En la anterior entrega repasamos los beneficios de meditar desde el punto de vista de la ciencia. Ahora bien, ¿cómo empezar con la práctica? ¿qué debes y qué no debes hacer? Te propongo un ejercicio sencillo y te explico qué pasos puedes seguir para iniciarte en la meditación. Verás que es fácil y al alcance de todos.
Consideraciones previas
Es recomendable que encuentres un espacio tranquilo y sigas una rutina constante al comenzar. Nuestro cerebro disfruta de los rituales y las costumbres por lo que seguir siempre los mismos pasos antes de meditar te predispondrá positivamente para la práctica. En Yoga iniciamos las clases entonando un mantra (una serie de palabras en sánscrito) esto nos ayuda a prepararnos para la clase pero la rutina que escojas tú puede ser algo sencillo como colocar una esterilla siempre en la misma zona de tu casa (o lugar donde medites), encender una barrita de incienso/una vela o poner un cd con música relajante (siempre que no te distraiga), realiza los mismos pasos durante el tiempo suficiente y se convertirán en automáticos.
A la hora de colocarnos para meditar podemos utilizar distintas posturas corporales, las imagenes más habituales suelen ser sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas, de rodillas, en loto,… lo cierto es que podemos hacerlo en cualquier postura, incluso sentados en una silla, se trata de estar cómodos pero tampoco demasiado, el objetivo es encontrar una posición que nos ayude a concentrarnos pero tampoco dormirnos.
Ya tienes el lugar preparado y estás en la posición correcta así que…
Empezando a meditar
La meditación que te proponemos solo requiere que, sentado en la posición que escojas, busques tu pulso. Una vez lo encuentres, centraté en él, cálmate y respira de manera normal. Para encontrar el pulso busca con el dedo índice y medio sobre la muñeca de la mano contraria, hacia el exterior de la misma suele ser más sencillo. Permanece en sentado con la atención centrada en la vibración rítmica del pulso unos 3 minutos para empezar.
¿Sencillo verdad? Bueno, puede que no tanto. No estamos acostumbrados a quedarnos en total quietud, a solas con nosotros mismos y, posiblemente, te asaltarán multitud de pensamientos, algunos agradables otros no tanto. No intentes bloquear esos pensamientos pero no te quedes “anclado” en ellos, deja que pasen. Si te distraes o un pensamiento te asalta de manera insistente vuelve tu atención totalmente al pulso y mantenla ahí. En la anterior entrega decíamos que meditar es, básicamente, pensar mucho tiempo en muy pocas cosas y este ejercicio es la esencia de ello.
Poco a poco verás que esos 3 minutos se te pasan muy rápido, ese es el momento de ir subiendo el tiempo, primero a 5 minutos, luego a 7, así hasta 11 minutos, podrías incluso estar más tiempo pero ese es un buen número. No tengas prisa y sigue las indicaciones de tu cuerpo, un día estarás 7 minutos sin problema pero quizás al siguiente no aguantes 3, es normal y es parte del proceso, deja que pase y disfruta del viaje. Recuerda siempre que es un momento que te dedicas a ti mismo/a, no una competición por lo que no hay ninguna prisa en aumentar el tiempo.
Si lo deseas puedes practicar este sencillo ejercicio todos los días, es realmente corto pero si, por cualquier razón no pudieses sacar 3 minutos diarios escoge una rutina/horario (de lunes a viernes o tres veces por semana) y mantente firme en el.
En la siguiente, y última entrega sobre la meditación, os esbozaré unas pinceladas de mi experiencia meditando y las dificultades que puedes encontrar en el camino. Suerte y buena meditación.