IMPACTO DEL ENFERMO DE ALZHEIMER EN LA FAMILIA

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Con esta publicación terminamos nuestro tercer capítulo acerca de los enfermos de alzheimer y el impacto que produce en la familia, porque nos preocupa y porque sabemos que cualquiera de nosotros mañana puede ser un enfermo o un afectado rogamos a nuestros lectores colaboren en la difusión de estos tres capítulos.

Cuando algún miembro de la familia sufre una demencia en general o una enfermedad de Alzheimer en particular, ésta sufre la enfermedad en menor o mayor medida. En el sistema familiar se generan una serie de alteraciones estructurales y dinámicas como consecuencia de tener que reorganizar su vida diaria, personal y social. Así, por ejemplo, las funciones y roles, que ocupaba el miembro enfermo en el sistema familiar, deben de ser adoptadas por otro u otros miembros de la familia; este cambio será más profundo y complicado, cuanto más importantes fueran las funciones que desempeñaba el enfermo.

Además, la demencia implica un esfuerzo y una disponibilidad hacia otra persona a largo plazo, que tiene el infortunado efecto de agotar. Por ello, cada uno de los miembros de la familia tiene que ir asumiendo un cierto control sobre la enfermedad a medida que van surgiendo los problemas cognoscitivos, no cognoscitivos y funcionales. Por todo ello, es necesario que la familia realice algunas acciones encaminadas a lograr la normalización de la enfermedad dentro de su funcionamiento como sistema familiar.

 

“la demencia implica un esfuerzo y una disponibilidad hacia otra persona a largo plazo, que tiene el infortunado efecto de agotar.”

Así, una vez conocido el diagnóstico, es necesario que la familia se INFORME detalladamente sobre la evolución de esta dolencia: fases, características, consejos, precauciones, necesidades asistenciales. Además la familia, una vez evaluada la situación económica y social del enfermo, debe ORGANIZARSE Y PLANIFICAR su colaboración en los cuidadosque pronto requerirá el enfermo.

Aunque con frecuencia surge entre los familiares un cuidador principal, éste no debe cargar sólo con el problema ni con la atención al enfermo. Los demás familiares deben colaborar con su ayuda física, económica y moral al cuidado del paciente, relevando de sus tareas y asistiendo en sus decisiones al responsable principal.

Asimismo, desde un punto de vista de la fortaleza psíquica en el cuidador, es muy útil separar el hecho de aceptar y atender al enfermo, de los posibles sentimientos de angustia que pudieran surgir con los años por el cansancio físico y mental que supone la convivencia y dedicación al enfermo

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