EXPRESIONISMO ALEMÁN EN EL THYSSEN

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Van Gogh se cortó la oreja antes de suicidarse. Edvard Munch sufrió un colapso nervioso en 1908. Beckmann fue dado de baja del ejército en 1915 tras sufrir una crisis nerviosa. Y Kirchner, sufrió otra en 1917, de la que nunca se recuperó: terminó suicidándose 21 años después.

Uno de los objetivos de Die Brücke era el de atraer a todos los elementos revolucionarios y en fermento, y esto lo indica su mismo nombre: puente.

Hechos crudos se filtran en el estilo de arte llamado expresionismo. Los dos primeros artistas citados en el titular, son considerados padres de este movimiento del siglo XX; los dos últimos fueron líderes del expresionismo alemán.

Esta semana he tenido la oportunidad de admirar los espectáculos de Beckmann, Kirchner, Macke y otros pintores expuestos en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. La variedad artística me pareció sin precedentes, a pesar de que en el entorno casi nada es permisible: mascarilla, grupos reducidos y muy poca luz.

Mar Outsiders y “El sueño”, 1912 de Franz Marc. Exposición Expresionismo Alemán, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

En la década de 1930, los nazis lo tildaron de “degenerado” y, para colmo de males, Thomas Mann sugirió que el expresionismo alemán y el nazismo surgieron de la misma raíz: el auto-abandono emocional.

Antes del siglo XX, expresionismo, expresión o expresividad se aplicaba al arte que buscaba despertar las emociones. Pero a principios del siglo XX, el término “expresionista” tacha indiscriminadamente todo tipo de vanguardia que pateara al impresionismo (incluso se aplicó al cubismo de Picasso y Braque).

Al final de la Primera Guerra Mundial se convirtió en el estilo dominante del arte centroeuropeo, fondeándo sus raíces en dos grupos alemanes distintos, cada uno de los cuales profesaba objetivos muy diferentes.

“Les Vessenots en Auvers” de Vincent Van Gogh

Colores salvajes y contrastantes; pinceladas sueltas y aproximadas que se enamoran en un romance curtido de arte como expresión personal; estos pintores desvestían sus almas, literalmente se desnudaban.

Los artistas de Die Brücke (El puente), Kirchner, Erich Heckel, Emil Nolde y Karl Schmidt-Rotluff, querían que su trabajo fuera lo más personal y libre de convenciones posible. Deseaban mantener el arte conectado a los placeres físicos de la vida diaria, una determinación que se puede sentir en la franqueza y la inmediatez física de un medio que amaban particularmente: el grabado en madera.

Y esto lo plasma Kirchner de una manera fantástica; al principio de manera feliz pero, a medida que envejece, más y más trágicamente, en parte por la circunstancia histórica, en parte debido a las drogas y el alcohol.

Estos artistas comenzaron muy jóvenes y realizaron obras maestras en sus primeros 20 años de vida. Después sufrieron crisis terribles.

“Metrópolis” de George Grosz: aire apocalíptico, alienación y camino de autodestrucción

El otro grupo, Der Blaue Reiter (El jinete azul), creía que el contenido espiritual del arte trascendía al estilo. Estaban en contra del materialismo y el individualismo, y apostaban por la meditación y el misterio.

Kandinsky y Franz Marc fueron los pilares del grupo, al que se unió Paul Klee, Alexei von Jawlensky, Henri Rousseau y Robert Delaunay en la periferia.

A medida que la sociedad alemana se desmoronaba, el expresionismo se vio envuelto en el estado de ánimo de la crisis nacional. Siguiendo el ejemplo de Van Gogh, se comprometieron fervientemente con el mundo que les rodeaba. Creían que el arte podía ser un vehículo para liberar las ansiedades derivadas de lo que Kierkegaard llamó “el vértigo de la libertad”. En lugar de simplemente reflejar o poner entre paréntesis la experiencia, querían desesperadamente crearla.

Los dadaístas rechazaron el expresionismo por ser “demasiado burgués” y porque, a diferencia de su homónimo en el teatro, no ofrecía una crítica política clara.

En esta exposición podemos apreciar un talento maravilloso, agitado, irregular y cargado de símbolos; representó una especie de marca de agua en el terrible choque del individuo romántico con la sociedad de masas moderna. Para quienes estamos extenuados por la incansable compostura y la irónica frialdad del arte contemporáneo, una mirada más cercana a Kirchner podría ser el antídoto.

Video explicativo de la exposición:

 

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