#EnCasaconPLAZABIERTA
Allá por el año 2018, una eternidad, como lo es este encierro por el/la Covid-19 -póngale ustedes el artículo que le corresponda-, al parecer el “la” según la RAE, pero como hasta en esto de los artículos se monta la de Dios es Cristo, por aquello de los géneros que tan sensibles hacen a algunos y algunas, no como reivindicación sino como confrontación continua entre ellas y ellos, y tan tedioso escribir lo uno y lo otro,… decía, que allá por el 2018, concretamente en el mes de octubre dediqué en este medio una reflexión a los infames superhéroes, referido a los políticos (en general), porque aunque es cierto que no todos somos ni son iguales, a los políticos les suele caracterizar una nota común, la infamia, la mentira, la manipulación, y un “ego” más grande que la estupidez de quienes son sus palmeros, a los cuales quiero referirme para, en este caso, reivindicar a los verdaderos superhéroes, los ciudadanos que sin la enajenación propia de quienes como borregos reproducen cual papagayos las consignas, que no los razonamientos, de sus líderes políticos para defender comportamientos que no tienen base científica ni médica alguna y que, ponen en riesgo la salud de las personas.
Aparte de las vergonzosas interpelaciones al gobierno en la última sesión parlamentaria para solicitar la prorroga del estado de alarma, con los insultos acostumbrados -como en todas la anteriores-, cuando ya ha quedado claro que la actuación del gabinete contra el virus de Pedro Sánchez no ha sido muy acertada, que digamos, de ahí la gran cantidad de víctimas en comparación con otros países, como Grecia o nuestro vecino Portugal que con menos presupuesto en Sanidad han tenido menos contagiados; pone de manifiesto que algunos ciudadanos prefieren estos espectáculos para la vergüenza de aquellos otros, que lo único que pedimos es un poco de unión y la perspectiva que, ahora la política sobra y que si alguien tiene que hablar, tendrán que ser los científicos y los profesionales de la medicina, dejando en paz a los muertos de Paracuellos del Jarama, incluyo a los de este maldito virus, cuando no lo es en homenaje a su recuerdo, sino como arma arrojadiza y, menos aún, el impendentismo, para otra vez traer a colación a otras víctimas, las del terrorismo de ETA, o la ruptura de la unidad de España. ¿Cómo pueden hablar de unidad, cuando continuamente viven en el pasado de las cloacas de esta democracia, tan vilipendiada y manejada, que la han convertido en la ramera de uso para cuando les conviene y satisface, no sólo para forrarse, sino para rentabilizar su actuación política, para luego arrojarla a la basura cuando lo que está en juego, como ahora es la salud, la vida, nuestra vida?.
A los que nos cuesta realmente decidir el voto, porque estamos hartos de tanto engaño, incompetencia, verborrea desatada, confrontaciones y un largo etcétera de política farfullera, además de sobrarnos tantos memes en nuestros smartphones con el sello de uno u otro partido, para demostrar que unos tienen más razón que los otros y que los otros son los perores del mundo mundial o, mejor dicho, de la España españolizada por unos o jodida por los que no quieren estar en ella; ya nos resulta tan insoportable los efectos de la pandemia, como para que nos vengan a agitar nuestras neuronas con el “tu más”, cuando son todos los más de la incompetencia y el engaño.
Nosotros sí que somos los verdaderos superhéroes, primero por tener que soportar tanto estupidez política y a algunos humanos idiotizados por no se qué nebulosa ideológica que los mantiene cabreados con los contrarios, cuando lo que realmente lo único que importa ahora es luchar por la vida y por la salud de todos, protegernos y proteger a los demás. ¿Para qué sirve acelerar la vuelta la normalidad, si esa pretendida normalidad va a ocasionar más víctimas?, ¿quiénes irán finalmente a las ansiadas terrazas de verano si el virus, por falta de prudencia todos vamos cayendo como chinos, y nunca mejor dicho?. ¿Por qué se habla de desescalada si todavía los estragos el virus no han llegado a la cima de esa empinada curva que no hay dios quien la lleve al ansiado valle que demuestre que estamos venciendo al bicho asesino?.
Menos política y más respeto frente a lo que tenemos en frente, por un lado un virus que mata, y que necesita de la unión de todos, del civismo y de menos hablar de muertos como arma arrojadiza y no como fatal experiencia para tomarnos las cosas más en serio, teniéndolos presente al igual que aquellos que siguen luchando con tratamientos muy severos, para convencernos que no podemos relajarnos, y por otro a nuestros vecinos dejando de meter el dedo en el ojo de quien no piensa igual que nosotros. ¿Qué importan ahora las derechas y las izquierdas?. Y, si importan, es para poner lo mejor de cada uno de ellas para bien de todos.
Todo es desolador, empresas cerradas, una economía que se hunde. Es comprensible entender a quienes ven que sus negocios se van a pique por este largo confinamiento. Pero, para que se vuelva a ver la luz al final del túnel debemos unirnos, hacer autocrítica, no sólo a nivel político, sino también personal, y preguntarnos si realmente estamos haciendo lo que tenemos que hacer para que todo cambie, utilizando las medidas de prevención adecuada. Esto si que nos convierte en verdaderos superhéroes, sin necesidad de ponernos la capa del partido al que votamos para hacer ver que somos mejor que el vecino, porque a lo peor… caemos antes que él.