no depende del individuo único en el que se gestan, pues de hecho, se originan aleatoriamente dentro de la tremenda similitud que existe entre nuestros cerebros.
Cualquiera puede ser el elegido; una extraña maternidad que proclama la victoria de las mayorías y el total abandono de un racismo maníaco.
Sólo la muerte sesga este proceso; convirtiendo el olvido de una parte de la humanidad, en la más terrible pérdida de oportunidades que existe.