Comenzó su carrera de espía asistiendo a fiestas diplomáticas en las embajadas de Italia y Japón, donde reunía información sobre las potencias del Eje que más tarde se unirían en la guerra.
Conocemos que en la II Guerra Mundial hubo militancias clandestinas que permitieron a algunas mujeres participar en los movimientos de Resistencia, sobre todo en la francesa contra el régimen nazi.
Entre ellas, Fabienne L’Echarpe (1898-1994), Márcele Chébroux (1898-1981), Gilberte Arcambal (1901-1993), Marianne Monnestier (1908) o Simone Raspail (1908 ‑1991). Y con luz propia se distingue esta mujer franco-americana, defensora de los derechos civiles de las personas de color, Joséphine Baker (1906-1975).
Cantante, bailarina y empresaria de teatro, llegaba a París en 1925 para actuar con la liberal Revista Negra. Allí se convirtió en una celebridad y fue reclamada en ciudades de los dos continentes, siendo más adelante prohibida en Munich y excomulgada en Santiago.
En 1940, Joséphine se unió a la Francia libre y fue también en este lado del Canal de la Mancha, donde antes que ella y con ella se incorporarán profesoras, científicas, aventureras, políticas, nobles, intelectuales, astrónomas, escritoras, o… simplemente esposas. Pobres y ricas. Unidas en libertad, igualdad y fraternidad.
Mientras las tropas nazis avanzaban por los Campos Elíseos y ocupaban su casa en París, Baker escondía refugiados y miembros de la Resistencia francesa en Château des Milandes, su castillo a 300 millas al suroeste.
Es sin duda una de las figuras más interesantes y extravagantes de la historia que merece pedestal. Nació en 1906 en Saint Louis, Missouri; la familia de Baker experimentó la extrema pobreza y a menudo la joven Joséphine se alimentaba en los vertederos.
A los ocho años, comenzó a trabajar como sirvienta para familias blancas. Poco después, se unió a un grupo de vodevil itinerante como vestidora de las bailarinas, hasta que subió a los escenarios y comenzó a atraer audiencias en los Estados Unidos con su estilo de actuación: novedoso, animado y cómico.
Aferrada a la idea de actuar en Broadway, se dirigió a Nueva York en 1924, ciudad que se encontraba entonces en medio del Renacimiento de Harlem. Fue allí donde despegó su carrera. A los 19 años, en el famoso Plantation Club fue reclutada para unirse a una compañía que viajaba a París.
En París, ayudó a introducir “le jazz hot”, un estilo caracterizado por el jazz y la desnudez exótica (apareció casi desnuda en el escenario a excepción de una falda de plumas,y un plátano, como parte de la “Danse Sauvage”, que jugaba con la fantasía europea del “Africano” como sexualmente libidinoso e “incivilizado”).
Baker se convirtió rápidamente en la artista favorita de otros artistas e intelectuales famosos que vivían en Europa, como Pablo Picasso y Ernest Hemingway (quien la denominaba “la mujer más sensacional que alguien haya visto”).
Durante los siguientes años, abrió su propio club, se presentó en el escenario con su mascota, un guepardo, grabó canciones, protagonizó tres películas y realizó otra gira por Europa y Sudamérica.
No solo era la artista estadounidense más exitosa que trabajaba en Francia, ha sido una de las tres mujeres más fotografiadas del mundo, y en 1927, dos años después de haber pisado por primera vez en París, ganaba más que cualquier artista en Europa.
En 1935, con solo 29 años de edad, regresó a Estados Unidos; salió de París rica, adorada y famosa en toda Europa. Pero en Nueva York fue recibida como una chica de color de éxito. Las audiencias blancas estadounidenses acostumbradas a ver a los negros en papeles estereotipados, o sea de “negros”, rechazaron a Baker y su estilo característico. Regresó a Europa y en 1937, renunció a su ciudadanía estadounidense a favor de la francesa.
