FREUD Y LA CRISIS DEL PAPEL HIGIÉNICO

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#EnCasaconPlazabierta

Pasados ya casi mas de siglo y medio, sorprende como las prefiguraciones del maestro vienés Sigmund Freud, siguen aún vigentes. Hace tan solo unos días, cualquier persona deambulaba por la calle, no con cierto pudor, llevándose oculto en bolsas de cualquier supermercado los rollos de papel higiénico que ahora son tan exhibidos.

No debemos olvidar que los tres temas prohibidos para el hombre, en el sentido de ser incómodos, son la sexualidad explícita y más profunda, el dinero y la mierda. Nadie en su sano juicio da detalles sobre su mundo escatológico.

by Plazabierta.com

Pero ahora, en estos momentos, de panicovirus el papel higienico se ha convertido en una especie de fetiche de supervivencia.

No es postureo palabra, yo antes de esta pandemia ya lo usaba, pero en fin. Si somos un poco traviesos y como ya empecé a hablar del padre del psicoanálisis, el ya nos advertía que en el desarrollo psicosexual de los niños, todos pasábamos por una fase que denominaba anal. En esta fase la zona erógena se centraba en las mucosas del susodicho y el niño disfrutaba o enarbolecía su agresividad en el juego de retener (estreñimientos psicógenos) o de expulsar (colítis nerviosas). El caso es que parte de su descubrimiento se centraba en el placer que sentimos al defecar, fijación que se mantiene en la edad adulta. ¿Cuántos Quijotes habrán leído nuestros excusados?, cuando la única excusa para alargar el proceso del destierro sería la fisiológica. Hasta la letra pequeña del bote de mercromina podría valer para alargar tan oculto placer sin cuestionarnos el momento. Cierto es que el cornavirus ahora nos debe hacer evacuar plata.

Lo curioso es que un discípulo de Freud, Karl Abraham, subdividio la fase anal en retentiva; aquella donde su fijación daría como resultado la neurosis obsesiva, como la diosa de los imperativos, normas, y demás límites, y la fase expulsiva como representante de la melancolía que nada retiene, que todo lo expulsa, que no abraza afectos. Pues si. En este momento de norma y de repliegue la gente no compra pan para congelar, o litros de leche y aceite desmesurados sino que se dispara hacia los rollos de papel de calco.

Resulta simbólica la protesta ante la norma: si no puedo salir de casa al menos pienso defecar más que nunca. Tampoco se salva el que de forma melancólica y ocultando su parasuicidio se lanza a la calle menospreciando el peligro. Digamos haciendo el paralelismo que se desprende de todo lo razonable, que no retiene la más mínima prudencia y que por lo tanto nos va dejando a todos sus cagaditas por las calles. A ese lo recogía yo con una bolsita para depositarlo donde se depositan estas cosillas.

Pero no quiero alarmar a nadie, quede claro que compramos papel higiénico, es decir papel anal porque el miedo real a ser retenidos a ser recluidos en nuestra propia celda nos hace pensar sólo en lo expulsivo y solamente dejará la gente de comprarlo cuando tan preciado tesoro vuelva a las oscuras profundidades de la alcoba prohibida.

En estos momentos todo se bascula entre lo oral o lo anal, es decir las fases donde la relación de objetos es ambivalente y, donde no entra, la genitalidad. No sea que nos contagiemos. Pues damas y caballeros dediquémonos a darle entrada y salida a nuestro mundo interno, dado que lo genital ya implica relación cercana con el otro.

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