“Quizá sea duro de asumir para una especie que se considera civilizada, pero no se ha conocido momento en la historia en el que no haya existido una guerra, enfrentando a unos seres humanos con otros. Ni siglo, ni año, ni día, ni hora… ni minuto, ni segundo sin guerra”. ¿Somos realmente una especie civilizada?.
El pasado día 27 recordábamos los 75 años de la liberación de Auschwitz, el antiguo campo de exterminio nazi, con la misma sensación de siempre, la tristeza profunda en blanco y negro al ver las imágenes que todos ya retenemos en nuestra memoria de seres humanos famélicos, sacos de huesos que transportan los esqueletos de los que habían tenido el privilegio de morir, porque vivir trabajando como bestias hasta la extenuación, sin sentir el hambre porque era el menor de sus males, tragando el humo y las cenizas de quienes ayer fueron otro número más con un pijama de rayas y la estrella de David en su pecho.
Al igual que las imágenes de esa guerra absurda, como lo son todas, y la de un demente arengando a las masas con las excelencias y superioridad de la raza Aria de rubios corpulentos al estilo Arnold Schwarzenegger, espero haberlo escrito bien, y su antisemitismo despiadado, comparando a los Judíos con gérmenes, como una enfermedad que había que combatir, exterminar.
Todo esto esta saca lo peor de mi, mi escepticismo frente a los gobiernos del mundo, mi misantropía, o lo que es lo mismo la perdida de esperanza en un mundo mejor, la derrota del bien a manos de quienes dominan el mundo bajo intereses siempre espurios, por abusos de poder de gobiernos despiadados que sirven de alimento espiritual de gentes sedientas de dominio bajo totalitarismos disfrazados de democracia.
Pero esas imágenes del tormento humano de Auschwitz parece que nos hace sentir mejores por ese sentimiento de repulsa ante los crímenes de lesa humanidad del nazismo, parece que nuestra conciencia funciona cuando en realidad lo que estamos haciendo es cerrar los ojos ante otros crímenes del mismo contenido que en el momento actual se están produciendo en muchos lugares del Planeta, crímenes basados en el odio, en los totalitarismos, en la discriminación y repulsa ante el que no piensa igual, al diferente por razón de ideología, sexo o religión… ¡que barbaridad!.
Sí, seguimos estando ante la barbarie de la destrucción del ser humano por el propio ser humano, la destrucción de la humanidad, incluso del propio planeta por quienes en él habitamos, seres racionales cuya irracionalidad gobernada por el odio y la creencia de superioridad ideológica, en la mayoría de los casos, fraguan una moralidad patriótica y de dominio sobre personas y territorios, o lo que es peor, contra la esencia del ser humano, como es su libertad de pensamiento y su integridad física y moral.



Homenajeamos a los supervivientes de los campos de concentración nazi, pero nos olvidamos de salvar a quienes en la actualidad sufren el horror de la guerra o la miseria humana, como en Siria, en la República centro africana, Sudan del Sur, Yemen…, o bajo la represión de dictaduras en muchas partes del mundo; con el pensamiento que la solución a todos estos conflictos, están en gran parte en manos de los estados y los organismos internacionales.



Así perdemos la conciencia frente al dolor, minimizando nuestro papel frente conflictos que, en algunos casos, consideramos ajenos por estar a miles de kilómetros de distancia. Nos olvidamos de estos holocaustos actuales, de la matanza de personas, con el fin de exterminar un grupo social por motivos de raza, religión o política, hasta debilitar nuestras conciencias a un grado de ínfima respuesta social, incluso frente a esos totalitarismo de imposición ideológica que tenemos en nuestros barrios, pueblos y ciudades, considerando supervivencia social erradicar a quienes buscan en nuestro entorno un lugar donde vivir en paz y lejos de la guerra, del hambre y de la muerte. Esto es lo peor del espíritu destructor del ser humano, la perdida de la compasión frente a los que sufren, dándonos con la mano derecha golpes en el pecho a modo de arrepentimiento, aveces frentes a cruces y dioses hechos a medida que no remuevan nuestra conciencia, cuando ni siquiera somos capaces de hacer propósito de la enmienda. BASTA DE FROTERAS, BASTA DE BARRERAS.