LA GUERRA DE NUESTROS ABUELOS

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Todo está en llamas en la noche oscura,
cayeron del cielo una tras otra,
su madre lloraba cuando él las arrojaba,
ella enmudeció, ya no respiraba,
él estaba en el otro lado de la guerra que lo mandaba.
 
Sus hermanos también cayeron,
y la moza que lo esperaba con una vida en sus entrañas.
Una vida fecundada antes de que se lo llevarán.
Ardía el pueblo en llamas por unas bombas incendiarias
Olor a sangre y destrucción eso es lo que quedaba
 
Hoy todavía quedan las secuelas de una guerra sin sentido,
es el día de mañana, de una mañana sembrada de odio y desesperanza.
Tuvo la oportunidad de la reconciliación de dos bandos hijos de una misma madre,
pero prefirió seguir matando a los que la libertad anhelaban.
 
Él descansa en una iglesia, en esa misma iglesia que lo llevó bajo palio.
Una cruz enorme hecha con sangre de los vencidos se ve desde todos los lados.
Fueron miles los represaliados que aún conserva en sus entrañas.
Somos libres los que percibimos el hedor de su cuerpo embalsamado.
Dicen que fue enterrado con todos los honores de un pueblo ensangrentado.
 
Son muchos lo que todavía guardan el odio que él sembró.
otros sólo queremos se repare el daño causado.
Queremos abrir la tierra para recuperar a los que murieron,
sólo por querer la democracia de ese pueblo resignado.
 
No guardamos odio, sólo amor y esperanza de que algún día se cierren las heridas.
Solo queremos se nos de devuelvan a quienes nos arrebataron para vanagloria de unos vencedores con rencor y deseo de venganza.
En las cunetas o en la tapia del cementerio los mataron.
Todavía oigo los tiros y veos sus cuerpos inertes amontonados.
 
Algunos murieron con el puño en alto gritando la palabra que más quiero:
Libertad para un pueblo amedrentado y resignado.
 
© Descartes

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