La cortesía de la claridad no es un bien abundante, de modo que no tiene precio que quien exprese opiniones e ideas sea claro, además de inteligente y honrado. Es el caso de Francesc de Carreras, quien acaba de publicar ‘Crónica de un año perdido’ (Espasa), un libro que contiene ideas claras, veraces y razonables acerca de nuestra vida política. Recuerdo ahora al padre del procés Jordi Pujol: engañó a casi todo el mundo y fue estimado en la capital como un gran hombre de Estado. Cuando oía este panegírico, Francesc de Carreras contestaba de inmediato: “querrá usted decir un gran hombre destructor del Estado”.
En efecto, aquel hombre logró -tal y como había planeado- el control de casi todos los estratos sociales catalanes para su proyecto separador. No se quiso ver así, se renunció a la claridad y de aquellos polvos vienen estos lodos: un clima de intimidación creciente, donde la ley (instrumento de los más débiles frente a la arbitrariedad de los poderosos) es vulnerada y burlada a conciencia. Crecidos y desafiantes, los cederres (sic) campan a sus anchas por Barcelona, arropados por el irresponsable señor Torra de Ratafía.
Los equidistantes siguen mirando hacia otro lado, como si no fuera con ellos. Este empecinamiento en no enterarse de la fuerte campaña desatada contra el sistema democrático no puede más que producir serios estragos. Se echa en falta la virtud política, la cual requiere ser educados y respetuosos, saberse obligados a la ejemplaridad en el desempeño de la función pública. Su ausencia supone innumerables necesidades desatendidas y valiosas posibilidades abandonadas.
Francesc de Carreras no ha querido seguir callando ante la urgencia de reformar los partidos, causa hoy del mal funcionamiento de la democracia. En estos se exige obediencia ciega y se castiga al que rechiste al ‘amo’ (o a su mediocre corte caciquil). La soberbia y un extraviado sentido de la realidad han llevado al dramático fracaso de Cs, partido que prometía valor, equilibrio y regeneración. Alarde fatuo de política nueva, o palabrería para pasar del bipartidismo al ‘bibloqueismo’. Un pésimo negocio el de ir de Guatemala a Guatepeor.
Por su parte y siempre a punto, el PSC continúa empeñado en tropezar con la misma piedra y en que todos veamos moderada y flexible a ERC, cuando en verdad sólo son los más listos…