THE QUEEN IS DEAD, GOD SAVE THE KING

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La razón me lleva a considerar la república como el modelo de gobierno más lógico e ilustrado, pero la emoción y los sentimientos me llevan a considerar el símbolo de la monarquía y su  poder de atracción. Así, ante el fallecimientio de la Reina Isabel II, independientemente de mi inclinación repúblicana y de mi escasa simpatía por la monarquia, no hay una sola cosa negativa que pueda decir sobre ella.

Desde mi nacimiento en el Reino Unido  he visto como este pais siempre ha estado representado  por la Reina Isabel II, la cual vino al mundo  en 1926  como la princesa Isabel Alexandra María, el 21 de abril de 1926 en Londres. Hija del príncipe Alberto, Duque de York (más tarde conocido como rey Jorge VI) e Isabel Bowes-Lyon.

Fue reina por accidente cuando su tío abdicó al casarse con la divorciada Americana Wallis Simpson, obligando a su hermano, el Duque de York, padre de Isabel a tomar el relevo en el trono. Cuando éste murió en 1952, Isabel sería coronada al año siguiente, ocupando el trono durante siete décadas.

Dos días antes de fallecer, a los 96 años de edad, la Reina Isabel II invistió a la nueva primera ministra, Liz Truss.

Olvidándonos de las consideraciones que uno pueda hacer sobre el título y la institución de la monarquía, sólo puedo admirar el ejemplo de abnegación y sacrificio que el reinado de Isabel II ha supuesto. Un  símbolo del nuevo Reino Unido en la edad moderna -y postmoderna-, un Reino Unido en transición de su pasado colonial que terminó con la segunda guerra mundial. Un pasado imperial que comenzó a gestarse con la primera Reina Isabel en el siglo XVI.

No cabe duda que el fallecimiento de la Reina Isabel II es, a su vez, el símbolo del final de una época, incluso de un paradigma. La Reina simbolizaba una serie de valores generalmente asociados a lo mejor del carácter británico: templanza, estoicismo, disciplina… y sentido del deber.

De manera que, sin  subestimar el poder de los símbolos, no es necesario respetar el título ni la Institución para respetar a la Reina Isabel II. Lo diré aquí y ahora porque nunca más volveré a decirlo: the Queen is dead, God save the King.

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