LA PARTE POR EL TODO

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Es habitual, y en alguna otra ocasión lo he denunciado, a propósito de la Iglesia, que la gente poco informada, en el afán de hablar de una institución, tome la parte por el todo, las leyendas por realidades, y a los pretendidos estudios con una carga de rencor, a veces personal, a veces ideológico, a veces institucional, contra la institución estudiada, como fuentes fidedignas en las que basar sus opiniones. Y es frecuente que en esa mirada sesgada, seguramente carente de contrastes y de conocimiento directo de aquello que se opina, los árboles no dejen ver el bosque, sobre todo si el bosque es complejo, sobre todo si el bosque es en realidad un botánico que reúne una gran variedad de especies arbóreas.

 

El bosque de Béjar. Béjar. Salamanca

La masonería es un jardín botánico en el que cada uno ve lo que quiere ver, y habla de una parcela tan ínfima que no es representativa. Su supuesto carácter secreto, aunque todos los supuestos secretos, a estas alturas de la historia, se encuentran fácilmente accesibles en internet, ha creado una gran cantidad de mitos, la mayoría interesados, la mayoría vejatorios, respecto a una institución que no tiene una identidad única, definida, contrastable.

Es frecuente escuchar en los corrillos masónicos, cuando se admite a un nuevo candidato, que no se debe de juzgar a la masonería por los masones, y posiblemente esa sea una de las grandes verdades, una verdad, como todo lo que se dice en el entorno masónico, encaminada a la exploración de sus consecuencias.

Pero en realidad ¿Qué es la masonería? Bueno, los masones llevan siglos debatiendo sobre ello sin que hayan llegado a una conclusión satisfactoria para todos, y, por su bien es de esperar que nunca lleguen a una conclusión definitiva, porque la masonería, entre otras muchas cosas, es debate, es cuestionamiento, es aprendizaje. La definición oficial, algo así como el consenso sin acuerdo, es que: “la masonería es un sistema peculiar de moral, bajo el velo de alegorías, y enseñado por símbolos”. Lo cual viene a dejarnos tal cual estábamos, pero, si nos tomamos un cierto interés, podremos convenir en que la masonería es una herramienta de estudio y perfeccionamiento personal, que se basa en el trabajo colectivo y el intercambio de pensamientos y conocimientos entre personas con inquietudes éticas y filosóficas. Tampoco esto es mucho más claro, pero si ponemos un ejemplo, tal vez empecemos a hacernos una idea.

Una logia es un conjunto de personas con diversas opiniones políticas, creencias e inquietudes que buscan satisfacer sus necesidades de conocimiento y contrastar sus opiniones, con el único objetivo contrastable de crecimiento personal, con otras que sienten necesidades semejantes, pero con formaciones diferentes; como en un sistema de vasos comunicantes del intelecto, en el que todos aportan su conocimiento y beben del conocimiento de los demás, hasta alcanzar el nivel deseado; nivel que también depende del compromiso y necesidad de cada persona.

La piedra presente en las Tenidas de las Logias masónicas

En todo caso, y siguiendo el método científico, podríamos intentar acercarnos a la masonería por el método inverso. ¿Qué no es la masonería? La masonería no es su historia, la masonería no son los masones, la masonería no es una religión, la masonería no es una opción política, la masonería no es, porque es contrario a su pertenencia, un ente homogéneo, unificador, rígido y con compromisos exteriores a sus propios reglamentos. La masonería es tan diversa como la sociedad de la que acepta a sus integrantes y su única verdad es que tiene tantas verdades como miembros la han compuesto, la componen, a lo largo de su historia. Y tan perfecta, o imperfecta, como lo hayan sido, o lo sean, esos mismos integrantes.

En la masonería ha habido grandes hombres, artistas, filósofos, políticos, científicos, pero muchos más han sido personas humildes, desconocidos. Y también ha habido villanos de todo pelo, que han logrado traspasar los filtros de acceso que se interponen entre el candidato y su admisión. En la misma logia se iniciaron Salvador Allende y Augusto Pinochet, por poner un ejemplo significativo. A la masonería pertenecieron gentes tan diversas como los fundadores de la Cruz Roja, y personajes de dudosa ética, que ni siquiera merecen ser mencionados.

