Dijo Albert Einstein que: “No se como será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas”, y es que, está claro que el orbe nunca ha estado más en peligro que ahora, donde las cabezas nucleares de los misiles que las grandes potencias mundiales poseen están más calientes que nunca. No se trata de una actitud derrotista y mucho menos alarmista, sino una simple constatación de los hechos, con líderes al frente de aquellas cada vez más exaltados, por una parte en respuesta a los conflictos bélicos existente en oriente medio con polarización en el control del mundo y de las reservas de petróleo y otras materias primas entre EEUU y Rusia, sobre todo con un Donald Trump cuya actitud bélica es más que manifiesta.
A lo anterior hay que añadir otra serie de conflictos que afectan a casi todos los países del mundo y más directamente a los ciudadanos, tales como el terrorismo, el narcotráfico, la inmigración ilegal, el hambre, el subdesarrollo, la contaminación y el consiguiente calentamiento global del planeta, que hacen que las bases del sistema capitalista se tambaleen, con una super población cada vez más exaltada por la indignación de la pésima gestión de quienes manejan los hilos del poder.
En definitiva, vivimos en un mundo enfermo física y mentalmente grave, donde la esquizofrenia hace que nos movamos entre ideologías antagónicas y radicalizadas en muchos casos, pasando de unas a otras según el movimiento del viento o los intereses del momento. Enarbolamos la bandera de la paz pero no dudamos en machacar a nuestro adversario político llegado el caso, en vez de buscar consensos que nos beneficien a todos, luchamos por los intereses de los animales o contra su maltrato pero no dudamos en comer carne, defendemos la igualdad de la mujer pero en nuestro ámbito privado dejamos que sean ellas las que lleven la carga del hogar y de los hijos, además de trabajar fuera de casa como si de superwomen se tratase, eso sin contar con los movimientos feministas para los que el hombre es un fiero enemigo sin evolucionar en línea directa con el Hombre de Cromañón y, a veces, no es para menos.
Un simple botón lo controla todo, el mundo, lo creamos o no, está pendiente de un hilo cada vez más fino y todo por dos causas, la primera del aguante de sus habitantes frente a un poder global donde el dinero lo controla todo y la avaricia de quienes lo tienen sin dejar lugar al bienestar de los peor tratados por el sistema y, la segunda, la incapacidad de nuestros representantes de llegar a acuerdos que equilibren la balanza entre países y personas ricas y pobres, reflejo propio de comportamiento humano que siempre busca quedar por encima de los demás, en una actitud soberbia y de dominio o control de los demás.
Nos enfrentamos, por tanto, a dos posibilidades ante tan grave situación, una la de levantar el pie del acelerador que hace que el mundo esté girando a una velocidad vertiginosa incapaz de controlar o bien prepararnos para hacer frente a lo que se nos avecina, un planeta en vías de destrucción. En ambos casos la respuesta final será la reconstrucción. La reconstrucción de un sistema de valores que se transformen en reglas de obligado cumplimiento por aquello de que la norma sin espada no es más que palabra, o la reconstrucción en el sentido al que nos lleva las palabras del Albert Einstein en principio citadas, a la reconstrucción de un planeta totalmente destruido, en el que quizá durante muchos años no quedará un resquicio para la vida.
“Nos enfrentamos, por tanto, a dos posibilidades ante tan grave situación, una la de levantar el pie del acelerador que hace que el mundo esté girando a una velocidad vertiginosa incapaz de controlar o bien prepararnos para hacer frente a lo que se nos avecina, un planeta en vías de destrucción”
Ante esta descripción de los hechos lo normal es que todos entremos en el desánimo y en la resignación, pues entendemos que en nuestra minúscula existencia en comparación con el orbe y de las fuerzas que lo controlan poco podemos hacer. Sin embargo, las cosas no son así, todos y cada uno de nosotros aunque nos parezca mentira tenemos mas fuerza de la que nos pensamos, fuerza que si la unimos a la de nuestros semejantes puede desembocar un poder enorme.
No se trata de reventar o destruir el sistema como algunos dicen y hacer otro nuevo, no. De lo que se trata es de cambiar nosotros mismos para que nuestro entorno sea diferente, dicho de otra manera, adoptando una actitud diferente frente a lo que sucede en nuestro círculo social más inmediato, saliendo de la burbuja que todos nos hemos creado a nuestro alrededor para defendernos de los ataques externos, fomentando cada vez más una individualidad que hace que este planeta cada día se fracture más.
“De lo que se trata es de cambiar nosotros mismos para que nuestro entorno sea diferente, dicho de otra manera, adoptando una actitud diferente frente a lo que sucede en nuestro círculo social más inmediato, saliendo de la burbuja que todos nos hemos creado”
Si nosotros cambiamos hacia actitudes más generosas frente a los demás, más solidarias y con el único fin de hacer un mundo mejor, contagiaremos a quienes estén a nuestro alrededor. Se trata de adoptar una posición más activa frente a los problemas que nos afectan a todos, pero siempre con la predisposición de buscar soluciones que beneficien a la generalidad y no a unos pocos, no desde ideologías transnochadas y manipuladoras sino desde ideas que sirvan para transformar el mundo, para su reconstrucción moral, porque mientras no gire sobre el eje del interés común o general no habrá nada que hacer e inevitablemente llegaremos a la destrucción total, quizá sin retorno. Si nosotros cambiamos indudablemente también cambiarán nuestros representantes, porque ellos están hechos de la misma pasta que el resto, pero, además, porque de nosotros dependerá su elección y su sustento en el ejercicio del poder.
Sí, es necesaria una revolución, pero una revolución de ideas, de principios, hacia dentro del ser humano. No hace falta sangre, ni voces, ni imposición de ideologías. Se trata de una revolución en silencio de la que tú ya puedes formar parte. Y, si no estás dispuesto o dispuesta a hacer nada, por lo menos cállate, porque tu ruido ya empieza a molestar.
me gustaria poner un granito de arena a esta teoria, empezando por la disminucion de habitantes en el planeta, regulando la cantidad de hijos, y con ello reduciendo la cantidad de pobladores del planeta. Se puede conseguir sin coste alguno , tan solo conciensando a la gente el hecho de tener muchos hijos supondria una superpoblacion dificil de mantener.
Otro punto seria la creacion de una policia mundial, hoy en dia debido a la alta tecnologia debemos aspirar a unificarnos.
Desaparicion de armas de guerra, fin de su construccion. Dinero disponible para hacer un mundo mas igual para todos.
LO DIFICIL ES PODER EMPEZAR ESTA TEORIA MIENTRAS EXISTAN PERSONAS EN EL MUNDO INTERESADAS EN QUERER FORMAR NUEVOS ORDENES MUNDIALES, PARA OBTENER BENEFICIOS. Saludos Feliciano.