Quienes me conocen a poca distancia saben que escribir sobre política es para mí un último recurso en mi afición y necesidad de abrirme al mundo que me rodea mediante la escritura. No busco complacer, pues del elogio poco se aprende, salvo de los que te dispensan un aprecio sincero, y ni siquiera eso, sino de la crítica. aunque ello también pueda resultar presuntuoso ya que estoy dando por sentado que alguien es capaz de soportar mis elucubraciones mentales, o mis rollos, como alguien dijo intentando desprestigiar este medio donde sus colaboradores de un alto nivel intelectual nada tiene que ver con el mío, siendo por ello que el motivo que me lleva a esta disertación sobre la realidad politica es porque mi tensión vital está alcanzando niveles peligrosos que hacen que mi glandular biliar trabaje en exceso.
De ahí que, haciendo de tripas corazón, o mejor dicho, intentando racionalizar lo más posible mi opinión acerca del ganado que llena los despachos y bancadas del congreso de los diputados, ay, perdón, y diputadas, que luego vienen las ofensas sexistas…, ya empezamos mal, de un lado y del otro; y como no admito el engaño ni la hipocresía, y menos aún la ideología enlatada en la que todos debemos pensar lo mismo sino queremos ser el escupidero de los salvapatrias, el blanco de su inquina de odio político, de sus insultos y amenazas, incluso del destierro si de ellos dependiera, aunque para mí es un honor su desprecio porque si de algo me jacto es de mi libertad de pensamiento, y de admitir y pedir perdón cuando me equivoco, lo cual sucede muy a menudo, y porque los comentarios contra mi persona a estas alturas de mi vida me importan más bien poco, es más me estimulan porque me sirven para reafirmar que vivimos en una sociedad borreguil, sin criterio propio, cada vez con más sombras que luces, aunque a veces te encuentras con la grata sorpresa de coincidir con otra oveja negra en el camino.
Pero, para no irme por las ramas, donde cada vez encuentro más excremento político de demagogia y mentira, el motivo de mi descontento, por decirlo de una manera educada, viene dado por la puesta en escena que los socios del gobierno de la nación y de su autocomplaciente presidente, y sus correligionarios, sobre la famosa y chapucera ley del sí es sí, o del no es no, porque todo depende de permitir o no las relaciones carnales para que constituyan o no un delito, además de por sus efectos de haber puesto en la calle a más de medio millar de pederastas, violadores y trastornados sexuales al rebajar sus penas de prisión con el peor de los agravios para sus víctimas que estupefactas han vuelto a sentir el ardor en sus entrañas de tener que revivir sus traumáticas experiencias sin una adecuada reparación por parte de sus verdugos, y por el miedo de saber que estos babosos atacantes se encuentran en la calle antes de cumplir sus condenas, ya de por sí rebajadas por el descafeinado sistema penitenciario, que no niego merecer, pero si valorar adecuadamente, para no encontrarnos con la tan abultada incidencia en este tipo de delitos por parte de sus autores nada abandonan la cárcel, de manera que, algo falla en este sistema cuya finalidad, según dicen los expertos juristas es reinsertar al delincuente tras el cumplimiento de sus penas.
Sí, una elaborada puesta en escena de los socialistas y Unidas Podemos, en un año electoral, marcando territorio mediante la micción de contaminadas políticas de desprestigio del otro cara a la galería y de cohabitación en la intimidad de la alcoba de los despachos, con el uso del reiterado recurso de echar la culpa a los otros, sin reconocer los propios errores y, aún reconociéndolos, in extremis, sin repercusiones por la irresponsabilidad de tan mal elaborada ley, no digo innecesaria, pero técnicamente una autentica chapuza jurídica, de cuyos efectos de rebajas de penas la muy ilustre ministra de la igualdad confrontada, quiso hacer responsable a los jueces fachas que, según ella, llenan la judicatura fruto de la educación patriarcal de una sociedad de la que ella y los suyos se sienten redentores, como si otros, unas y unos, no hubiéramos luchado en nuestra reivindicación por los derechos de la mujer sin necesidad de hacer culpables a todos los hombres de la penosa desigualdad entre géneros a lo largo de la historia porque, tal vez, hemos tenido el ejemplo de un progenitor masculino -como en mi caso-, no sé si lo digo bien por los tantos géneros existentes; me refiero al que puso la semillita en mi madre, que nada más hay que una, para que yo naciera, sin necesidad de la bronca política del populismo que ellos representan, generando odio donde no debe hacerlo, porque el odio resta efectividad a la razón y al orden que debe existir gracias al imperio de la ley justa para dotar de seguridad jurídica las relaciones sociales, que permite funcionar a los sistemas democráticos, y no ese bodrio legal de tan ilustre ministra que no sólo carece de la más mínima formación jurídica, sino que, ni siquiera sabe usar los prestigiosos órganos consultivos de nuestra Administración para evitar resultados tan desastrosos.
Sois tan patéticos que sólo vuestros adoctrinados se tragan esta esperpéntica puesta en escena, como la de los otros socios del gobierno, del toma y daca del continuo chantaje soberanista, mayordomos del gobierno cuando se trata de sacar beneficios y peor que las alimañas cuando les sube la fiebre independentista y anticonstitucional. Que prostitución de la Carta Magna, cual meretriz que ponen en el mercado de intereses partidistas y defensa de su propio condumio, que no el del pueblo, aunque pueda ser merecido por tanta pasividad ante tan abundante agravio político sin respuesta social.
Claro, que en el otro lado de la bancada del Congreso tampoco se puede tirar cohetes, pues cuando gobernaron igualmente se sometieron al chantaje de ciertas minorías parlamentarias y lo siguen haciendo con una radicalizada derecha igual de populista que la de la izquierda en algunas Comunidades Autónomas y, es que, los extremos es lo que tienen, que coinciden en la manipulación ideológica de los que están acostumbrados a la confrontación como única forma de hacer política, confundiendo el dialogo, cuando les interesa presumir de tolerantes, con el “o piensas lo que yo pienso o eres un facha o un rojo”, según de dónde venga, eso sin olvidar a los/las, o las/los, por si acaso, que se posicionan dependiendo de quién les de comer las bellotas que están acostumbrados a comer, porque el pienso solo es para el populus, no para los pata negras de la política, y no lo digo por su alto nivel político, ni por el color de sus pezuñas, sino por sus abultadas panzas de tragones, de lo que sea, para no perder sus privilegios.