Su nombre es Francisco Javier Delgado Valentín, aunque se le conoce como Valentín en el mundo del arte.
Accesible, aunque a veces desafiante, combina capturas de su imaginación que parece trabajar de dos maneras distintas, con características formales e iconográficas esenciales en cada una.
Retrata temas morales, sentimentales e incluso levemente eróticos y por el contrario, desarrolla un naturalismo que evidencia un fuerte deseo de registrar la vida diaria con cierto grado de objetividad.
Desde muy pequeño, fue siempre su pasión dibujar y pintar; su tío le regaló un caballete hecho por él, era carpintero; artista niño, artista para siempre…
Un pintor y escultor de San Juan de Aznalfarache le enseñó la acuarela y el óleo, inclinándose por el óleo y como soporte el lienzo.
El gran paso lo dio en los años 80, cuando conoció al pintor sevillano Manuel Monedero en el estudio de Vázquez, un restaurador y pintor de Ayamonte (Huelva) que tenía su estudio en la calle Feria de Sevilla. Trabajaba entonces en la cocina de un hotel y cuando salía entre turno y turno se acercaba a aprender; solo tenía una meta: aprender y seguir.
Monedero le miró y le dijo: ¿” Quieres posar para que te pinte las manos?”
En el Taller, al ver su obra, se quedó sin palabras, eso era arte, lo que quería aprender. Posó y le pinto las manos; cuando le dijo: ¿cuánto te pago?, Valentín le contestó: “nada, ¿puedo venir mañana otra vez?
Así pasaron 18 años. Valentín le pisaba, y él le dejaba su obra para que la copiara, para más tarde descubrirle los errores. Fue como un padre en la pintura. En su última exposición le dedico el catálogo: “para mi hijo Franky que tiene dos padres uno buena persona y otro pintor”. Así le llamaba, Franky.
Descubrir qué es ARTE, es aprender a educar la vista al principio. Y como todos los principios, los de Valentín fueron duros.
Pero Valentín quería aprender esa forma de pintar porque su maestro-padre le decía que hay dos clases de pintores, los que se hacen y los que nacen. No sabe cuál es… Se considera un pintor figurista; trabaja con bastantes materias pero siempre busca la luz.
Su paleta es simple, la de un figurista: Blanco Titanio,Tierra sombra Natural, Verde Esmeralda, Azul Ultramar Oscuro, Rojo inglés, Rojo de cadmio claro, Carmín de Alizarina, Ocre Amarillo Claro y Negro Marfil.
Sus exposiciones comenzaron en1991, en Alcalá de Guadaira, más tarde Sevilla, etc.
Sus pinturas recuperan el contenido. Es el reconocimiento de unos valores de los que se renegaron, y aún hoy se niegan, en universidades y escuelas. Calidad por encima de la simple novedad. El desnudo es algo natural, ¿por qué la censura?
Valentín recupera la tradición, es el retorno al oficio. Su trabajo en soledad es la fuente básica del hecho creativo, que acompaña con reconocimiento a las obras de los grandes maestros como una flecha que indica el camino a seguir.
Cultiva virtudes como la perseverancia, la constancia, la creación personal y el culto a la propia personalidad, para situarse frente a las imposiciones elitistas del mercado, las directrices de galeristas, coleccionsitas y críticos involucrados en el sistema del arte actual. Todo lo supera con su pintura.
Retorna siempre a la intimidad de su taller, placer, el inmenso placer de hacer del propio ego una obra de arte suprema, a través de una profesión elaborada, meditada y largamente perseguida.
Recomendamos visitarlo en su taller: delvalfran@gmail.com