LA DICTADURA DE LOS ESCLAVOS

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Cuando la solidaridad muta a imposición, hemos dejado de ser solidarios.

fuente istockphoto

Cuando la marea del pensamiento normalizado invade nuestro pensamiento íntimo, hemos dejado de pensar autónomamente.

Cuando te obligan a aceptar lo que consideras inaceptable, has dejado de poder elegir.

Cuando reiteradamente te dicen que eres malo porque te sales de la norma, o bien dejas de actuar como honestamente entiendes y te conviertes en un semoviente más del rebaño, o quedas marginado socialmente.

Cuando te dicen como tienes que actuar más allá de tus convicciones, en definitiva, te conviertes en un esclavo.

Repite una mentira 1000 veces y esa mentira se convertirá en verdad, que razón tenía Orwell cuando en 1948 escribió su visionaria obra 1984. Si un medio de comunicación oficial afirma cualquier sandez y lo repita lo suficiente, se convierte en un hecho incuestionable. Nos lleva a evitar el uso nuestra mejor herramienta, la razón, ya que un dogma es fácil de asumir y nos evita el sentimiento de culpabilidad que nos invade al tomar decisiones y equivocarnos.

La sociedad en la que vivimos, otrora, abierta y diversa de pensamiento, se ha convertido en una dictadura de lo políticamente correcto, donde se ha impuesto una sola forma de pensar, y donde la diversidad tan solo es un concepto vacío que oculta una realidad terrible. “Si no piensas así debes aceptarlo y someterte a este nuevo paradigma, o serás repudiado”. En los años 80, todos disfrutábamos de la música de Freddie Mercury y no nos importaban sus preferencias sexuales, admirábamos a Michael Jackson y no nos preocupaba el color de su piel, porque lo realmente importante es lo que aportaban como grandes que eran en su campo, sin embargo, hoy, lo que se debe considerar un valor es todo lo contrario, dejando de lado lo que alguien pueda aportar a la sociedad.

La radicalización de valores lleva al punto de normalizar precisamente lo que se repudia. En muchos aspectos la lucha contra el machismo se ha convertido en una suerte de hembrismo y la misógina ha derivado en misandria, ya que se ha normalizado la idea de que el hombre es malo por naturaleza, de suerte que se han inventado un sinnúmero de géneros para escapar de esa cárcel, o más bien para intentar ser original dentro de un pensamiento, aceptado colectivamente, que no deja margen a ser tú y aceptarte como eres. La aceptación no precisa de pregonar a los 4 vientos que eres y que piensas para que los demás reconozcan tu normalidad, la aceptación debe ser íntima y asumida con naturalidad, y esto no implica tener que ocultar.

Al igual que ocurre con cualquier converso, todos aquellos que se pliegan a esas exigencias sociales son los que con más virulencia atacan a los infieles, ya que su radicalidad pretende ser el germen de su aceptación por parte de la masa.

La sociedad occidental se va a la mierda, es un hecho, el declive y ocaso de toda civilización pasa reiteradamente por un proceso de autodestrucción, al despreciar sus propios valores y aceptar como buenos cualesquiera otros que no sean los nuestros, y en eso está occidente.

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