Paciencia, prudencia y perseverancia. Estas tres virttudes son como tres hadas, y como tales son muy sabias. Yo me las imagino como tres abuelas, pero de esas abuelas que parecen jóvenes, de las que van por la vida con una sonrisa natural, que parece que le sale a adentro. También me imagino que caminan despacio pero con paso firme, no tienen prisa pero tampoco van paseando. No me las imagino ociosas, más bien asemeja que tienen algo que hacer siempre, aunque sea simplemente pasárselo bien.
En mi vida cotidiana, en mi día a día mientras me desenvuelvo en mi trabajos y obligaciones, me gusta sentirlas cerca, a veces muy cerca, ya que muy a menudo, sin darme cuenta, las alejo de mí con muy malos modos. Para mí, tiene que ser todo ya, y si no puede ser… no hay tiempo que perder. Hacer, hacer y hacer, apurar, apurar y apurar hasta terminar. Así, a lo loco, sin pensar, yendo en modo automático.
Muchas veces, ese terminar precipitado es con un coscorrón o un planchazo contra el suelo. Parece que dos de ellas me han abandonado mientras que la tercera, Perseverancia, me ayuda a ponerme en pie. Pero en realidad no es que me hayan abandonado, soy yo quien no las tiene en consideración. Ellas están ahí al igual que muchas otras hadas. Como sabiduría, que se muestra sobre todo a través de los clásicos.
Vivimos en el mundo de la inmediatez, la tecnología 5G nos permitirá monitorizar todos nuestros electrodomésticos, sistemas electrónicos de todo tipo, el coche y hasta no sé qué más. Si todo esto ocurrirá en nuestro hogar, no digamos qué pasará con el tráfico o incluso la medicina. El doctor podrá operar a distancia, y lo que tardaría en responder o reaccionar “la red” será menos de 0,2 segundos…
La pregunta ahora sería ¿Es esto bueno? Depende. Es bueno para la tecnología y su uso, pero es malo para el normal desarrollo del ser humano. Necesitamos tiempo para estar en calma, no a salto de mata con cada notificación de red social. También necesitamos dejar madurar lo que hacemos, hay que contar hasta veinte o dejar pasar un minuto antes de contestar a alguien arrogante, a un insulto o a un mensaje, sobre todo si te crea algún sentimiento exacerbado.
Paciencia también es muy necesaria cuando no conseguimos lo que queremos o simplemente cuando nos va mal. Si hay que pasar una temporada en el hospital, te ha salido mal una inversión o un negocio, o simplemente cuando alguien que quieres no remonta. Hay infinitas situaciones en las que esta virtud es necesaria. Para mí, se me asemeja al amor propio o hacia los demás. Paciencia para darse tiempo hasta encontrarse, amor hacia la otra persona a la que quieres, para que vuelva de su letargo o de un camino errado.
De la mano de esta virtud que sabe esperar está su hermana Prudencia, a quien le gusta pensar que va segura. Segura de que sabe el camino, de los peligros que entraña y de las soluciones que hay. También sabe, que la observación de lo que le rodea y de las circunstancias le muestra casi todo lo que necesita saber. Prudencia es ser una persona educada, preguntar para saber, guardarse los impulsos, las agresiones, aunque sólo sean verbales.
Muy pocas personas que son impulsivas suelen llegar muy lejos. El mundo es muy complicado, somos muchos millones quienes podemos querer lo mismo al mismo tiempo. Es por eso, que se debe de usar su primer apellido, reflexión. Dedicar tiempo a pensar no es una pérdida del mismo, parece que sí lo es, ya que se escapa la inercia, pierdes la oportunidad de colar tu opinión o de “meterla doblada”, para que el otro no tenga argumento válido, para llegar un minuto antes o para estar ocupado en algo que también te genera estrés.
Lo que nos queda después de todo para seguir adelante, mejor o peor, es Perseverancia. Creo que es la más anciana de las tres. La lucha constante desde que nacemos hasta que morimos está en nuestra naturaleza. Por lo tanto, no queda otra, si el abandono nos atrapa, si la desidia se apodera de nosotros se acabó todo. La muerte no tardará en acercarse y llevarte con ella.
La muerte está ahí, no podemos escapar a ella. Antes o después nos abrazará y todo habrá acabado. Pero, hasta entonces hagámoslo lo mejor posible. Vayamos despacio, porque en realidad a donde tenemos que llegar es a nosotros mismos, justo ahí, a nuestro corazón o a nuestro ser. Después viene todo lo demás, lo que sea, pero siempre después.
Hoy es el día más corto del año, pronto celebraremos la navidad y en unos pocos días más empezaremos un año nuevo. Éste ha sido un año de pesadilla para muchos, horrible o atroz para otros. Para unos pocos afortunados hasta habrá sido bueno, nunca a todos les va igual.
Pero para todos ha pasado. Nos irá bien si tenemos esas tres hadas presentes. No podemos esperar a que nos toque la lotería, que si toca estupendo, pero no es la solución. Para empezar el año bien hay que acordarse de estas tres “Ps” que serán el mejor regalo que nos podremos entregar a nosotros mismos y que vienen con cierta pedrea para los demás.
Un año nuevo empieza, parece que con cierto alivio en forma de vacuna. Por eso os deseo, me deseo, un año acompañado de paciencia, prudencia y perseverancia.
Feliz navidad y año nuevo a todos.
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LAS 3 P: PRUDENCIA, PACIENCIA Y PERSEVERANCIA
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