LA DIMENSIÓN DE LOS IDIOTAS

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«El mundo está lleno de idiotas, distribuidos estratégicamente para que te encuentres al menos uno al día».- Anónimo (al menos no se ha podido determinar su procedencia)

No hace mucho tiempo alguien muy cercano me trataba de demostrar una teoría que, la verdad, no está muy desencaminada. Se trata de la “teoría de los cuñados”, quizá los míos me dejen de hablar a partir de este momento… espero que sólo aquellos o aquellas que sientan aludidos.

Pues bien, con esta teoría se trata de demostrar que la misma proporción de cuñados tontos que podamos tener, se da en la sociedad en relación a sus miembros en una proporción de 1 a 2. Me refiero a esos cuñados o cuñadas que se ponen o nos ponen nuestro lado en la comida familiar de los domingos y que provoca que nos rechine el plato al cortar la carne con el cuchillo de la cubertería, también de los domingos, como si estuviésemos cortando a trocitos al hermano o hermana político que en desgracia nos ha tocado, y que tenemos que soportar porque no nos queda otra, por aquello de la educación… al igual que comernos el  pollo asado del bar de la esquina que, por ronda de cuñados, que no de cuñadas -por la discriminación positiva- me ha tocado hoy ir a buscar y pagar esperando una larga cola de más de media hora, lo que hace que aumente mi presión y rabia sobre el cuchillo más allá de la estoposa carne de la maldita pechuga que me ha tocado y que se ma hecho bola, como todos los domingos.

© Plazabierta sobre Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay :

Así es, de cada tres cuñados -voy a utilizar el masculino inclusivo de ahora en adelante, como se ha hecho siempre de acuerdo con las reglas de la lengua de Fernando Lázaro Carreter que tanto me costó aprender en la escuela-, uno resulta ser siempre el que da la nota; no sólo discordante, sino machacona hasta el punto que me ha llevado a preguntarme, en ocasiones, si puede existir alguien más tonto….  amen de plantearme mi rematada mala suerte de haberme topado con el rey o la reina de estos familiares impuestos que todo lo quieren saber, o que cuentan los mismos chistes una y otra vez, o que pelotean a todos, investidos de un “buenismo” impuesto por la parienta con la amenaza de dormir a la noche en el sofá por “reventador” de comidas de la suegra -entiéndase por parienta, la cónyuge, más machista que el propio pariente, que le elige hasta los calzoncillos que se tiene que poner-; o el cuñado que hace las mejores compras y al mejor precio, exponiendo el listado de los mejores productos de ese supermercado de marca alemana de bajo costo que está en su barrio o, al contrario, el que presume de las mejores marcas, o el  que continuamente se está quejando por el fuerte dolor de espalda, o del político de turno…. puffff… que agotadores, son… quizá yo también lo sea…

Así que, como creo haber alcanzado el primer objetivo que, no es otro que demostrar la verdadera esencia de los muchos “idiotas” que al día nos encontramos en el camino de la vida; entendiéndose por tal aquellos que son tontos o de corto entendimiento, incluso de baja ilustración, según los del Diccionario de la RAE, aunque, también permítanme incluir a los pesados, a los mal educados…, en general a todos aquellos que te pueden llegar a rallar; ahora voy a por el  segundo objetivo. Descubrirles un par de estrategias que les pueden ir bien para librarse de esta variedad de personas o de personalidad, tóxicas hasta el punto de decir: basta!!!.

Estrategias para librarse de los idiotas.

1º.- La primerísima: estar <a l e r t a>, porque es muy, pero que muy importante mentalizarnos que los idiotas, en la mayoría de los casos no cambian, son idiotas crónicos y con un alto grado de contagio, y están a nuestro alrededor.

Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

Seguro que más de una vez han oído decir que no vale la pena discutir con un idiota porque es convertirte en otro idiota y, es cierto, hasta el punto que me lleva a afirmar de modo empírico que la idiotez y sus inmediatos, como la imbecilidad, incluso la estupidez, son comportamientos o actitudes contagiosas. Es por ello que, ante las acusaciones, afirmaciones infalibles investidas de verdad absoluta, provocaciones, demagogia, falacias, arrogancia… de estos idiotas supinos, lo mejor es pasar, sino terminarán comportándose como el imbécil que les intenta provocar.

2º. El idiota, no tiene vida propia, su principal diversión es criticar, bien con una personalidad narcisista de querer ser el centro de atención, o con un complejo de inferioridad o autoestima -distintas caras de la misma moneda-, que necesita constantemente reafirmar su personalidad ante los demás. Crítica que se convierte en una herramienta para subsistir inventándose una novela de la que él es parte.

Es fácil irritarnos ante esta actitud por la crítica a terceras personas que no suelen estar presentes, porque otra actitud ligada al idiota es la de ser cobardes, convirtiéndonos en defensores de causas que, aún siendo justas o no van directamente con nosotros o, yendo, sería entrar al trapo de la provocación del idiota, lo que nos lleva de nuevo al contagio antes aludido.

3º. El idiota no necesita ser puesto en evidencia, porque el sólo se pone en esta situación. Nunca encontraremos a un idiota que la gente tome como referente. ¿Quién se atreve a pedir consejo a un idiota o confiarle algún proyecto?. Por su actos los conoceremos. Se les ve a la legua. Aunque nunca es tarde en caso de miopía para elegir inteligentemente la puerta de salida y marcharnos a otro lugar donde el aire sea más puro, por estar libre de idiotas, aunque es muy difícil.

Y, sobre todo, mucho cuidado con los idiotas alineados, aquellos que necesitan identificarse dentro de un grupo, capaces de venderte una ideología a precio de saldo que ni ellos  mismos se la creen y menos practican. Es decir aborregados del sistema o el anti-sistema.

En definitiva, un idiota si le hace daño es porque usted quiere…  o lo que es lo mismo, se lo permite. Cuidado… se los puede encontrar en cualquier sitio, hasta en su escalera… incluso los vota, les da de comer y les soporta, porque no le queda otra.

Dedicado a mis queridos cuñados y cuñadas a los que quiero mucho. ¿Acaso vosotros no pensáis lo mismo?…

 

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