HOMBRES Y MONSTRUOS

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Mujermaltratada
Hace unos días nos sorprendía uno de los editores de este medio con una noticia que a muchas y muchos nos desgarró por dentro, poniendo de relieve la injusticia cometida contra Noemí Otero, condenándola a cuatro años de cárcel por el simple hecho natural y también jurídicamente hablando, como es el de la legítima defensa, en este caso frente a su ex pareja, que nada más y nada menos la había sometido no sólo a malos tratos físicos sino también psicológicos durante  la friolera de quince años, más de la mitad de la vida de la maltratada.

Una más, y otra… y otra…  ¿hasta cuándo?. El gobierno cree que cumple con sus campañas publicitarias, alguna que otra subvención a asociaciones feministas, que luego si te he visto no me acuerdo como en el caso de Noemí, casas de recogida y alguna que otra entidad pública o privada que tienen entre sus fines la ayuda o protección de la mujer. Pero, esto no es suficiente porque las cifras son alarmantes. En los últimos quince años, más de 900 hombres han asesinado a sus parejas o exparejas y, en muchas ocasiones también a los hijos de éstas. Algo falla en el sistema, empezando por nosotros mismos.

Sí, nosotros también somos responsables, hasta algunos se atreven a juzgar los motivos por los que alguien, una mujer, ha sido maltratada. He llegado a leer en algunos foros, y no precisamente de redes sociales, que también; frases como “algo habrá hecho”, “tal vez se lo mereciera”, u otras semejantes. He llegado a ver la falta de empatía de la gente, como si con ellos no tuviese que ver el problema… “cada  uno en su casa sabe lo que hace”. He visto pegar a una mujer en la calle y la gente no ha intervenido para separarlos, ni siquiera llamando a la policía…

 

“… hasta algunos se atreven a juzgar los motivos por los que alguien, una mujer, ha sido maltratada. He llegado a leer en algunos foros, y no precisamente de redes sociales, que también; frases como “algo habrá hecho”, “tal vez se lo mereciera”, u otras semejantes.”

Y de vez en cuando otra mujer muerta… mujeres muertas… y las que no, marcadas de por vida… sus moratones y heridas curadas, que no cicatrizadas, se transforman con el tiempo en una profunda brecha en el alma, en una brecha que no se cura y que la soledad, el dolor, el miedo y la desconfianza de volverse a enamorar hace cada vez más grade.

Hombres maltratadores. Maltratadores sin más, porque ellos distan mucho de ser hombres . Cobardes indecentes que descargan su ira contra el amor, contra mujeres indefensas, contra la vida, contra la dignidad del ser humano. Salvajes. Despreciables seres.

He visto hogares donde los gritos, los reproches, los insultos es la única forma de hablar de quienes dicen ser maridos y parejas responsables. Aquellos que luego se muestran en sus trabajos y en la calle, con los amigos, conocidos y vecinos, como una persona guay. ¿Persona?… Sólo un monstruo puede pegar a quien quiere.

Alguien tan horrible y desalmado sólo puede estar entre rejas… El escarnio con el que actúan sólo merece esa condena.

He visto rosas rojas encima de sepulturas, del mismo color que la sangre que derramaron en vida quienes allí descansa por violencia de género, que con el tiempo se han transformado en rosas negras por el luto de quienes ahora las llorán. Lágrimas de hijos desconsolados que se han quedado solos, en el mejor de los casos al cargo de algún familiar y, en el peor, en algún centro de menores. Padres que me dicen que deberían de haber muerto antes que sus hijas. Hermanos y hermanas, y unos pocos amigos y amigas que buscan justicia, porque cuando se trata de luchar son pocos los que se comprometen de verdad.

A ti, hombre de medio pelo, me dirijo y te digo que tu cobardía me produce asco, un asco tremendo… Sólo deseo para ti el mismo dolor que infieres o has inferido a tu mujer y a tus hijos. Podrías pensar antes de emborracharte o drogarte por tu cobardía que el único que merece la pena estar en el lugar donde ahora está tu pareja eres tú. Búscate a un buen psiquiatra, a alguien que te ayude, que cure el rencor, la frustración que guardas en tu interior… para que lave tu alma y dejes de hacer daño.

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