Existen multitud de mitos, de latiguillos, que se esparcen como verdades absolutas, y que no son más que bulos difundidos por los muchos, y en muchos casos poderosos, enemigos de la masonería. Veamos algunos:

  1. La masonería no admite mujeres. Esto solo lo pueden argumentar personas desinformadas, o personas que quieren desinformar. Existen logias masculinas, femeninas y mixtas, sin que sus composiciones afecten a su práctica. Es cierto que existe una parte de la masonería, de tradición inglesa, que solo admite hombres. Es una opción, una opción que evoluciona, pero también existe otra parte de la masonería que solo admite mujeres, de la que casi nadie habla. Y también parece ignorarse, me temo que interesadamente, que en las primeras logias había mujeres, y que en la actualidad, para aquellos que así lo deseen, o lo sientan, existen obediencias mixtas que acogen logias con la composición que sus miembros determinen, sin restricciones de género.
  2. La masonería es una religión. Esto solo lo pueden sostener aquellos que desconocen absolutamente el entorno masónico, aquellos que confunden moral, ética y religión, y a los que les vendría bien pasarse por una logia para desenredar conceptos. He conocido, personalmente, masones de casi todas las religiones del planeta, y, aunque en el entorno que yo me muevo, hay una mayoría de pertenecientes a religiones reveladas, cristianismo, judaísmo e islamismo, por motivos evidentes, también conozco masones ateos, agnósticos, animistas o sin creencia concreta.
  3. La masonería es una opción política. Sucede lo mismo que con la religión, hay masones de todas las tendencias, de todas las ideologías, como los hay que no están adscritos a ningún partido, ideario o tendencia. Los masones son, por definición y vocación, librepensadores, y sería impensable, valga la estética repetición, que alguien pudiera imponer  un ideario que todos aceptaran, lo que invalida cualquier posibilidad de crear una opción uniforme, como exigiría cualquier actuación política. Otra cosa es que haya masones que intervienen en política, claro, muchos menos que los que no, pero los hay.
  4. La masonería conspira. Pues estamos en lo mismo. Puede, casi seguro, que haya masones inmersos en conspiraciones de cualquier índole, no estoy en posición de negarlo, pero la masonería como ente difuso y sin una identidad única, no conspira, no tiene los mecanismos, ni la autoridad, ni la uniformidad, imprescindibles para tal cosa.
  5. La masonería es una secta. Bueno, pues si lo es, es muy rara. Los candidatos tienen que pasar varios filtros antes de poder entrar, se puede uno salir con un simple escrito que diga, me voy, y no existe un líder carismático y absoluto que la maneje. El GM cambia periódicamente por elección de los miembros, y solo puede ejercer durante un número limitado de mandatos.
  6. La masonería es una sociedad secreta. Puede que lo haya sido, tiene ciertos momentos y contraseñas que no son públicos, o, para ser más exactos, e internet no me dejará por mentiroso, que son reservados para sus miembros, pero una tenida normal tiene poco que ver con películas y novelas. Ni capuchones, ni sangre, ni ritos satánicos, ni violaciones. Las tenidas, que tienen un alto contenido administrativo, suelen discurrir sin grandes emociones, salvo las que producen el trabajo en armonía.
  7. La masonería es satánica. Pues me pasa lo mismo que con la religión. Es posible que algunos masones, en su cuestionamiento permanente de lo que se da por hecho, pueda reivindicar cuestiones, o personajes, denostados por religiones, y lo haga desde un ámbito puramente alternativo, de investigación intelectual. Pero de ahí al satanismo, hay un trecho insalvable en muchos aspectos.

Al final, todos estos mitos, todas estas falacias, se estrellan contra la misma consideración, todas ellas necesitan de una identidad única, de un pensamiento uniforme, de una membresía obediente, y en la masonería no se da ninguna de ellas. Cada masón representa una forma personal de entender la masonería, e incluso los hay que nunca llegan a entenderla, cuanto menos, ninguno de ellos, a representarla.

Estas palabras mías sirven apenas para raspar superficialmente una forma de intentar entender el mundo a través de la propia mirada, y de la mirada de los que comparten algunas inquietudes. Estas palabras mías apenas pueden servir para explicar lo que es la masonería, y, sobre todo, si ustedes se molestan en preguntarle a otro masón, seguramente les dará una visión totalmente diferente, y tendrá razón. Yo también.

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