La gloria olímpica no solo está reservada para los ganadores, sino que también la comparten todos los atletas que participan; el evento se diseñó para elevar la mente y el cuerpo de cada participante.
Pierre de Coubertin canalizó sus energías hacia la creación de los Juegos Olímpicos modernos como un evento que reuniera a atletas de todo el mundo, no para competir por premios materiales, sino para superar sus límites y rendir al máximo.
Citius – Altius – Fortius: más rápido – más alto – más fuerte, este es el esfuerzo individual por la auto trascendencia, para ver hasta dónde podemos llegar, física, mental y espiritualmente. Ya sea en los Juegos Olímpicos o no, todos podemos esforzarnos por trascender nuestros esfuerzos anteriores.
125 años después de los primeros Juegos Olímpicos modernos en Atenas (1896), ¿sigue vivo el espíritu olímpico?
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos brindan un raro momento de unidad global, donde atletas de todos los credos, razas, culturas, géneros y clases sociales se reúnen en una sola ciudad con un solo objetivo deportivo. Asisten más países a los Juegos Olímpicos que los que se sientan en la ONU.
Las Olimpiadas son una herramienta para el cambio social. Pensemos en momentos olímpicos que hicieron historia, desde el triunfo de Jesse Owens ante el nazismo con cuatro oros en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 hasta Joan Benoit ganando la maratón inaugural de mujeres en 1984.
O pensemos en los Juegos Paralímpicos. La baronesa Gray-Thompson resumió a la perfección su impacto:
“los Juegos Paralímpicos han cambiado las actitudes hacia la discapacidad más de lo que la legislación jamás podría hacerlo”.
En 2012, por primera vez, ambos Juegos comparten los mismos patrocinadores y una cobertura mediática más equitativa, lo que envía un mensaje resonante en todo el mundo sobre la igualdad y la equidad a la hora de valorar a todas las personas.
Los Juegos Olímpicos nos brindan la oportunidad de celebrar nuestra humanidad compartida, de construir lazos entre pueblos y naciones. Son uno de los pocos escenarios donde todas las naciones se unen con un enfoque común, y donde todos los participantes representan a sus países no en roles políticos o económicos, sino como ciudadanos.
Aunque son las personas quienes sienten el espíritu olímpico, los atletas dicen que es un sentimiento universal: “Estás representando mucho más que a ti mismo”.
Quizás el entusiasmo esté relacionado en parte con el espíritu de los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, donde del concepto de espíritu olímpico incluía: Areti: Virtud / Amilia: Competencia Noble / Timi: Honor / Elefteria: Libertad / Irini: Paz.
Esta combinación se esperaba y se espera para que los atletas ganen con honor y sufran la derrota en paz. Se trata de la aceptación, en ambas circunstancias.
Es un sentimiento universal: el espíritu olímpico. Quien lo sintió nunca lo olvida, ya sea como atleta, ya sea como entrenador o mero espectador. Estos días de olimpiada me sorprendo admirando y animando a atletas de deportes que habitualmente no son retransmitidos por televisión.
Aún recuerdo con emoción el encendido del pebetero de las olimpiadas en Barcelona: han pasado 29 años…