© Ángela Zapatero
Los hechos acaecidos en el PSOE durante los últimos meses y especialmente en la semana pasada, y que han desembocado hoy en el apoyo a la investidura de Rajoy con la abstención por decisión de su Comité Federal, no sólo evidencian la falta de proyecto político del partido socialista, sino, lo peor de todo, un giro hacia la derecha propiciado por quien todavía lleva las riendas del partido, a pesar de un pasado manchado por la corrupción y un presente marcado por las puertas giratorias, eso sin hacer referencia a los GAL y a determinados pactos con la derecha que han supuesto la perdida de soberanía del país y su empobrecimiento.
Un partido con miedo de girar a la izquierda porque perderían sus privilegios, los privilegios de la casta política. Un partido más cerca que nunca de su auto-destrucción, con el consiguiente abandono de una militancia y de unos votantes que todavía se sienten, a diferencia de Felipe González, socialistas y de izquierdas.
La perdida de principios por la ceguera de poder de la cúpula de este partido, marcará un antes y un después de lo que ha sido y será. Al que difícilmente se le podrá volver a llamar socialista y obrero, a diferencia de sus hermanos el PSC Y PSE, que han demostrado su coherencia interna y su fidelidad a una ideología más necesaria hoy que nunca por el continuo ataque a la clase obrera.