Hubo un disco que elevó a su autora a la categoría de «gran promesa del pop español», literalmente. Pero los que al principio veían un exceso de pretenciosidad vanguardista en aquella chica cargada de sinceridad escénica, más tarde vieron a una mujer que lo tenía bastante claro y que ofrecía una alternativa interesante y asequible al pop nacional que no ha paría demasiadas opciones de sobresalto. Resultado: OSTRACISMO
Hace poco he comprendido que la virtud de un seguidor de Mercedes Ferrer es ante todo la osadía y la lealtad. Es otra manera de entender la música: mística y atrevida, sin llegar a petulante.
¿Qué ha hecho MF durante tanto tiempo? Desplegar sus alas, remontar el vuelo, tocar el sol, quemarse y renacer una y otra vez durante más de 30 años.
En esta era en que se confunde arte con entretenimiento, resulta aún más osado plantearse canción a canción, disco a disco, desnudar un «yo» para quien quisiera escuchar.
“Aquello era amor -pensó mientras trataba de cambiar de sitio su lienzo-, un amor puro y destilado que nunca intenta poseer a su objeto, sino que, como el amor de los matemáticos por sus símbolos o el de los poetas por sus estrofas, aspira a esparcirse por el mundo, contribuyendo a formar parte del acervo de la humanidad. Y en realidad, así era. El mundo habría compartido la opinión del señor Bankes, si hubiera sido capaz de decir por qué aquella mujer le gustaba tanto, por qué el verla leyéndole un cuento de hadas a su hijo le producía exactamente el mismo efecto que solucionar un problema científico, hasta el punto de quedarse absorto en su contemplación y de sentir, como sentía cuando demostraba algo definitivo sobre el sistema digestivo de las plantas, que había reprimido la barbarie y sojuzgado el reino del caos”. Virginia Woolf
Lo más curioso de este viaje con mi vieja conocida, amiga Mercedes, es que sigue despertando las mismas incógnitas que, conforme pasan los años, crecen porque no hay manera de responder a ¿Quién es Mercedes Ferrer?
Me preocupa despojarla de ese misterio que la acompaña, el del mito. Los mitos tienen siempre un punto de misterio o de fracaso, ¿de fracaso?. No, no es una muñeca repitiendo coplillas que son monas ni una muñeca que canta canciones de otros. Entona sus propios gritos, sus poesías alucinadas; nos grita: libertad, amor, desenfreno, revolución y, si se tercia, machacar su guitarra contra la cabeza de sus enterradores. Mejor desnuda que embalada.
Aunque, ¿Cómo voy a explicar un secreto que no he conseguido desvelar hasta ahora? ¿Puede ser?
Cada uno de sus trabajos ha provocado un terrible dolor de estómago a no sé quién. Mercedes observa por la ventana entre triste y asustada, aferrándose a los viejos remedios: al amor, al afecto, a la pasión, a la rebeldía. Ha implorado a la “Salvación” mientras conspiraba con la “Revolución”, prescindiendo de la madurez e instalándose en la maestría.
Corto y cambio con su respuesta a la pregunta de una entrevista que le hicimos en el año 2.004, para inspirar un libreto: ¿Quién es Mercedes Ferrer?
“La verdad es que no te puedo responder yo, porque… supongo que es como un proyecto… de artista y… no sé, creo que una artista en desarrollo. Está bien responder a una pregunta fuera de mí misma, y supongo que desde fuera es una artista en desarrollo. Desde luego hay una diferencia entre una artista y una persona”.
LETANÍA:
«Oración solemne de súplica», del francés antiguo letanie y directamente del latín medieval letania, latín tardío litania (fuente también del español letania, litania italiana), del griego litaneia «oración, una súplica , «de lite» oración, súplica. De la noción de enumeración monótona de peticiones en los servicios de oración cristianos surgió el sentido generalizado de «series repetidas» (principios del siglo XIX), que se originó en francés. Para quienes conocen las palabras griegas, una letanía es una serie de oraciones, un canon de servicio público; este último en la práctica incluye la oración, pero no lo dice.