Su canto y baile, así como una personalidad (más grande que la vida misma), la convirtieron en la Beyonce de los años treinta. Sin embargo, era mucho más que una artista. En 1939, cuando Francia declaró la guerra a Alemania, Baker se convirtió en enfermera de la Cruz Roja para ayudar a los refugiados de los países europeos ocupados por Alemania. Luego fue reclutada por la inteligencia militar francesa, y recopiló información sobre las ubicaciones de las tropas alemanas a través de funcionarios que conocía en fiestas de embajadas y ministerios. Su fama la puso en contacto con todos, desde altos funcionarios japoneses hasta burócratas italianos.
Cuando Alemania invadió Francia, continuó utilizando su condición de artista para moverse por la Europa neutral, llevando información para transmitir a Inglaterra las posiciones de aeródromos, puertos y concentraciones de tropas alemanas en Francia. Sus notas fueron escritas con tinta invisible en las partituras de sus galas.
Más tarde se vió obligada a trasladarse a Marruecos – 1941 – para escapar de las indagaciones alemanas, realizó viajes a España; colocaba los datos recopilados como espía en su ropa interior, pensando que como celebridad no sería desnudada.
A partir de 1942, organizó y participó en shows para levantar la moral de las tropas francesas, británicas y estadounidenses en el norte de África. En 1944, fue nombrada subteniente en el Cuerpo de Mujeres de la Fuerza Aérea Francesa (tenía carné de piloto). Después de la guerra, se le otorgó la Croix de Guerre, la Rosette de la Resistance y se convirtió en caballero de la Legión de Honor (la Legión de Honor es el orden más alto de Francia por méritos civiles y militares).
Baker regresó a los EE. UU. de nuevo en 1948, pero no tuvo éxito profesional. Aunque consiguió el respeto en sus cláusulas contractuales de no discriminación y audiencias integradas en sus actuaciones.
Volviendo al Château des Milandes y sintiendo la necesidad de hacer más para combatir el racismo, decidió criar a un grupo de niños mixto, étnica y religiosamente diferentes a los que apodó su “Tribu Arcoíris”. Para 1962, había adoptado 12, diez niños y dos niñas: de Marruecos, Venezuela, Finlandia, Francia, Corea, Colombia, Argelia, Costa de Marfil, Japón y Bélgica.
Cuando visitó los EE. UU. en los años 50 y 60, presionó contra el racismo. Trabajó con la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP) y exigió que se le permitiera pernoctar en los mejores hoteles y actuar para audiencias integradas. Se le negaron las reservas en 36 hoteles porque era negra. Como respuesta, escribió numerosos artículos sobre la segregación en los Estados Unidos.
En 1963, fue invitada a la Marcha en Washington, donde el Reverendo Martin Luther King, dió su famoso discurso “Tengo un sueño”. Baker fue la única oradora oficial en el evento. Habló usando su uniforme francés y la medalla de la Legión de Honor. Después del asesinato de King, su viuda, Coretta Scott King, la visitó en los Países Bajos para ofrecerle el cargo de la líder del movimiento de derechos civiles, que rehusó por temor al posible daño a sus hijos.
Los últimos años de su vida recibió la ayuda económica de grandes mujeres como la princesa Gracia de Mónaco o la actriz Brigitte Bardot y se trasladó a vivir con su familia a una casa en Roquebrune, Mónaco. Murió en 1975, a los 69 años. Tuvo una merecida y emotiva despedida, en un funeral de estado en la iglesia de la Madeleine de París, a la que asistieron altos dignatarios franceses y muchos veteranos de la resistencia.
Superman son todas mujeres. Los personajes míticos y las personas reales del pasado o del presente pueden ser todos héroes reconocidos, pero hay un conjunto amplio de factores como la jerarquía y las relaciones de poder que promueven o no, los modelos de comportamiento con el que se puede medir a las personas, eligiendo a los héroes a seguir.