En 2018 se cumplió el primer centenario de la muerte de Gustav Klimt, el artista austriaco mas destacado del fin de siècle, -la belle epoque-, a finales del siglo XIX y principios del XX.
Gustav Klimt pintó un gran óleo titulado Medicina, de enorme magnetismo, inquietante y ambiguo. La pintura me conmueve por su misteriosa belleza y su historia trágica. Simboliza la Medicina como yo también la vivo: experiencia de la auténtica dimensión de nuestra vida, un paréntesis insignificante y frágil, amenazado de dolor, finito, perdido en el flujo poderoso del universo.
En la Viena imperial de Francisco José se había producido un notable desarrollo urbanístico debido a su apogeo industrial y cultural y Klimt había participado con éxito en la decoración de algunos edificios públicos, cuando, al principio de su carrera, era aún un artista convencional. En 1894 recibió el encargo de pintar para el techo del hall de la Universidad tres grandes alegorías de la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia, con el tema El Triunfo de la Luz sobre la Oscuridad. Una Austria pujante quería dejar con ello constancia de sus aportaciones en estos campos.
Entretanto, Klimt había ido desarrollando un estilo pictórico cada vez mas personal y alejado del academicismo, acompasado a los cambios ideológicos de su época: el ocaso del racionalismo y sus certezas. Schopenhauer había descrito la voluntad de poder como motor de la vida, y el arte como su gran vía de escape y reconexión con el Absoluto; Nietzsche y Freud habían profundizado la corriente irracionalista y vitalista.
Solo unos años después, en 1900, Sigmund Freud publicaría su Interpretación de los Sueños, que identificaba poderosas fuerzas subconscientes en el ser humano. En esta atmósfera, el modernismo surgió como un intento de rellenar el vacío existencial a través del arte, tanto en su dimensión estética, de búsqueda de la belleza, refinamiento y perfección formal, como filosófica.
En 1897 Gustav Klimt, seguido por otros compañeros, se escindió de la sociedad de Arte Gráfico de Viena para fundar la Secession Vienesa, una nueva sociedad de artistas orientada al impulso del modernismo. La Secession desarrolló para ello una importante actividad expositiva, y congregó a numerosos artistas plásticos y músicos alrededor de la idea wagneriana de síntesis de todas las artes.
Así, cuando en 1898 Klimt presentó sus bocetos en la Universidad, era ya otro artista. Modernista y simbolista, expresionista incluso, mantenía su preferencia por las escenas suntuosas, pero su arte se había hecho condensado y estático, enriquecido por un uso muy particular de la luz y el dorado como elementos compositivos. Los tres bocetos fueron duramente criticados, en especial Medicina, considerado indecente por la aparición de figuras desnudas. A pesar de estas reticencias, Klimt consiguió que el encargo siguiera adelante, apelando a la necesaria libertad artística.
La pintura Filosofía se exhibió en la 7ª exposición de la Secession (1900), Medicina en la 10ª (1901) y Jurisprudencia en la 18ª (1903). Las tres generaron una gran polémica a todos los niveles, incluido un manifiesto firmado por 87 profesores de la Universidad para que el proyecto no se llevara a cabo, pues contravenían el propósito inicial de la Universidad de mostrar estas disciplinas como ciencias exactas y motor del progreso de la humanidad.
Al contrario, alejado de una visión racional del mundo, Klimt ponía de manifiesto su falibilidad y los inexorables límites de la naturaleza humana: la incertidumbre, el dolor y la muerte. El hombre aparecía al borde de un abismo social, metafísico y existencial.
Finalmente, tras un controvertido debate parlamentario, el encargo fue cancelado y las pinturas quedaron en manos de su autor, una vez que consiguió reunir y devolver el pago que se le había adelantado.
Medicina era un óleo de gran formato (430 x 300 cm), simbolista y musical, que representaba una columna de cuerpos desnudos, flotante y ascendente como un árbol de la vida. Mujeres y hombres en diferentes etapas de madurez; cuerpos sensuales, mórbidos, enfermos, decrépitos o muertos, se fundían alrededor de una figura central: la muerte. Una mujer, símbolo de la humanidad doliente, se alejaba ingrávida y, a sus pies, un niño sugería el incesante ciclo de la vida.
En primer plano Klimt pintó a Higeia -hija de Asclepio, diosa griega de la salud- con sus atributos: la serpiente, símbolo de renovación y curación, que bebe de la copa el antídoto que transforma su veneno en un remedio curativo.
Una diosa altiva e indiferente, testigo de una existencia humana cuyos límites no puede traspasar. La pintura confrontaba así mito y realidad, y evidenciaba la distancia entre la Medicina y la caótica, dolorosa y finita experiencia vital, encarada por sí misma a la perspectiva de la muerte.
Los cuadros fueron adquiridos por amigos y conocidos judíos de Gustav Klimt, entre ellos su colega de la Secession Koloman Moser. Requisados por el III Reich, volvieron a aparecer públicamente en Viena en 1943, en una gran exposición retrospectiva dedicada a su autor, 25 años después de su muerte. Ese mismo año, bajo la amenaza aliada, 14 de sus obras fueron escondidas en el pequeño castillo de Immendorf, al sur de Austria. El día 7 de mayo de 1945, el castillo y todas las obras de arte que contenía fueron destruidos por un incendio. Se especula si lo provocaron las fuerzas de las SS en retirada, para evitar que las pinturas cayeran en manos de las tropas rusas.
De aquellos cuadros de Gustav Klimt han quedado los bocetos, algunas fotografías tomadas durante su exposición y un detalle en color de Higeia. Hay referencias escritas de sus dimensiones y tonalidades; se sabe que los colores de Medicina iban del rosa al púrpura. Con esta información y la ayuda de sofisticados sistemas gráficos y digitales, un equipo de expertos ha conseguido recrear el cuadro en cada una de sus pinceladas.
La Medicina de Gustav Klimt no existe mas.
Nos queda su malhadada historia. Y la belleza imaginada de un arte ambiguo y sugerente, dionisíaco y peligroso, que termina por transgredirse a sí mismo para anticipar las Vanguardias. El arte subjetivo y visionario del Klimt mas radical.