LOS GRILLETES DE MARHUENDA

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© montaje gráfico by plazabierta.com

El Super Marhuenda, el hombre que lo sabe todo, el que se atreve a despreciar a todo aquel que piensa distinto a él, mientras sentando en su sillón de tertuliano  de ciertos programas de televisión, en su descarada defensa del Partido Popular,

con las piernas cruzadas y un brazo apoyado en el respaldo, adoptando la pose típica de quien está por encima de quienes les rodean, cual repelente niño Vicente, aunque le cuelguen los años, soberbio hasta la médula; ha sido llamada a declarar en calidad de imputado junto al presidente del medio de comunicación que dirige, Mauricio Casals, en calidad de imputados en la Operación Lezo que investiga la supuesta corrupción en la empresa pública de aguas Canal de Isabel II, dependiente de la Comunidad de Madrid, centrándose en el presunto desvío de fondos públicos para beneficiar a personas vinculadas al anterior Gobierno regional del Partido Popular.  Investigación coordinada por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco.

Fuentes de la investigación apuntan a que Marhuenda y Casals presuntamente presionaron a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, para evitar que denunciara las irregularidades detectadas por una auditoria realizada por su Ejecutivo en el seno del Canal de Isabel II y en las que estaba presuntamente implicado Rodríguez Sobrino.

No es de extrañar, viendo la trayectoria de este profesional de la provocación, de su connivencia con el Partido Popular, que las garras de la corrupción de la gaviota le hayan apresado.

Recordemos que trabajó como director del gabinete del ministro de Administraciones Públicas (en aquel entonces, Mariano Rajoy), percibiendo por ello un sueldo mensual complementario por parte de Vicente Cardellach, ex-presidente del Colegio de Graduados Sociales de Barcelona y, casualmente, suegro del anterior ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. Pagos de los que no se hacían factura ni retención del IRPF y que oscilaron entre las 400.000 y 460.000 pesetas (entre 2400 y 2700 euros), de los cuales ya no responderá por ser anteriores al año 1999 y haber prescrito a efectos fiscales.

“No es de extrañar, viendo la trayectoria de este profesional de la provocación, de su connivencia con el Partido Popular, que las garras de la corrupción de la gaviota le hayan apresado.”

Pero, aquí no termina la historia, a partir de la citada fecha, los pagos se hicieron a empresas administradas por Marhuenda y su esposa, cesando cuando fue acusado de vender el fondo documental de una empresa de la que supuestamente era titular, a un centro público, lo que ocasionó el fin de su carrera política,  siendo el propio Aznar el que se encargó de transformar su cese y salida por la puerta de atrás en una renuncia voluntaria, según fuentes del Partido Popular.

Un recorrido que nos hace ver que se trata de una persona que ya apuntaba maneras medrando en la política, siendo la pleitesía que rinde al partido del gobierno una consecuencia más que probable de los favores recibidos, defendiendo lo indefendible desde posturas adornadas de un razonamiento que no deja de ser, en la mayoría de los casos, falacias ad personam, mediante argumentos que, en lugar de refutar las afirmaciones del adversario, intenta descalificarlo personalmente, haciendo un dueto inseparable con otro esbirro del poder, Eduardo Inda, allí donde se les llama para aumentar la audiencia a base de la provocación.

Pero así es Marhuenda, calificado por algunos como el palafranero de Rajoy, tan cerca al Partido Popular que, raro era que no estuviese implicado en algún tipo de conducta ilícita a la que nos tienen acostumbrados. Y, es que, como dice el rico refranero español, dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición.

 

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