Como se ha convertido en un clamor popular aquello de “no te calles indignate”, no haré esperar a quienes la pusieron en circulación aquel 15 de mayo de 2011, aquel movimiento ciudadano que hizo que muchos que estaban en un letargo indefinido espabilasen frente al abuso de poder y sustracción de derechos por los poderes públicos bajo las riendas, primero del PSOE y después del PP. Pero no voy a seguirles contando algo que ya saben, aunque algunos de todo esto sólo se quedaron con el hecho de que los protagonistas de aquellas acampadas en las principales plazas de nuestras ciudades y pueblos, a imitación de los de la Puerta del Sol de Madrid, eran unos “perroflautas” o unos parásitos con melenas, camorristas, pendencieros y algunos calificativos más que ahora no se me vienen a la memoria, afortunadamente, pues me cuesta decirlos; siendo la causa de mi indignación la manipulación informativa del momento, manejada por los sicarios del Partido Popular y por lo que quieren quedar como mirlos blancos en el proceso independentista de Cataluña, cuando su comportamiento es más propio del de una mafia, que el de unos demócratas.
Pero, siguiendo con el argumento inicial, sobre la frase hecha por los campistas de la Puerta del Sol, no ve voy a callar ante lo sucedido en Cataluña, porque a diferencia de muchos que dicen sentirse dolido, cuando están sacando de esto una rentabilidad política; yo no siento dolor, sino indignación, hasta el punto que oír las noticias, a los tertulianos y politiquillos de turno comentando lo acaecido en esta zona de España, o de Europa para que no se ofendan los independentistas, o del mundo para que no se ofendan los europeos, cosa que no es para menos teniendo en cuenta que hemos sido y seguimos siendo un grano en cierta parte del cuerpo para aquellos países de nuestro entorno cuya prosperidad difiere mucho de la nuestra, y no precisamente porque les haya tocado la lotería, sino porque llevan la democracia en las venas y no como nosotros para los que solamente es una palabra que manejamos a nuestro entorno, confundiéndola muchos con la libertad de hacer lo que les de la realísima gana.
Decir todo lo que me ha indignado del pasado 1 de octubre, así como los días que han servido de preludio de tan absurdo experimento de independentismo, y los que después están sirviendo para aumentar la brecha de la confrontación debido a declaraciones provocadoras de políticos y algunos periodistas vendidos incapaces de contener su verborrea; me llevaría varios días, por lo que quiero o pretendo limitarme a un solo aspecto de todo esto, como es el hecho de que los operadores que de uno y otro lado están manejando los hilos de esta crisis democrática, tomen por gilipollas al pueblo soberano, a ti y a mí. Pero lo que aún más me cabrea es el hecho de que este pueblo soberano sea incapaz de pensar por si mismo, convirtiéndose en adoctrinados de aquellos, protestando sin saber por lo que realmente protestan y sus consecuencias.
Hablar de falta de democracia por el restablecimiento del orden constitucional que ha sido violado por unos cuantos payasos a su antojo saltándose todas las reglas del juego, incluso a toda la oposición en bloque del Parlament, cual apisonadora que parece recordarnos a las mayorías absolutas de los que han ocupado la Moncloa, es desconocer su verdadero significado que, si bien se circunscribe al poder del pueblo, sin embargo, va más allá, pues no debemos olvidarnos del apellido que acompaña a tan digna palabra, vilipendiada por demócratas y no demócratas, que no es otro que el concepto de la representación.
Así, pese a quien le pese, estamos ante una democracia representativa, esa misma que ellos, los que nos mienten, utilizan para estar donde están, y que, no es otra cosa mas que la delegación por parte de los ciudadanos de su poder en personas que han elegido en elecciones periódicas y libres; sin duda criticables debido al sistema de listas cerradas, con el que se corre el riesgo que quienes nos representan llegan a ser tan tontos y de tan poca talla, y no me refiero a sus vestimentas, sino a su incapacidad de gestionar lo de todos, a no ser que sea para sacar algún tipo de tajada, para lo cual normalmente están tan avezados que podría considerarse que han nacido así.
Por este motivo, me indigna ver a esa masa de personas, autómatas democráticos, adoctrinados si causa, que no son más que la voz de sus amos, cuatro iluminados independentistas, haciendo uso de una democracia, representativa, vendiendo humo y un concepto de libertad que ataca la base del sistema que entre todos hemos construido durante años.
No me refiero al derecho de cada individuo a pensar y pedir lo que consideren oportuno, pero no se puede hacer al estilo del golpe de Estado de 1981, con barricadas en la calle atentando contra la base de todo, la propia Constitución, utilizando incluso la violencia contra las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, rompiendo cristales de furgones de la policía, tirándoles piedras y palos, cual batalla campal de la que resultando heridos más 431 agentes y más de 800, civiles, sin que esto justifique, tampoco, la fuerza desmedida de algunos miembros de la policía, a esa misma policía que vitorearon como casi héroes en el desgraciado atentando en las Ramblas de Barcelona el pasado mes de agosto, y que ahora tratan de demonizar. Esa misma policía que mantiene el orden en nuestras ciudades, esa misma policía que se enfrentan a delincuentes peligrosos.
“me indigna ver a esa masa de personas, autómatas democráticos, adoctrinados si causa, que no son más que la voz de sus amos, cuatro iluminados independentistas, haciendo uso de una democracia, representativa, vendiendo humo y un concepto de libertad que ataca la base del sistema que entre todos hemos construido durante años”
¿A qué jugamos?, ¿A qué juegan Puigdemont y compañía?, ¿A qué juega Rajoy mandando el uso de la fuerza para solucionar un problema que se debería solucionar en una mesa, dialogando?, ¿A qué juega el rey, enarbolando su corona para oprimir la liberta de elección de un pueblo que, precisamente no le ha elegido a él?. ¿A qué jugamos el resto de españoles colocando banderas de España en nuestros balcones como una señal de lucha contra nuestros propios hermanos, entrando en el mismo juego?.
Ha llegado la hora de que pensemos antes de criminalizar a nadie, aquí no hay buenos ni malos, independentistas y españolistas, rojos y azules… Aquí hay un país fragmentado porque nuestros dirigentes no tienen ni puñetera idea de gobernar, sólo lanzar consignas para enfurecer a una masa que, por sus actitudes no solo demuestran su falta de madurez democrática, sino, sobre todo, su estupidez de creerse todo lo que les cuentan. Evidentemente, las cosas no son blancas o negras, hay muchos matices de grises que deberían examinarse. Pedir perdón ambas partes en el conflicto y empezar de nuevo, con el asentamiento y temple que debería presumirse a cualquier persona medianamente razonable, pero sobre todo respetuosa con los derechos del contrario; a ver fórmulas que nos enriquezcan a todos como país, como una nación de naciones o nacionalidades, sin odios, sin rencores y malos rollos de los que, quienes son actores en este conflicto, se valen y explotan para sacar el máximo provecho personal o político. Basta ya… no es necesario que nos callemos, es más, no debemos hacerlo, pero hagámoslo bien, sobre todo, para que no nos tomen por gilipollas.