“Pienso, luego existo”, a la mierda Descartes dirán algunos pensando en lo escarpada y cuesta arriba que es la existencia, lo cual es cierto, pero no del todo, más bien diría que es como una montaña rusa de subidas y bajadas, de experiencias, que aún siendo negativas no dejan de ser una enseñanza y un camino a la esperanza, para continuar con otra frase, en este caso un poema de mi admirado Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace canino al andar…y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca más se ha de volver a pisar”.
Sin embargo, como los humanos, por lo general no aprendemos rápido de nuestras experiencias, al menos yo que tropiezo una y otra vez con la misma piedra, quizá por la ingenuidad ante la vida, quizá por mi torpeza existencial, o tal vez porque mi corazón domina sobre mi razón. No se. Pero lo cierto es que todos tenemos una realidad vital forjada a través del tiempo, de la experiencia, el aprendizaje… Pero lo más importante, por, la actitud ante todo lo que nos rodea, bueno o malo.
Así es, la realidad vital emerge como un concepto fundamental para comprender nuestra existencia y nuestras experiencias, como la suma de todo lo vivido.. emociones y circunstancias que definen lo que somos, pero también lo que podemos ser. Una amalgama de factores objetivos y subjetivos que influyen en nuestro transito por este mundo, desde los eventos históricos y culturales hasta las experiencias individuales, de manera que nuestra realidad la conforman tanto la estructura externa que nos rodea como la percepción interna que tenemos de ella.
Hace unos días en un debate entre amigos, algunos defendían la necesidad del dominio de la cabeza sobre el corazón, o lo que es lo mismo, de la primacía de la razón sobre la emoción. Y, es cierto que esa primacía evitaría muchos tropiezos en nuestro camino vital, porque de la acción de reflexionar sobre nuestra experiencia surgiria una respuesta acorde a opciones valoradas con suficiente sosiego.
Pero, no es menos cierto y ello me satisface mucho más, que no somos máquinas y, por lo tanto, el corazón se impone, con dos posibles vertientes, una de ellas, que las visceras nos salgan por la boca haciendo que la hiel amargue nuestras vida y, otra, cuando el amor, la compasión, la empatía, busca una respuesta satisfactoria, pero, ¿para quien?, para nosotros, y de esta manera engordar nuestro ego, o para los demás. ¿Es peligroso, en tal caso, el predominio de la emoción?. Sí, puede serlo, de ahí que nos debemos alejar de ese buenismo de apariencia santurrona excluyendo a quienes no están el púlpito de nuestro juicio, y que busca sólo las alabanzas externas. A pesar de mi escepticismo, prefiero la bonhomía acompañada de la firmeza y del equilibrio proporcionado de la razón.
Tanto la cultura como la sociedad juegan un papel crucial en la formación de nuestra realidad vital. Desde la infancia, estamos inmersos en un contexto social que moldea nuestras creencias, valores y comportamientos. Las normas sociales, las tradiciones culturales y las instituciones educativas y políticas contribuyen a construir la realidad que percibimos y vivimos.
Cada sociedad, con sus particularidades, ofrece un marco de referencia distinto para sus miembros, influyendo en la manera en que interpretamos y respondemos a sus circunstancias. De ahí, que nuestra existencia vital moldeará nuestra actuación como una compleja mezcla de razón y emoción que, si logramos equilibrar, provocaría el resultado optimo en nuestra actuación, primero para nosotros mismos, esto es, para nuestro equilibrio emocional y, por ende, mental, pero también para quienes nos rodean, puesto que hará de nosotros seres más preocupadod por nuestros semejantes, seres afables, sencillos, con la bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento.
No debemos olvidar que no sólo moldea nuestra existencia las influencias externas, sino también la percepción individual de cuánto kos rodea. Cada persona tiene una forma única de experimentar y responder a las influencias externas, a experiencias personales, donde los sentimientos y las emociones juegan un papel crucial en esta percepción. Lo que para una persona puede ser un obstáculo insuperable, para otra puede ser una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, de ahí que la actitud positiva va a influir en el resultado no sólo real o material de nuestras actuaciones, sino también en el emocional.
Es por ello que en una época como la actual marcada por cambios rápidos y constantes nuestra realidad vital se vea afectada de manera significativa, por consiguiente, debemos aprender y ese debería ser nuestro propósito diario, equilibrar esa percepción del mundo, de la vida. Y como parece que hoy me inspiran sabias frases ajenas, permíteme recurrir a esa canción del reciente galardonado con el premio Princesa de Asturias de las Artes, Joan Manuel Serrat: “hoy puede ser un gran día, planteatelo así, aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de ti,”
Comprender la realidad vital es esencial para navegar en el complejo paisaje de la vida moderna. Reconocer las influencias culturales y sociales, así como valorar la perspectiva individual, puede ayudarnos a empatizar con las experiencias de los demás y a buscar un equilibrio en nuestras propias vidas. Pero también el positivismo y el no estar cabreado con el mundo es nuestra mejor arma para crecer y estar agusto.
Y… sobre todo, comprender que nuestra experiencia es sólo nuestra, de manera que no se se trata de poner a los demás en si sitio, sino de ponernos nosotros en el nuestro. Sólo los más avezados en la escuela de la vida, después de mucho tiempo habrán entendido que no se trata de educar, de enseñar, de aconsejar, de imponer nuestra realidad vital. Ni siquiera compararla con la de los demás, porque las comparaciones al final son odiosas, cada uno tiene lo que tiene, cada uno aprende lo que aprende, cada uno tienes su razón, sus sentimientos, tan válidos para él como los tuyos para ti. No juzgues y no serás juzgado.
¿Tú que sabes de las experiencia vital de los demás?. Sigue tu camino y deja que los demás sigan el suyo. Deja que cada cual tome de tu experiencia si lo consideran oportuno lo que quiera, no porque la tuya sea mejor, sino porque le reporte un crecimiento, una respuesta, un equilibrio que buscaba y ha encontrado en ti. Hay que dejar que el agua fluya del manantial de la vida de cada uno de nosotros y marque su camino para desembocar en el mar de la esperanza, del crecimiento, de la libertad individual y de la responsabilidad por nuestros actos. No es que merezcamos lo que tenemos, sino que tenemos lo que nos merecemos, y si no nos satisface, sólo nosotros podemos cambiarlo, no culpes a los demás. Cada uno es cada uno y sus caudunadas.
Este artículo toca el núcleo de la existencia humana.
Razona sobre el sentir y el pensar; la dualidad que nos configura. Concluye hermosamente con ese sabio consejo de: ” Sigue tu camino y deja que los demás sigan el suyo”.
En resumen: profunda reflexión.