LA INMUNIDAD DE LOS BORREGOS

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“Si un problema puede solucionarse, si la situación es tal que puedes hacer algo al respecto, entonces no hay necesidad de preocuparse. Si no puede arreglarse, entonces preocuparse no tiene utilidad alguna”.

 Dalai Lama

by Plazabierta.com

Si algo tenemos que agradecer a la pandemia es que, en cierta medida, hemos  aprendido un poco más sobre virus, vacunas, curva de contagio, cuarentenas, zoonosis, paciente cero… y algunos más que, posiblemente conocíamos de nuestras clases de ciencias en el colegio o instituto  pero que teníamos almacenados en ese lugar de nuestro cerebro llamado hipocampo donde van los  recuerdos a corto plazo, pero que, ahora por su repetición día tras día de forma machacona e incesante, nos están quedando grabados a fuego, pasando a  otra parte del cerebro llamada corteza frontal, donde permanecerán como recuerdos a largo plazo.

Ahora bien, la excesiva o sobreabundante información sobre el tema, esta convirtiendo esta pandemia a una infodemia, con contenidos, en mucho casos, de poco rigor científico o peor aún, fake news que terminan confundiendo e intoxicando a la población, provocando su dejadez, falta de ganas, de interés o de cuidado frente a ese bicho tan contagioso y mortífero.

Tal situación, me lleva a otro concepto también relacionado con los virus como es el de la inmunidad  colectiva o de rebaño que, aunque referida a ese fenómeno que se da cuando muchas personas están protegidas ante una determinada infección, de forma que actúan a modo de «barrera protectora» para que el agente no llegue a quienes todavía pueden contagiarse, sin embargo, con referencia al antedicho comportamiento de desidia de la población ante esa infoxicación, tanto de medios de comunicación como por los responsable de su gestión, no sólo políticos sino también de ciertos empleados públicos a los que ya no creemos porque dudamos si actúan en calidad de científicos  o como mandatarios o, peor aún, fantoches del ministro o ministra del área de sanidad o de los que dicen gestionar la pandemia en organismos supranacionales como el Parlamento Europeo o en la cuestionable e inservible OMS, motivo por el cual, permítaseme alterar el término  para pasar a denominarlo inmunidad de los borregos.

Sí, la población, con la excepción que siempre existe cuando se habla en términos globales, de ciertos ciudadanos  que siguen extremando al máximo las medidas sanitarias para no contagiar ni contagiarse del virus, todavía los hay quienes pasan de puntillas o por encima de ellas, con manifestaciones tales como  no llevar bien puesta la mascarilla, su reutilización prolongada o no utilización, exhalar el humo de sus cigarillos sobre los que transitan por las calles, no lavarse las manos o utilizar el hidrogel con la suficiente asiduidad, incumplir la distancia de seguridad, sobre todo en medios de transporte o en lugares públicos muy concurridos, participar en fiestas o abusar de la estancia en lugares cerrados y, un largo etcétera que todos conocemos.

Medidas que  tales borregos parecen que adaptan a su particular forma de ver la  pandemia, en algunos casos como una invención de los poderosos con el objetivo de controlar y manipular a la ciudadanía, sin querer ver la gravedad que realmente tiene, e importándoles un bledo la gran cantidad de muertos y contagiados, acusándonos a quienes les criticamos o denunciamos de demagogos porque mostramos la interminable fila de ataúdes o la saturación de las UCIS y de los hospitales en general; precisamente porque queremos hacer visible lo que ellos no quieren ver, aún el riesgo de quedar mal, haciendo nuestra la frase de George Orwel que “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son relaciones públicas”. Borregos que, precisamente, no sólo están entre los adolescentes o jóvenes, sino también  entre personas adultas, insensatos que por su conducta deleznable están contribuyendo a la propagación del virus, en definitiva que los muertos cada día sean más.

Es cierto que la gestión de la pandemia por nuestro políticos, tanto a nivel estatal como autonómico, incluso municipal, como siempre, salvo excepciones, no sólo está dejando mucho que desear, sino que, en algunos casos por falta de criterio fundado en la opinión e investigaciones de los expertos y científicos, otros por rentabilidad política frente al contrario, o por el dilema absurdo de pretender elegir entre las personas y la economía, pero sin mover un solo dedo para proteger a los autónomos y empresas,  eso sí, con promesas de ayudas de la Unión Europeas de carácter finalista o subvenciones, que ante la hecatombe económica que estamos viviendo son imposible de justificar en muchos casos;  cuando lo procedente hubiese sido, como han hecho algunos países de nuestro entorno,  la reducción o exención de impuestos; contribuyendo todo ello a un estado  confusión  y abandono de la población, con la consiguiente destrucción de empleo.

Pero, no sólo entre borregos y políticos anda la cosa, sino que en este caos también suman los espabilados sinvergüenzas que quieren sacar rentabilidad del dolor, entre los cuales no sólo se encuentran los que abusando del miedo de la ciudadanía fomentan el mercado negro de productos relacionados con la prevención de la pandemia, sino también los laboratorios y farmecéuticas, a los que podría calificarse de terroristas porque con su actitud ante la emergencia social en que nos encontramos están atentando contra la vida de las personas al hacer depender el suministro de vacunas de su nivel económico o país al que pertenecen, en vez de un reparto equitativo para lograr no sólo de forma sectorizada la inmunidad sino a nivel global, sino será la pescadilla que se muerde la cola,

Por ello, quizá, no solamente habría que tildar de borregos a quienes no aceptan las restricciones gubernativas y/o la medidas de prevención,  sino también a todos los que se dejan engañar por su político preferido, adoptado la actitud ridícula del palmero bocazas que disculpa su ineficacia política o, a quienes esconden su cabeza bajo el ala ante ciertos comportamientos incívicos, en muchos casos con la justificación que para eso está la policía, a todas luces insuficiente para controlar tantos escenarios en los que se encuentran los borregos incumplidores, además de no saber cómo actuar ante ordenes o actuaciones contradictorias de nuestros gobernantes.

Por favor, cuídate…porque haciéndolo no sólo te salvas tú, sino que además nos estás salvando a los demás. Gracias.

 

 

NO TE RINDAS — MARIO BENEDETTI – Bing video

 

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