LA FRECUENCIA DEL UNIVERSO

0
173

El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación.

(Paul Claudel)

Suele ser habitual en nuestras vidas sumergidas en un ruido ensordecedor y sometidas a un ritmo vertiginoso, olvidarnos de poner orden en nuestra cabeza y en nuestro corazón, cayendo en un caos emocional difícil de solucionar, incluso para los especialistas, pues la querencia hacia el desorden suele dejar huella en nuestros cerebros, como animales de costumbres que somos, provocando altibajos difíciles de controlar que nos llevan a situaciones en las que no sabemos estar donde debemos, olvidándonos de una cuestión muy importante como es aprender a conjugar nuestra emociones y consiguientes acciones con el mundo exterior, quedándonos únicamente con los pronombres personales “yo”, “mi”, “me” “conmigo”.

No hay peor cosa que el desconocer cuál es nuestro lugar, lo que nos lleva a situaciones tan patéticas, como pensar que las cosas son ciertas porque deseamos que así sean, o porque dentro de nuestra cabeza y percepción lo pueden ser, pues una cosa es el deseo y otra bien distinta es la realidad que debe guardar sincronía con el esfuerzo para lograr nuestras metas. Como se suele decir, hay que estar con los pies en la tierra sin que ello nos impida soñar de vez en cuando. Los sueños y los deseos son la sal de la vida, nos llevan a lograr determinados proyectos convirtiéndose en el motor de nuestra existencia, sin ellos la monotonía se apoderaría de nuestros días y nuestras noches, haciéndola insufriblemente insoportable; pero cuidado con soñar demasiado, pues no todos lo sueños son realizables, por limitaciones tanto personales como ajenas.

Confundir los sueños con la realidad, no controlar nuestras propias limitaciones, creer que somos los mejores, no es una actitud saludable, ni siquiera para intentar subir nuestra autoestima, porque cuando despertamos a la realidad de vida, la caída de la nube en la que nos hemos situado suele ser bastante traumática, volviéndonos a sumergir en el caos emocional del que intentábamos salir.

Además, una consecuencia de ese “yo desmesurado” suele también ir acompañado de un desprecio hacia los demás, de una prepotencia enfermiza, sobre todo cuando esperamos que se nos valore de una forma que creemos merecer. Es lamentable y lastimoso ver a ciertas personas como se esfuerzan por caer bien a los demás, de buscar una sobre valoración de sus actos que, con independencia que se la merezca o no, para lo único que sirve es para hacer más enfermizo su ego, si es que cabe, de lo que ya lo es, puesto que hacen depender la seguridad de nuestras actitudes en los demás, confrontando la queja ante la falta de reconocimiento con frases “yo no merezco esto”, “conmigo no se juega”, “sabéis con quien estáis tratando” que, entre entre otras muy parecidas, lo único que ponen de manifiesto es la más grave carencia de una adecuada percepción de la realidad y de empatía con el mundo exterior.

No se pretende negar la necesidad que tenemos de reafirmar nuestro “yo”, sino de poner de manifiesto que dicha reafirmación debe ser ante nosotros mismos, lo cual no se consigue edulcorando nuestra existencia o  disfrazándola para los demás, o aparentando sabe más que el resto, sino de mostrarnos realmente como somos, de llegar al convencimiento, porque no puede ser de otra manera, de nuestra maravillosa existencia, a pesar de los claroscuros tanto del pasado como inevitablemente del presente continuo en el que nos movemos, porque como sucede en el universo las estrellas pasan de tener luz a dejar de tenerla.

Sólo si ponemos orden en nuestra cabeza en sintonía con nuestro corazón, conjugando nuestra vida con las de los demás buscando la sincronía, alcanzaremos la felicidad. Sincronía que exige de vez en cuando afinar nuestras vidas para que vibremos en una frecuencia equilibrada con el resto del mundo, del universo, porque como decía Benjamín Franklin:  «El desorden almuerza con la abundancia, cena con la pobreza y se acuesta con la muerte»

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí