas personas, se estima que hay otras 20 que lo intentan. El suicidio es la primera causa de fallecimiento no natural en España desde hace 12 años, y el número de víctimas duplica en 2017 al de accidentes de tráfico.

Los medios pueden jugar un papel fundamental en la prevención del suicidio. Según la OMS, informar de manera responsable y adecuada es una de las medidas que pueden ayudar a prevenirlo.

En base a las directrices de este organismo internacional, Salud Mental España ha elaborado distintas propuestas o recomendaciones para los periodistas, entre las que se encuentra no descartar hablar sobre suicidio, siempre y cuando no se trate la información de forma sensacionalista (especialmente en el caso de personas famosas que pueden tener más impacto mediático). También ha publicado en redes sociales una serie de imágenes confrontando mitos y realidades del suicidio”.

https://www.somospacientes.com/confederacion-espanola-de-agrupaciones-de-familiares-y-personas-con-enfermedad-mental/noticias/

3 COMENTARIOS

  1. Felicidades Javi por esta nueva andadura profesional. Te deseo lo mejor, seguiremos todos tus artículos y espero que algún día podamos volver a vernos, aunque sea en alguna paradad de autobús destino a Santa Coloma.

    Un fuerte abrazo!!!!

    Expo

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  2. Hola Javier:
    El artículo me ha gustado muchísimo, a la vez que me deja con la sensibilidad a flor de piel. Tocas unos temas muy potentes, que me llevan a la reflexión profunda:
    El suicidio como opción a cuando es más difícil vivir que morir. Por mil motivos: el abandono, la soledad no elegida, la tristeza infinita, el desaliento, la enfermedad. ¡Qué duro!.
    La enfermedad mental que convive con nosotros, nuestros instrumentos desafinados. A veces nos implicamos y otras miramos hacia otro lado.
    El simbolismo de la luciérnaga me parece maravilloso: un ser que solo se deja ver en la oscuridad, en la noche, en la tinieblas, en esa temperatura cálida, a veces pegajosa… Pera ahí, justo ahí, se muestra brillante , magnífico, majestuoso y todo el mundo lo admira. Como cuando das la luz para que alguien vea todo tu interior, (el real sin incógnitas, sin secretos , ni reflejos) incluso presentas al niño que sigues llevando dentro. Quizás sea mostrarse demasiado, no lo sé. Gracias profesor
    María José L.
    UPNA

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