Ápice que con
plenitud húmeda
llenas
el vacío
torcido
de una lágrima.
Gotas fabricadas
de ojos de lluvia
arrancan
los surcos escritos
por las penas
de mi tez.
Trozo de agua salada,
puñal afilado
de caricias punzantes.
Centinela
de boca caprichosa,
insignia parlante de cuerpo entero
llena de otros.
Llanto en la forma
de arquitectura fácil.
Hecha vapor,
permanece la salitre
que acaricia con escarcha amarga
el rostro que alcanza el límite.
Como una sustancia que se erige,
brota,
mas al ocultarse
por donde pasa,
deja sin suelo la piel
en mi rostro descampado.
Estela en vacío vertical
déjame encontrar mi camino,
adornado entre lentejuelas
con fondo de bronce.